"Possible Future: Future Forever" Utopía de Björk
La referencia a un lugar imaginario es clara desde el primer acorde; de hecho, siempre se ha creído que viene de otra dimensión, hasta el cansancio se ha dicho que parece duende, que no se sabe si vegetal, animal o mineral... Björk es tan humana como cualquiera de nosotros, pero hemos convenido en atribuirle poderes mágicos.
En su nuevo disco Utopía, la aparición de criaturas y objetos sonoros pertenecientes a un mundo idílico es literal, al principio escuchamos lo que podrían ser algunos pájaros, mamíferos o reptiles. Björk ya había sugerido criaturillas en Volta; universos, rocas y sonidos volcánicos en Biophilia; o sonidos internos y microscópicos en Vespertine; y constantemente hemos visto algunos seres, células u objetos animados emerger en sus videos, gráficos o apps. En Utopía hay ecosistemas de un mundo que respira, que tiene cierto key sound pausado, boscoso, lleno de ecos y reverberaciones, que da esa sensación de caminar por una pradera en Naboo, pero en colores pastel, con el rumor del viento y el canto de los grillos, o algún tipo de insecto acusmático, irreconocible, y donde la luz es suave. De hecho, si recordamos a la Senadora Amidala, nos da un aire a la más reciente portada de Björk. Ya sé que la comparación es chocante para las legiones de ambos bandos, pero ¿a poco no los referentes muchas veces se tocan?. Un personaje technicolor con mirada fuerte, con el propósito de vencer. Ya antes ella ha descrito sus portadas, las cuales siempre la presentan en la posición frontal de un retrato, con la mirada al espectador y mostrando el sentimiento más profundo del disco (dicha secuencia se rompe con Vespertine, donde está recostada con un brazo sobre el rostro y con el famoso vestido de cisne; en Volta, donde está dentro de una botarga de “pavo” psicodélico ligeramente a la derecha; y en la portada de Vulnicura, donde aparece en arco, exponiendo una herida neón en el pecho [curioso, los tres álbumes inician con V]). En Debut su personaje fue una niña inocente que se enfrenta a la ciudad, en Post una chica más cosmopolita y aclimatada a un ritmo de vida veloz y lleno de sentimientos contrastantes, o en Homogenic una especie de guerrera emocional y desafiante. Paradójicamente, aunque en Utopia vemos una Björk insecto, sus sentimientos son más humanos y personales, pero ya llegaremos a eso. Notemos que desde Biophilia nuestra duende ha querido construir álbumes con una narrativa lineal más contenida de principio a fin, como si fuera la historia de un personaje, mientras que en sus álbumes anteriores se presentaba una colección de canciones aparentemente inconexas unidas por uno o dos sentimientos dominantes. Lo que hay que decir de cada disco de Björk es que no produce canciones de relleno, cada una tiene sentido y su propio nivel de complejidad, o literalmente reproduce una emoción (siempre viene a mi mente la frase: Emotional landscapes, they puzzle me!... de Joga). Pero en estos últimos tres discos es evidente la necesidad de presentar todo en su propia cápsula o microcosmos.
La flauta es el elemento dominante en Utopía, a diferencia de los violines cantantes de Vulnicura. Alientos y cuerdas, dos recursos para establecer narrativas, o sugerir historias y posibilidades que cualquier músico conoce como protagonistas de historias. Pondremos dos ejemplos: Syrinx de Claude Debussy, con alientos; y Spiegel Im Spiegel de Arvo Pärt, con cuerdas. Aquí vemos el método, modificar la instrumentación pivote para darle otro sentido al sonido clave del disco. Podemos ya imaginar conciertos con ensambles de alientos en su próxima gira. En Utopía hay un abandono de los violines, todo el eje conductor de Vulnicura, que retrata el proceso de separación de su ex esposo Matthew Barney, y que deprimió a miles de personas que acabaron sumidas en la tristeza al encontrar que su cantante era humana, demasiado humana, y capaz de sentir más intensamente que otra persona. La vemos saltar del ensamble de cuerdas al arpa, flautas, coros, y los beats electrónicos y de sintetizadores que constantemente nos recuerdan a Pluto, una de sus canciones más catárticas y explosivas del disco Homogenic (que en repetidas ocasiones Arca, el productor general de Utopía, ha manifestado como el más influyente para su música). Así es, Björk ha vuelto a ser feliz, juguetona e infantil (sí, a sus 52, para todos aquellos que buscan recalcar la edad de las mujeres exitosas), pero que no nos engañe, a todos los que tenemos el oído y la vista entrenados nos da la impresión que las cosas le salen bien porque se asocia con la gente adecuada.
