El recorrido con King Krule en The Ooz.

Uno de los aspectos más interesantes del disco The Ooz, es la continuidad que lo caracteriza. A pesar de la disparidad musical que muestra el artista que se hace llamar King Krule, nunca se pierde la sensación que la música lleva a uno en un viaje, un recorrido en el cual cada una de las piezas parece que se encuentra en un lugar preciso, y se complementa con aquellas que le rodean, como un rompecabezas. Se trata del tercer álbum de estudio del inglés Archy Marshall, y el segundo lanzado bajo el nombre King Krule, anteriormente conocido como Zoo Kid. El álbum fue producido por él y Dilip Harris, bajo la disquera XL Recordings. Es el disco sucesor de los dos trabajos anteriores de Krule, 6 Feet Beneath the Moon y A New Place 2 Drown, lanzados en 2013 y 2015 respectivamente. Es un álbum con variedad de sonido, a veces suena lento y nostálgico, con aire de lounge, como es el caso de “Logos”, una canción que suena a Kid Koala o Lovage. pero suele tener elementos que recuerdan más al jazz, como el uso del saxofón. La guitarra y teclado de Krule le dan un último de toque rockero.

 

Vía NME

“Lonely Blue” recuerda al trip hop, aunque con un sonido mucho más austero, sin el protagonismo de los beats y los samples, pero no es demasiado difícil imaginarse a Beth Gibbons cantando la letra. Sin embargo, sería poco sensato dejar de lado la voz de King Krule, ya que destaca por su versatilidad. Su voz puede complementar desde el tono lento y melancólico de algunos de los temas, pero también canciones más aceleradas. Ya sea que su voz cuente una historia de manera lacónica, como en “Czech One”, o los gritos de “Vidual”.

En otros momentos, The Ooz suena también a rock alternativo, como en la pegajosa y acelerada “Dum Surfer”, en la cual suenan acordes similares a las demás canciones, pero con un ritmo distinto, acompañado de requintos de guitarra. Algo similar sucede en “Emergency Blimp”, aunque suena mucho más a rock, con un ritmo que recuerda al post punk y las vocales de Krule se tornan un tanto más agresivas.

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Posiblemente la canción más climática del disco es “Vidual”, con un duro ritmo, y un bajo que recuerda a los Arctic Monkeys, mientras que la voz de Krule sigue la pauta, pero de pronto sus vocales se salen del orden impuesto del ritmo, balbucea y grita como si quisiera emular a Joe Strummer de The Clash.  “Half Man Half Shark” no se queda atrás, pero es más melódica. En esta canción, domina el bajo, que carga a la canción con su sonido distorsionado, pero que a su cierre vuelve a la tranquilidad con el piano, mientras que su padre, Adam Marshall proporciona vocales de fondo a lo largo de la canción.

Con respecto a las letras, sus temas son tan variados como los elementos musicales que incluye el álbum. “Bermondsey Bosom”, se recita a forma de poema, mientras que el (Left), uno de los dos lados, lo recita Adam Marshall, y el lado (Right), es recitado en español .Por las referencias a los discos anteriores, parece que se refiere a Krule mismo, presentado como una especie de artista egoísta. Mientras tanto, “Logos” menciona el tormento de Archy ante figuras femeninas, que van desde el desamor hasta el alcoholismo de su madre. En el caso de “Half Man, Half Shark”, se habla de una figura abstracta, un híbrido entre un tiburón y un hombre.

The Ooz es un álbum que puede disfrutarse mucho. Puede ser un poco confuso a momentos, por su inconsistencia y eclecticismo, pero la clave está en el estar inmerso, ya que tiene variedad de ideas, sonidos y sentimientos que expresar, que a momentos provoca melancolía e introspección, pero en otras ocasiones, también ofrece canciones que se podrían bailar. Variado, con altos y bajos, como puede llegar a ser la experiencia de lo cotidiano. Si uno emprende el camino de las canciones con King Krule como guía, hay mucho que descubrir.

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