Por Helena Varela
Europa es noticia… Y no por el fútbol, aunque no faltarán los fanáticos que digan que esa debiera ser la única razón por la que debiéramos voltear a ver al llamado “viejo continente”. Europa es noticia por los acontecimientos ocurridos en la última semana, que envían ciertas señales de alarma sobre el futuro de las sociedades.
Primero, fue Gran Bretaña, que le dio con la puerta en las narices a la Unión Europea, decidiendo, con argumentos más que discutibles pero definitivamente muy convincentes para una parte de su electorado, que mejor se largaban de ese proyecto que económicamente puede resultar demasiado caro para los beneficios políticos y sociales obtenidos. Sin entrar a la discusión de si el electorado fue “manipulado” o si votó así convencido de lo que hacía, debo decir que en parte no me sorprendió el resultado: medio en broma, medio en serio, se dice que cuando el Canal de la Mancha es invadido por la neblina, los ingleses, con la flema que les caracteriza, dicen que ante la niebla el continente –no la isla- es el que ha quedado aislado. Entonces no resulta tan asombroso que haya acabado primando esa idea de excepcionalidad, según la cual, no requerirían de la Unión Europea para poder generar desarrollo y prosperidad.
Lo que me preocupa es que esta decisión la haya tomado la población de mayor edad, dejando a los jóvenes, quienes no querían irse, que sean los que paguen los costos de esta decisión. Una votación dividida al 50% nos habla de una sociedad dividida, y si los costos comienzan a ser muy altos, auguro niveles altos de conflictividad.
A este hecho le siguieron las elecciones en España, con los resultados que ya todos conocemos: el triunfo del partido de la derecha (el PP), que logra recuperar 14 escaños, con un Partido Socialista que, a pesar de perder escaños, consigue quedarse en un segundo lugar, mientras que Podemos se mantiene prácticamente igual. ¿La lección? Pues que al final, ganó el miedo a lo desconocido, y se prefirió mantener el statu quo, aunque este statu quo esté dominado por la corrupción y el escándalo. La sociedad española no se atrevió a dar el paso y optar por una alternativa que, al menos en el discurso, amenazaba los cimientos de un sistema ya demasiado podrido. En definitiva, el conservadurismo como estrategia de supervivencia, o más vale malo conocido que bueno por conocer.
Algo en común tienen ambos sucesos, el Brexit y la victoria del PP, y esa es, desde mi punto de vista, la señal de alarma más preocupante: al final, se va imponiendo una forma de pensar y de actuar que excluye, que desprecia al “otro”, al extranjero, y que construye un discurso de odio que no puede sino generar conflicto y violencia. En el momento en el que escribo estas líneas, me entero del atentado ocurrido en el aeropuerto de Estambul, y que lleva ya un saldo de 36 muertos. Se trata de un nuevo acontecimiento que no hace sino confirmar mi planteamiento: malos tiempos para Europa…