Es extraño el comportamiento hacia Björk y su música. La crítica la ama o la odia. Hay legiones de músicos que no entienden su trabajo, pero manifiestan su respeto y cierta tolerancia a su trayectoria, deseando (en secreto) que algún día regrese la Björk de Homogenic. Por otro lado están los fieles, con una entrega incuestionable y poco crítica, para quienes, prácticamente, lo que lance es un éxito y no hay forma de hacer que cambien de opinión, así se vista de peluche o use una peluca de henequén coloreado, por ejemplo: en sus videos Björk suele ser muy móvil, caminar, correr o saltar de un lugar a otro, pero en “The Gate”, el sencillo emblema para Utopía, quedó inmovilizada por el vestido de Givenchy hecho especialmente para ella.
Este vestido fue hecho con una tela sintética llamada Lamé cristal, de acabado brillante y reflejante, en dos texturas, una normal y otra plastificada, que permite estructurarla de modo rígido o muy fluido, eso es muy plástico, muy escultural, a ello se sumó un número incontable de perlas y cuentas bordadas; el resultado fue una indumentaria que parecía más apropiada para un Caballero del Zodiaco, o Sailor Moon, pero sin poder mover un pie.
“The Gate” - Björk
El video fue dirigido por Andrew Thomas Wang, con quien ya ha trabajado repetidamente y que ha elaborado un plan para utilizar toda la tecnología disponible al momento, y dar un sentido tan futurista como nunca se ha visto en esta nueva producción. Dicha inmovilidad que le confirió el vestido a Björk se solucionó en el video de “Blissing Me”, el segundo sencillo lanzado este pasado 14 de noviembre. Aquí escuchamos a una mujer ilusionada y nerviosa, que apenas va reconquistando la confianza en sí misma y en quien la corteja, una nueva ilusión, un nuevo comienzo, otra vez la energía y la posibilidad de tener una vida compartida, donde hay una suerte de confusión en cuanto a los significantes ¿se enamora uno de la persona, de la ilusión de la persona, del holograma de dicha persona, de su aroma, de la música que comparte, de sus ideas? Lo cierto es que no puede concebirse como una sola cosa, cada fragmento aporta, cada momento aporta, cada fragmento de momento aporta. A su vez, cada persona es tan compleja, y la apreciación tan fragmentaria, que es imposible ver el todo; tampoco podemos contener del todo a Björk, o saber qué le motiva. No deja de venirme a la mente que va cubriendo cada vez más su rostro porque no desea ver el paso del tiempo, o porque poco a poco se convierte en el oso del video de “Hunter”, o para que ya no digan que es reptiliana, o porque vio que las máscaras de luchadores fueron una moda y quiere imponer la suya. Cualquiera que sea la razón para que cubra su cara con máscaras de James Merry, parece que nunca lo sabremos, es imposible leer completa a Björk.
El concepto global en Vulnicura fue mostrar una herida en el pecho que sugería la pérdida del amor en esa época, la ruptura, visualmente en su indumentara se veía dicha herida. En “The Gate” vemos esta magulladura de un modo distinto, cicatrizante, como un órgano que expele o absorbe energía. La canción habla de la compenetración espiritual, del modo que dos personas pueden estar unidas a partir de una herida en el pecho que va sanando. Y la repetición nuevamente:
“If you care for me, care for me
If you care for me, care for me
Care for me, care for me
And then I'll care for you, care for you
I care for you, care for you
I care for you, care for you
Care for you, care for you”...
En la tradición Wicca existe la creencia en un hilo de plata, a veces en el ombligo como el cordón umbilical, a veces en la frente como para vincular la mente, a veces desde el pecho. Significa distintas cosas, pero hay un punto en común, sirven para conectar con algo, sea la Madre Tierra, el Cosmos, u otra persona.
