El fútbol callejero y los mini mundialitos
A la salida de la escuela te despides de tus amigos y te subes al autobús para ir a casa. Durante el camino, experimentas una sutil transición de estado de ánimo; de recordar las experiencias de ese día con tus compañeros de clase, a esperar impaciente llegar con tus amigos de la colonia. Es cierto, en la escuela hay una cancha de fut, pero está limitada al tiempo del recreo, y nada se compara con llegar a tu colonia y tocarle el timbre a tus amigos del vecindario para salir a jugar en la calle, con una pelota medio ponchada y unas piedras que delimitan el marco de la "portería", en una actividad a la que no llaman "partido de fútbol", sino "cáscara", tan sencilla y tan cotidiana, pero que crea cientos de recuerdos para el resto de tu vida.
Uno a uno, tus amigos van saliendo de casa: nunca falta el que sale ataviado con el uniforme de la liga infantil en la que juega; otros salen con su casaca mugrosa de los Pumas o del Barça, aunque nunca falta el amigo que solo sale con su playera de Iron Maiden y que siempre es el último en ser escogido a la hora de formar los equipos. Una vez que los equipos quedan conformados, se pelean por el nombre: "nosotros somos Brasil", "no, ¿por qué? ¡Ustedes ya fueron Brasil ayer!"
Todo se arregla con un democrático disparejo a la voz de "how are you speak"; se decide cuál de los dos equipos debe jugar sin camiseta, y listo, comienza a rodar el balón. Si salieron más jugadores que de costumbre, la conocida "reta" permanecerá a la expectativa, esperando su turno.
En tu pequeño universo ―delimitado por los confines de la colonia―, existen entre tus amigos mini réplicas de los grandes astros: un hijo de Layún que siempre vuela la pelota al garage del viejo mala onda, al que todos temen pedirle la pelota; el pequeño Neymar que se tira y finge estar desmayado para hacerte sentir mal; el aspirante a Modrić, que se elige a sí mismo como líder del equipo y se adjudica el derecho de regañar a sus propios compañeros; y por supuesto, el crack, el que podría ser el futuro Mbappé, pero que vive lastimado de las rodillas.
Decía el veterano cantante Enrique Guzmán que cuando era niño, su mamá le decía: "¿Por qué no se salen un rato a jugar?", y que se salían a jugar, pero la vida, porque vivían en el Viaducto. Ese es otro aspecto fundamental del fútbol callejero: no solo debes esquivar rivales, sino automóviles… ¿cuántas veces no detuvieron una jugada emocionante porque se acercaba un vehículo? ¿Cuántas veces no les tocaron una mentada?, o se asomó el conductor a gritarles: "¡Serán de hule!", o les recomendó alguna vecina "¿Por qué no se van a jugar al parque que está aquí a la vuelta?" O peor aún, tal vez incluso saliste corriendo para avisarle a alguna mamá que habían atropellado a su hijo, y luego lo acompañabas a la clínica de Xoco.
Finalmente, llega el momento de regresar a tu casa para hacer la tarea. Ni modo. Pero antes, hay tiempo para jugar un partidito de FIFA en tu consola de videojuegos. Para ese momento especial, solo seleccionas a tu mejor amigo para estar contigo.