Unas semanas antes del lanzamiento de Fading Frontier, el líder de Deerhunter, Bradford Cox, compartió un mapa interactivo de influencias importantes que pretende explicar los orígenes sonoros del disco junto con las diferentes obras, objetos y eventos cruciales que ayudan a definir la perspectiva desde la que se construye cada una de las canciones. En el dibujo se encuentran agrupaciones de rock-pop como R.E.M. y Tears For Fears, personalidades como el poeta chileno Vicente Huidobro y la pionera en creación de música electrónica Laurie Spiegel, además de algunas experiencias culinarias y sensoriales. El intoxicante hedor a automóvil nuevo. El revitalizante aroma de los plantíos de menta. En el centro de esta estructura, esbozada a mano con seguridad, se encuentra un círculo de donde parte todo y a donde todo arriba. Éste alberga el nombre de su perro Faulkner, junto a quien sufrió un grave accidente al ser atropellado por un auto que lo dejó hospitalizado durante varias semanas.
En las numerosas entrevistas que suponen la salida al mercado de cada álbum, Cox es constante en aclarar la noción de que todos los eventos tienen una causa y son consecuencia de algo, tanto con Deerhunter como en su esfuerzo solista Atlas Sound. Esto responde al desarrollo de una especie de estética del trauma a través de la inclusión de diferentes experiencias desafortunadas que se encuentran en su archivo personal de ideas, eventos y experiencias. La forma en la que relata historias está siempre ligada a su propia memoria. Es a través del recuerdo que Bradford se identifica a sí mismo en lo sucedido y en lo que acontece al momento de reflexionar sobre ello.
La dicotomía entre la reacción y la reflexión (la frontera desvanecida) que existe entre ambos, es una una idea clave en el desarrollo del disco, que oscila muy pertinentemente entre el pop ultra-pegajoso (y ultra-seguro de sí mismo) de los años ochenta y la producción ambiental de Ben H. Allen, quien también trabajó con Deerhunter en el aclamado álbum Halcyon Digest (4AD; 2010). Todo es muy distinto en sonido e intención a Monomania (4AD; 2013), un explosivo álbum compuesto de tempestuosos rants à-la Iggy Pop acerca de la desvalorización de la música a su paso por las etapas de la industria del entretenimiento sobre guitarras ruidosas y baterías potentes.
En Fading Frontier, las letras de Cox reflexionan sobre la ambigüedad que supone el “estar seguro” de algo en oposición a la visión borrosa y oscurecida del pensamiento y la subjetividad. En la segunda canción del álbum, “Living My Life”, la letra sugiere una duda existencial y falta de claridad, mientras que el narrador afirma con seguridad que está “viviendo su vida”. Esta idea de profundización contra reacción permea en cada una de las pistas del disco en menor o mayor medida. En el primer track, “All the Same”, Bradford habla sobre el padre de un amigo, quien cambió de sexo y como consecuencia perdió las fuerzas para vivir, mientras que en “Take Care” hay imágenes espeluznantes de la muerte. En “Snakeskin”, Bradford se inspira en su estado convaleciente para tocar la idea de una muerte inminente y el sufrimiento perpetuo de la existencia humana infundido en una base provocativa de funk y distorsión.
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Fading Frontier es el álbum de Deerhunter que habla con más honestidad y de forma más accesible a quien lo escucha. En contraposición a la parte lírica, la estructura sonora del álbum deja ver su sencillez a través de canciones como “Breaker”, cuya línea de bajo y detalles en guitarra remiten a imágenes de ensueño dentro de la existencia humana de forma muy apegada a la estética desinteresada o slacker, heredada también por otras bandas como Real Estate o Mac DeMarco y por ellos mismos en álbumes como Microcastle (Kranky/4AD; 2008) o Halcyon Digest. También existen arreglos de baterías electrónicas y grabaciones de campo a lo largo del álbum, detalles que enfatizan un acercamiento a lo sutil y a la apreciación de lo superfluo de la música como la solución a los problemas existenciales de la lírica.
Fading Frontier es una sorprendente obra musical en la que todas las partes están bien justificadas en su consideración del pop como uno de los medios más eficientes para la transmisión de un mensaje extremadamente importante acerca de la condición humana.