“Blissing Me” - Björk
¿Será que Björk apoya la piratería y a la vez está en contra?. Una de las líneas de esta canción alude al cortejo adolescente de intercambiar canciones, mp3 para ser más exactos; recordemos que en los dos miles bajos se intercambiaban por Messenger, Soulseek, Napster, Limewire, y todo eso ha sido ya anulado; ahora si acaso entre dispositivos móviles. Pero es contradictorio (sin que se enfaden sus legiones de admiradores), Björk es una de las artistas cuyos discos son los más caros del mercado, por los detalles, el packaging, o el diseño. Lo cierto es que no regala nada, al contrario, cobra caro y extrañamente pareciera ser muy tacaña, y con la música no hay que ser rácana. Es sabido que aunque en sus fotos, videos o presentaciones en vivo se muestra juguetona, su actitud hacia el público y la prensa siempre ha sido con reservas, no concede ni interactúa, nunca se le ha visto saludar o preguntar al público algo, incluso ha sido lejana y pedante. Ahí es donde contrasta la persona y el personaje. El punto es que, en esta canción, dos nerds melómanos entran en contacto, se conocen, hay un acercamiento más personal y profundo, como parte de un ritual de cortejo, aquí ya hay convivencia, y por fin la vemos sin drama.
“Arisen My Senses” es la canción con la que abre el disco, y anuncia el universo que iremos habitando, las atmósferas, flora y fauna que lo acompaña, muy inspirado en Hekura de David Toop, el mismo que acuñó el concepto Ocean Of Sounds. Este a su vez hereda el sentido de documentación acústica de los músicos experimentales, concretos y electroacústicos de los años 60, de John Cage a Jim O’Rourke a Murray Schafer. La canción es un mantra donde se repite el modo en el que los sentidos se han reavivado, a través de un beso, una mirada, el tacto, y la explosividad emocional que caracteriza a Björk unida a la de Arca; imaginamos un despliegue de luces, destellos y brazos al aire en sus presentaciones en vivo. “Utopia”, la canción que da nombre al disco y que explica el corazón del proyecto: ella en la portada es como una rara avis recién salida del cascarón, con el instrumento de canto, una flauta hecha de algún biomaterial. Björk misma parece estar vestida con un biotraje que simula las crestas y pliegues de algunas especies de pájaros o reptiles. ¿Por qué mencionarlo? Porque desde Vulnicura ha sugerido un proceso de metamorfosis, usando el fuego como elemento purificador. Porque el viento, o el aliento, es el elemento predominante en este nuevo álbum, ya habíamos hablado del asunto de la flauta narrativa, y aquí domina totalmente, lo mismo que la ambientación con aves imaginarias. La canción es simple en su letra pero bastante compleja en su composición, recuerda un poco a la hermosísima “Morning Mood” de Edvard Grieg, una pieza que podría servir para ilustrar cualquier utopía, que explota en el momento justo con la voz de Björk.
¿Qué podemos decir de su voz? Pongamos que en este disco canta suave y armónicamente, no se desgañita ni aturde, se siente una ligereza casi nihilista, un dejo de tranquilidad y descanso, o simplemente dejó atrás la neurosis.
Perdida en un bosque tropical, en medio de la neblina, “Body Memory” habla de lo primordial y automático de las percepciones, cómo se captura la emoción y se descubre en el interior, en lo más vital, de dónde sale el instinto de sobrevivencia. Las flautas sugieren chasquidos de reptiles, silbatos sugieren rugidos de felinos pesados, una flauta transversa hace las veces de un ave avisando el peligro, una atmósfera de misterio, un coro que conforma la oscuridad y lo lúbrico del impulso sexual. Aquí alguien saldrá o muy lastimado, o muy complacido, implica una transformación, o transfiguración, hay sudor. ¿Cuáles son las características que hacen que uno se enamore de alguien? Si no son los recuerdos, esta canción no tiene sentido. La barba del ser amado, su altura, los lugares que frecuentaron, la rutina hace que se despierte la memoria afectiva y sí, anteriormente se había despertado la memoria corporal, sólo así se completa al ser amado, “Features Creatures” habla totalmente de la programación mental que uno adquiere tras haber hecho el amor con alguien que realmente hace vibrar. Y si seguimos la narración, “Courtship” es el remanente de lo que pasó antes con Björk, los fantasmas del antiguo amor se presentan para seguir atormentando, y volver a hacer dudar. Sólo que ahora se ven los errores a la distancia, donde cada quien reconoce en qué ha fallado, o se mantiene firme, o si hubo quien exageró. Una canción