Por Jorge Ceja Morán (@cejamoran)
A menos de un mes de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, los candidatos por parte del partido Republicano y Demócrata, dejan ver que México no es el único lugar donde se vive una crisis política grave. Con una población de más de 300 millones de personas, la sociedad norteamericana tendrá que elegir entre un empresario machista y xenófobo, y una ex Secretaria de Estado que se ha visto envuelta en escándalos de espionaje en contra de funcionarios africanos.
https://www.youtube.com/watch?v=CM39yvQojak
El pasado 9 de octubre se llevó a cabo el segundo debate (combate) entre Hillary Clinton y Donald Trump, un evento de hora y media en donde los candidatos debían mostrar sus mejores propuestas y argumentos para convencer a la ciudadanía de salir el próximo 8 de noviembre y votar por ellos. En vez de esto, pudimos ver un enfrentamiento en el que lo más importante era denostar al rival y a sus seguidores.
https://www.youtube.com/watch?v=ZR3h8U1JIyQ
Los temas para debatir sobraban: migración, terrorismo, igualdad de género, salud y educación, -por mencionar algunos-, los cuales no parecieron ser tan importantes como los comentarios vulgares de Trump y la crisis en el matrimonio de Hillary. Lo único que se visualiza ampliamente es que durante los próximos cuatro años alguno de ellos dos representará a uno de los países más poderosos del mundo y será el encargado de tomar decisiones que nos afectaran directamente.
Una vez terminado el debate las encuestas daban como ganadora a Hillary Clinton con el 57% y Twitter aseguraba que fue el evento político más hablado con 17 millones de menciones en 140 caracteres. Ninguno de los dos datos sirven cuando un debate se convierte en reality show.