'El Globo Negro' de La Castañeda de regreso en el Indie Rocks!

Fotografía por David Segundo.

En la década de los noventa ya se había demostrado que el rock en español era posible. Diferentes bandas salieron y presentaron proyectos que innovaron dentro de un México hambriento de sonidos. Una de esas bandas tomó el nombre de La Castañeda (“La Casta”, para los amigos). Su propuesta escénica y sus letras inspiradas en los trastornos mentales llegaron a su clímax gracias a su segunda producción llamada El Globo Negro: Locus Niger (BMG, Culebra 1995), material que fue reeditado en vinilo este año y se interpretó en su totalidad el pasado domingo 16 de julio, bajo el techo del Indie Rocks.

A diferencia de otros conciertos, el venue no estaba lleno de jóvenes con tenis y playeras de colores, sino de adultos –o chavorucos– vestidos de negro y botas, que en otra década se hicieron llamar: “La hermandad pelona”. Esta presentación fue un llamado a esa generación que alguna vez pagó la entrada a un toquín con kilos de arroz o frijol y que en vez de celulares, prendía un encendedor (aunque no en esta visita al IR!).

Antes de empezar con el festejo, La Castañeda puso en las bocinas un documental que explicaba cada canción de El Globo Negro, un disco conceptual que “inicia en la cabeza y termina en el cuerpo”. Sin excepción, todas las canciones fueron coreadas: “Gris normal”, “El pescado”, “La ventana”, “Tu culto” y, por supuesto, “Tloque-nahuaque” que creó un bonito slam con mucha cerveza derramada.

Esta vez no puedo decir que fue un concierto que unió generaciones, más bien fue uno para fans que por momentos demostraron cómo se vivía el rock mexicano hace 20 años. No había charlas durante las canciones, la atención era sólo para “La Casta”. Y además, debo decir que es el show con más mentadas de madre y chiflidos al que he asistido. Claro, todo era de cariño y los músicos lo sabían, lo recibían con aprecio y no paraban de agradecer.

La segunda parte del show fue para dejar claro por qué La Castañeda se hizo de tantos seguidores. Sus canciones no se han olvidado y el IR! vibró como pocas veces. “La espina”, “Cautivo de la calle”, “Que negro”, “La guera”, “Del barrio”, “Lo demonio”, “Cayendo”, “Cenit”. Fueron dos horas llenas del rock que marcó una época y que algunos, a pesar de no haberla vivido, apreciamos gracias a nuestros hermanos mayores.

Al final, para no romper con la tradición, la banda tocó “Misteriosa” y provocó el segundo slam de la noche. El festejo terminó con un sentimiento de nostalgia al compás de “Transfusión”. Después de todo, La Castañeda demostró que la hermandad sigue activa, que sus seguidores no los olvidan y a pesar del tiempo sus canciones siguen coreándose igual de fuerte que hace hace dos décadas.

Por el momento no sabemos nada de un nuevo disco, pero sí de un festejo en grande por sus 28 años de carrera. Quizá este concierto parecía una reunión de ex alumnos de la secundaria generación 1995, pero fue divertido, siempre es bueno regresar a donde empezamos.

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