¿Existen los límites éticos/morales en los disfraces?

¿Existen los límites éticos/morales en los disfraces?

Una de las tradiciones más famosas de Halloween es disfrazarse; jugar por una noche que no somos nosotros y sumergirnos en un personaje de nuestra elección. En ese momento podemos ser quienes queramos, lo que queramos, las posibilidades son infinitas. 

La costumbre de disfrazarse viene de siglos atrás. Si bien, se creía que el disfraz ayudaba a ahuyentar a los fantasmas y a los malos espíritus, hoy en día se usa como una forma de entretenimiento y distracción. 

Como todo, los disfraces han evolucionado al paso del tiempo; antes se usaban simples máscaras hechas a mano, hoy en día hay disfraces elaborados con lujo de detalle dándole un toque de realidad al personaje que elijamos. 

Disfraces polémicos

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Hace poco se abrió un debate acerca de los límites éticos de los disfraces, es decir, hasta dónde es moralmente correcto reproducir una imagen “controversial” o polémica por mero entretenimiento. Un ejemplo son las reproducciones del personaje histórico alemán Adolfo Hitler.

En el 2015, una pareja se disfrazo de los personajes históricos de la Segunda Guerra Mundial, Ana Frank y Adolf Hitler. Los disfraces se volvieron virales y fueron el foco de cientos de críticas a través de los redes sociales puesto que el contexto histórico que corresponde a esta reproducción, involucró la muerte de millones de individuos marcando uno de los crímenes contra la humanidad más conocidos del mundo.

El uso del blackface como un disfraz

Otro caso controversial que se enfrenta con los disfraces es el uso del blackface, lo cual se refiere al uso de una máscara o pintura para pretender ser una persona de color. El contexto histórico del blackface se remonta a siglos atrás en donde las personas de color eran señalados en sociedad, oprimidos y marginados por ser considerados como seres inferiores; en el teatro y en el cine se utilizaba gente de tez blanca para representar a un personaje de color, esto remarcando el racismo existente en la sociedad.

El año pasado, la reportera estadounidense, Megyn Kelly se vio envuelta en conflicto mediático tras expresar su opinión del racismo y el uso del blackface para disfrazarse. 

"Te metes en problemas si eres blanco y te vistes de negro para Halloween, o si eres negro y te vistes de blanco. Cuando era una niña, todo estaba bien mientras nos disfrazáramos de personajes".

Dicho comentario la convirtió en tema de debate mediático al indicar el blackface como una práctica “inocente” y “normal”. Como se dijo con aterioridad, el blackface encierra un contexto histórico de racismo hacia una sector de la población que ha sido oprimido durante siglos y la declaración de Kelly denota el olvido de la lucha social que los afroamericanos han enfrentado históricamente.

¿Dilema moral?

Más allá de pensar que hoy en día “la sociedad se ofende por todo”, la apertura a comprender el contexto socio-cultural en donde se reproducen ciertas imágenes o símbolos, puede incitar conversaciones valiosas sobre los límites de “lo políticamente correcto” y los discursos de odio. Al disfrazarnos, lo que se buscamos es disfrutar de un buen rato en nuestro círculo social; podemos caracterizarnos de aquello que verdaderamente admiramos y que nos gustaría ser, aunque sea por una noche.

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