Estimado macho: deconstrúyete
Hace unas semanas se estrenó en Netflix el filme francés de comedia No soy un hombre fácil (Je ne suis pas un homme facile), una historia que si fuera una obra literaria, podríamos definirla como una sátira: simpática y divertida, pero sin dejar de lado la crítica y la reflexión.
La actriz Eléonore Pourriat, en su primer filme como directora, nos presenta a Damien, un hombre machista, mujeriego y misógino que después de golpearse fuertemente la cabeza, despierta en una realidad completamente aterradora para él: un mundo donde los roles de género se han invertido y ahora son los hombres quienes se comportan y son tratados como las mujeres: se visten de rosa, depilan todo el vello de sus cuerpos y realizan labores domésticas, mientras que ellas, emprenden y dirigen negocios, les abren la puerta del auto a los hombres y los utilizan con fines sexuales y reproductivos. Irónico, ¿no?
Sin duda, esta alternancia en los roles de género resulta cómica para la audiencia, puesto que nos exhibe un escenario que nunca habíamos visto. Esta realidad paralela podría percibirse desde ridícula y desafiante hasta trágica y "relatable" —dependiendo de quien la mire—, dado que nos revela una contradicción a la condición actual, a través de un cuestionamiento directo a todas las conductas que tanto hombres como mujeres hemos reproducido a lo largo de la historia.
Pourriat nos sumerge en una trama que hace reflexionar al espectador acerca de los comportamientos, los estereotipos, los clichés y las tradiciones que rigen tanto a hombres como mujeres y que como sociedad, todos hemos perpetuado.
Ser hombre se ha traducido históricamente en privilegios. Vivimos en una sociedad en donde lo masculino se ha construido como lo fuerte, lo enérgico, lo valiente y lo positivo, pero ¿qué pasaría si un día, al despertar, nos encontramos inmersos en una realidad distópica para él? ¿Qué pasaría si de pronto, ser hombre significara luchar por el respeto a tus derechos y pertenecer a un movimiento masculinista para luchar por ellos?
Es innegable: los hombres gozan de cierta superioridad social, que ha servido como cimiento de un patrón de conducta asociado, por excelencia, a lo masculino, mismo patrón que, en su máxima expresión, se convierte en lo que llamamos machismo. Este molde, por otra parte, hace que lo masculino se coloque por encima de lo femenino y que, al mismo tiempo, adopte una posición de dominio y sometimiento hacia la mujer y todo lo asociado a ella.
No soy un hombre fácil nos pone a la mano todas las herramientas necesarias para reconocer que las mujeres nos encontramos en una posición histórica de desventaja ante los hombres pero, de igual manera, hace una invitación sarcástica y directa a todos los machos a repensarse y reivindicarse.
Éléonore Pourriat nos incita, a lo largo de la película, a re-evaluarnos y re-valorarnos pero, sobre todo, nos reta, a hombres y mujeres, a deconstruirnos y conducirnos hacia una realidad en donde ni uno ni otro dominen o sean sometidos. En otras palabras, hacia la equidad de género.