explosiva, donde se manifiesta el coraje, la desilusión, y también la distancia del tiempo, que según los nostálgicos, todo lo cura. En “Loss” hay un resurgimiento de la pasión, de nuevo la memoria corporal y el dolor de no tener a quien embona en la parte media del cuerpo (ésta es la canción más violenta) hay incluso un momento que sugiere la pérdida del control, pero sirve para no olvidar que hubo alguna vez algo por qué sufrir, o condolerse. Sin embargo, Björk no ha sanado del todo, en “Sue Me” describe la batalla legal por la custodia de su hija Isadora con su ex esposo Matthew Barney, con una postura irónica, casi burlona, la de lanzar un reto cantado. Este no es un disco de amor, ni de un nuevo inicio, es un disco de venganza; y si pensamos que el artista quedó expuesto como el peor individuo con el disco pasado, aquí es lanzado al escrutinio y juicio público (aguas fans de Björk, la vida se compone de estos altibajos, pero hay que reconocer los montajes y los chantajes, ¡y vaya qué nivel tan redituable!). ¿Alguien podría ponerle un curita a esta señora? En “Tabula Rasa” escupe su frustración como madre por causar penas a sus hijos, por no mantener un ecosistema más puro, amoroso, casi donde los padres no tienen personalidad y se anulan. Pero en ninguna familia es posible, no hay semejante ecosistema, no puede borrarse la historia personal, esta canción es prácticamente una dedicatoria a su hija, a quien no quiso causar el dolor de su separación (volvemos, no está sanada del todo). Una vez atrás sus traumas personales (y su gran ego), regresa al tema de su álbum, “Claimstaker” es un recorrido a vuelo de pájaro, entre voces manipuladas, un pulso que sugiere el ritmo de la observación, y la sugerencia de un recorrido de reconocimiento por sus terrenos; a la vez una caminata por la textura del suelo con el rumor del viento, la forma de medirse con su entorno para echar raíces, que no haya diferencia entre mundo interno y externo, sentimiento y sensaciones; donde da gusto volver a casa, al ambiente líquido de la personalidad etérea, a la ilusión y al crecimiento. Al fin un descanso, “Paradisa” es un interludio de flautas, aves, y uno que otro mugido mamífero (o quizá un pájaro grande), un momento instrumental que hará que la escucha se relaje. Como la flauta mágica, poderosa imagen y metáfora, la música ejerce su poder de encantamiento a través del intérprete, “Saint” es una oda a los poderes de convencimiento que posee Björk, si bien nos había parecido demasiado egocéntrica, se disculpa en esta canción poniendo a la música por delante, no sin antes erigirse como sacerdotisa o (¡perdónala señor, ella sabe lo que hace!), una santa cuyos milagros consisten en amoldar el método de escucha, una canción metafórica compuesta por varias capas de voz manipulada, con un aire fantástico, que anuncia un ser omnipresente que da apoyo y consuelo, alivia penas y dolores, todo a través de la música. Y finalmente, “Future Forever”, una pieza que invita, sobre todo, a dejar atrás el pasado que se repite una y otra vez en la memoria, y mirar los futuros posibles con la guía del amor. Un disco líquido, floral y circular, como esos ecosistemas que sobreviven dentro de una esfera o tanque de cristal, una que se sustenta por sí sola y a juzgar de la crítica, uno de los trabajos más finos de Björk, casi al nivel de perfección (aún frente a todos lo escépticos amargados y quienes hayan dicho que ya está a un paso de parecerse a Lyn May). El estilo musical de Björk no es impoluto, pero está cerca de serlo, no olvidemos que una de sus canciones fue calificada como la que mejor definía el milenio pasado. Entonces ¿le damos chance que nos conquiste, que nos ilusione otra vez?
Curiosidades:
¿Quién creo la imagen de Björk para Utopía?
Él es Hungry.
Una drag queen radical que rompe el límite de género, estética, exageración y elegancia para reconstituirse como un humanoide exótico y ambiguo.
Más parecido a un insecto con un display muy vistoso y colorido en su exoesqueleto. Hungry creo la imagen para la portada del más reciente disco de Björk, Utopía.
Como remate, y por puro gusto, incluímos otras canciones en flauta que también construyen narrativas: Partita en A Menor para Flauta de Johann Sebastian Bach; Sonata para Piano y Flauta de Francis Poulenc; Concierto para Flauta en G Mayor de Mozart; Fool on The Hill de The Beatles; I Talk To The Wind de King Crimson; o esta maravilla a la que sólo le hace falta la voz de Björk, Intro y Allegro para arpa, flauta, clarinete y cuarteto de cuerdas de Maurice Ravel.