El ángel del Cuauhtémoc

“Yo sólo vine a ver a Cuauhtémoc” ¿Quién, en su sano juicio, iría a ver un Puebla-Tigres con la esperanza de divertirse? Vamos, ni los poblanos mismos, ni los Tigres sintieron ánimos de invadir Puebla, como ya han hecho en otras ocasiones. Butacas sin ocupar, gritos con eco, murmullos, bostezos. Sólo hay una razón para ir al partido: Cuauhtémoc es el imán al Cuauhtémoc.  El primer tiempo transcurrió sin sobresaltos. Los encargados de brindar las emociones y transmitir pasión estuvieron desapercibidos, sin idea, sin ángel. Claro, faltaba Cuau. En la grada el ambiente es frío, callado, apático. Así fue como se fueron 45 minutos con muy poco para reseñar. Pocas palabras más merecen en esta crónica además de las ya escritas, que ya son piropo.

En el segundo tiempo el juego se transformó, digno de nuestro bipolar fútbol mexicano. Todo empezó a tornarse más agradable gracias al cambio que realizó Rubén Omar Romano, quien dio entrada a Flavio Santos. El ataque camotero se revolucionó. Solo un par de minutos después Flavio tuvo un mano a mano que fallo por displicente, pero cobraría revancha cuatro minutos después al marcar el primer gol del partido tras rematar un ‘re-centro’ en el centro del área. En breve lapso, más opciones dispuso el Puebla con Santos en el campo que en todo el primer tiempo.

Algo que caracteriza a los equipos de Romano es la falta de equilibrio y serenidad en momentos cruciales; ‘La Franja’ supo retener esa ventaja que tanto les había costado lograr. Seis minutos tardó Guerrón en igualar el partido en favor de los Universitarios, gracias a un misil que soltó casi ahogado contra la línea final, que se escapó a velocidad ultrasónica: de no ser por la red, habría llegado a Veracruz. Para los estándares de exigencia del ‘Tuca’ Ferreti  sacar un punto de visita es oro molido.

Ya para esos momentos el ambiente en el Estadio Cuauhtémoc era aceptable para un juego de primera división, pero sin duda alguna el momento de mayor clímax fue la entrada del ídolo inagotable, Cuauhtémoc Blanco. La acción de quitarse el peto fue tan celebrada como el gol de Santos. Al ‘Temoc’ sólo le bastó tocar su primer balón para dar una asistencia manifiesta de gol; Flavio Santos recibió el balón con ademán de bailarín; libró una escaramuza con el arquero y la pelota, lloriqueante, salió despejada por Ayala, casi sobre la línea final. No es dechado de refinamiento, ni un cuerpo hercúleo ni la velocidad de antaño, pero algo tiene aún Cuauhtémoc Blanco.

Después el juego regresó al nivel de la Liga MX y sin mayores ocasiones claras el partido se fue diluyendo. Para el Puebla el empate de local es un pésimo resultado; máxime si el descenso alerta y si, tan sólo, ha capturado dos puntos de nueve posibles como local.

Durante la conferencia de prensa, los dos técnicos coincidieron en que fue el mejor partido que La Franja ha dado durante el torneo. Para Romano, los Tigres son el Real Madrid de México (no, no estaba ebrio) si se comparan planteles, por eso mismo destacó que el equipo, aún con seis bajas entre lesionados y suspendidos, haya logrado arrancar el empate, agregó que si el punto no lo deja feliz, sí lo deja satisfecho; lo importante era sumar y cortar la racha de dos derrotas seguidas. El ‘Tuca’ fue tajante; qué hacer con Cuauhtémoc: “habrá que andarnos con cuidado”. Al final, todos contentos.

 

Jacobo Frontana

@jac_frontana

 

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