El (des)amor en tiempos de The Whitest Boy Alive

El (des)amor en tiempos de The Whitest Boy Alive

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En 2019 un festival en Long Beach, California, decidió apostar por la nostalgia y al sonido que marcó los primeros pasos de la década de los 2000. El Just Like Heaven regresó a los escenarios a The Rapture tras su separación del 2014 y albergó en sus filas a las bandas más importantes de ese momento, Phoenix, los Yeah Yeah Yeahs, MGMT, Shiny Toy Guns, Beach House y hasta She Wants Revenge, justo como si encontráramos una escalera al cielo y la banda sonora del más allá fuese el soundtrack de los mejores momentos de nuestra juventud. 

Los dosmiles vieron el boom del electro y la época de oro del mal llamado “indie rock”. Muchos proyectos siguen en pie y lanzan material nuevo cada par de años siendo los headliners de la industria actual, otros decidieron dejar la profesión y así como 2017 fue el año en que resucitó el shoegaze, 2019 parece ser el año en el que el famoso indie está de vuelta, aunque nunca desapareció realmente. 

The Whitest Boy Alive es un claro referente a las bandas dosmileras que están de regreso en el radar, marcando el primer concierto de la agrupación desde el 2014 para un festival en Chile en noviembre de este año.

Tras la representación de la melancolía perpetua en el proyecto de los Kings Of Convenience, Erlend Øye decide buscar otra salida para su música que funcionara como la contraparte de los Kings y así es como nace TWBA, lanzando su debut Dreams en el 2006. Con una carrera corta pero contundente, los Whitest lograron un sonido ecléctico, que reunió varias tendencias de la década con la singular voz de Erlend. A diez años del Rules, repensamos el segundo y último material de la banda.

Grabado por ellos en su estudio ubicado en las playas de Nayarit, México, y lanzado por su propio sello Bubbles Records escuchamos un The Whitest Boy Alive que bien pudo ser firmado por DFA Records por sus elementos –bajos y baterías– electrónicos. Mucho más upbeat que su predecesor, el Rules sí es un disco bailable pero no es el disco que sonaría en una discoteca o un bar; la suma de sus elementos precisan de una escucha más atenta e introspectiva, para disfrutar de su composición y producción que a pesar de sonar como improvisaciones, son ritmos fríamente calculados. 

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The Whitest Boy Alive surge como la idea de ser un proyecto electrónico y en esta producción está el resquicio de esos inicios que podríamos categorizar como un disco de “dance pop minimalista”, convirtiéndose en el favorito de sus adeptos. Con base en este pensamiento, la banda editó el orden de las canciones en el vinilo del álbum para que funcionara como un mix sin intervalos entre canciones. 

A lo largo del disco se puede escuchar la historia de una –o varias– relaciones amorosas. Desde el momento que sientes mariposas en el estómago por tu crush, la famosa etapa de la luna de miel, el miedo a confesar tus sentimientos y la aventura que significa aceptar el compromiso –como lo canta Erlend en “Courage”–. Los altos y bajos, las piedras en el camino. En “Gravity” lo difícil que es un engaño y más cuando puede no ser directamente de tu pareja amorosa, sino de tu mejor amigo intentando robarte al amor de tu vida. Luego llega la etapa de la inminente depresión, el tomar la decisión de continuar o dejar ir, hasta terminar en “Island”, donde te encontrarás rodeado de tus emociones y una abrumante soledad pero al final todo estará bien.

Quizá el Rules más allá de ser la historia de amor/desamor con la que sus escuchas simpatizaron, es un manual sobre las reglas sociales que dictan cómo es el amor y las etapas del enamoramiento. Puede ser una invitación reflexiva a crear nuestras propias reglas de cómo vivir nuestras relaciones y el amor mismo. 

Escucha el #Vintage909 aquí:

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