Elisa Carrillo: cuando el destino, el gusto y el éxito se cruzan
En medio de espejos y Battement Dégagés, una pequeña niña con grandes ilusiones soñaba con hacer lo que más le gustaba: bailar, sin importar los sacrificios en aras de la perfección, como son las ampollas o la irrupción de una vida ordinaria. No obstante, su temple la llevaría a pisar los grandes escenarios a temprana edad y a estar en contacto con el público desde los 9 años. Este hecho cambió su vida para siempre, siendo el aplauso y el cariño una fuente inagotable de alegría para la joven artista.
Su inquietud anticipada fue la que llevó a Elisa Carrillo a acercarse a la danza, reconociendo en ella la forma de expresión más inmediata de pasión y razón; misma que se demuestra en cada ejecución y escorzo.
Conforme la madurez fue acompañándola, Carrillo demostró tener un estilo plagado de dicha espumante e ímpetu dionisiaco, dejando a maestros y espectadores perplejos con su técnica y delicadeza. Elisa se inspiró en grandes musas como Laura Gutiérrez o Svetlana Zajárova, de quienes aprendió tanto sus virtudes como sus vicios. Eso constituyó una bailarina más fuerte y decidida a la hora de desenvolverse en las artes escénicas.
Como resultado, Carrillo se transformaría en una de las bailarinas más respetadas en México y el mundo. Su paso por los grandes teatros y las audiencias más exigentes, la condecoran como una figura notable del tablado, pero no por ello perdió el suelo. Su preocupación es la de legar buenas oportunidades a las nuevas generaciones para que, como ella, puedan realizar sus sueños y poner el nombre del país en lo alto.
Elisa Carrillo, a través de su fundación, creó Danzatlán; un encuentro internacional que reúne distintas expresiones dancísticas, desde lo folclórico, hasta el break, dance, contemporáneo y el ballet.
Texto: Carolina Payán.
Entrevista : Agustín Peña.
Fotos: Elisa Carrillo.