ELECCIONES PARA QUE NO CAMBIE NADA

foto: Desinformémonos

 

por: Helena Varela

Este país parece vivir permanentemente en elecciones; más allá de las propias etapas electorales o de la resaca de los tiempos posteriores a las elecciones, a la ciudadanía le toca sufrir las pre-campañas, la preparación para las pre-campañas, los arreglos previos a la preparación de las pre-campañas y todo aquello que permite los arreglos previos a la preparación de las pre-campañas. Y así podríamos seguir… porque nuestra clase política ha encontrado que el verdadero negocio de la política está en torno a los comicios, cuando los votos se convierten en una moneda de cambio de prebendas, favores y acomodos que se van pagando en cómodos plazos entre elección y elección.

Y de esta manera, nos aproximamos a las próximas elecciones del mes de junio, cuando se elegirán gobernadores (y espero que alguna gobernadora) en 12 estados, 448 diputados y diputadas locales y 967 ayuntamientos. Y a estas alturas, ya estamos completamente saturados con lo que se supone que son los grandes temas: las posibles coaliciones entre partidos, el papel de las candidaturas independientes, la forma en que se reconfigurará el mapa político partidista de México o la fuerza con la que queden los líderes de los distintos partidos políticos. Análisis van y vienen, declaraciones van y vienen, y la ciudadanía sigue asistiendo a este espectáculo entre el hartazgo y el desencanto por tantas respuestas no encontradas, y porque al final, gane quien gane, todo sigue igual.

Y es que las respuestas que muchos y muchas buscamos no las vamos a encontrar en las alianzas partidistas, ni en las candidaturas independientes, ni mucho menos en los liderazgos de los partidos políticos o en las propias elecciones. No, ahí no vamos a encontrar más que la avaricia por ganar a cualquier precio o el afán de alcanzar el poder para poder lucrar: ahí vamos a encontrar mentiras, discursos vacíos y simulación.

Mientras tanto, nuestra clase política sigue votando en diferentes estados a favor de leyes que reprimen y criminalizan la protesta; mientras tanto, la clase política sigue manteniendo una actitud tibia y cómplice ante las desapariciones forzadas, ante los feminicidios, ante los asesinatos de periodistas o de defensores de derechos humanos, ante tantos problemas de nuestra sociedad que demandan una respuesta y sólo encuentran el silencio.

En Islandia, el primer ministro acaba de dimitir, al haberse visto implicado en los escándalos de los Panamá Papers. Y aquí no pasa nada: no pasa nada por las casas blancas, ni por los 43 desaparecidos, ni por Tlatlaya, ni por nada. Vendrán nuevas elecciones, pero mientras no pase nada, mientras no haya respuestas, el voto irá perdiendo su sentido.

No puedo sino acabar con las palabras de Pablo Iglesias en el intento de investidura del presidente de gobierno en España, porque reivindica lo que tanto falta entre los y las gobernantes del mundo, al abogar por “la política como el arte de cambiar las cosas y no como el arte de pactar para que todo siga igual”. Cuando tengamos esto, entonces quizá sí podamos encontrar respuestas en las elecciones.

Disclosure, beats provocadores que crean impulsos en el cuerpo

[Teatro] Reseña: Feroces