-Will: [...] dentro de cincuenta años empezarás a pensar por ti mismo y te darás cuenta de que sólo hay dos verdades en la vida: una, que los pedantes sobran, y dos, que has tirado cien mil pavos en una puta educación que te hubiera costado un par de dólares por los retrasos en la biblioteca pública. -Clark: Sí, pero yo tendré un título, y tú servirás patatas fritas a mis hijos cuando paremos a comer, antes de ir a esquiar. -Will: Es posible, pero yo seré una persona de verdad. y si eso te supone algún problema, podemos salir a la calle y solucionarlo.
Good Will Hunting
Desde que la humanidad tiene memoria y con el gran aliciente que propició la aparición de la escritura, se llegó a la conclusión que el conocimiento es poder. Ser culto e instruido es caminar dos pasos adelante del resto del mundo. No obstante, el mundo de las ideas y conceptos que puede albergar una mente brillante, contrasta con la experiencia mundana, es decir: el mundo de las ideas muchas veces se confronta con el ruido terrenal de la cotidianidad, conocimiento versus experiencia.
El seis de marzo de 1997 se estrenó Good Will Hunting (en español conocida como El indomable Will Hunting o En busca del destino), dirigida por Gus Van Sant y protagonizada por Matt Damon, Robin Williams (1951-2014), Ben Affleck, Stellan Skarsgård, Minnie Driver entre muchos otros. La historia se focaliza en las andanzas del joven Will Hunting (Damon), adolescente de carácter irascible que se desempeña como conserje en el insigne Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), a pesar de su paupérrimo trabajo, Will es un genio que resuelve fácil y clandestinamente problemas matemáticos de gran envergadura destinados a los alumnos de la institución donde labora. Un chico pobre, aparentemente sin valía alguna, invisible a los ojos de la élite del conocimiento anglosajón, resulta ser un genio atrapado por las condiciones socioeconómicas y culturales de su entorno. El sino del joven Will da una vuelta de tuerca al ser sorprendido en acción por el profesor Lambeau (Skarsgård), sus contradicciones, demonios y fantasmas comenzarán a aflorar después de ese encuentro que sellará su destino.
Con un presupuesto modesto de poco más diez millones de dólares (cifra que se vio rebasada exponencialmente con una recaudación de $225, 933, 435) Van Sant y compañía (Lawrence Bender, en la producción; Elliott Smith y Danny Elfman en la música, Jean-Yves Escoffier en la fotografía) se aventuraron a contar una historia humana que se sustenta en un guión poderoso, producto de la colaboración de Ben Affleck y Matt Damon, que se aleja diametralmente de cualquier artificio que los efectos especiales o un uso exacerbado de la violencia gráfica puedan ofrecer a cualquiera de los blockbuster de temporada.
El tándem que surge de la interacción de Robin Williams (Sean Maguire) con Matt Damon (Will Hunting) es la piedra angular de la cinta, la anécdota de un joven inadaptado con un cerebro superdotado sitúa en la palestra cinematográfica los extraordinarios dotes histriónicos de ambos intérpretes. La aparente simpleza de la historia contrasta con la complejidad del carácter de Will, el personaje poseedor de una inteligencia privilegiada se enfrenta directamente con su estilo de vida: la calle, su estrato social, sus amistades condenadas al ostracismo y la monotonía de una vida simple. Will es un ser humano con capacidades superiores a las del promedio, sin embargo, es tan vulnerable como cualquiera. La inteligencia superior, lejos de ser una ventaja para Will, es una máscara que esconde su fragilidad, sus traumas y su verdadero yo.
La relación entre Sean Maguire (Williams) y Will es la clásica concomitancia entre maestro y alumno, sin embargo, los actores consiguen voltear de un manotazo actoral el cliché del tópico. Damon y Williams sustentan la cinta gracias al poder de las emociones que reflejan en la pantalla, lo que en primera instancia parecería la típica narración de crecimiento, da paso a un tour de force de emociones a flor de piel.
Mención aparte merece el hipnótico poder que emana de la actuación de Minnie Driver (Skylar), quien interpreta a la mujer que mediante el poder del amor (o las reacciones bioquímicas que vienen con éste) detona una bomba emocional dentro del marginado genio. El joven superdotado sucumbe ante un sentimiento-reacción común y corriente: el enamoramiento. La máscara del muchacho sabelotodo cede poco a poco a las emociones, mostrando al verdadero Will en toda su debilidad y flaqueza.
La calidad interpretativa de los histriones fue recompensada con la entrega del premio Oscar como mejor actor de reparto a Robin Williams. Además, Ben Affleck y Matt Damon fueron acreedores al Oscar al mejor guión original.
Por otra parte, Elliott Smith (genio atormentado que podría tener su símil con el personaje de Matt Damon) y Danny Elfman consiguieron crear una banda sonora eficaz que acompaña de manera adecuada las secuencias de la cinta, sobre todo las de mayor fuerza dramática, es decir: donde interactúan Damon, Williams y Driver. La capitalización del esfuerzo de ambos compositores y músicos se vio recompensado con una nominación al Oscar por mejor canción original, el tema fue la melancólica “Miss Misery”, tema que sucumbió al poderío de “My Heart Will Go On” de la multipremiada Titanic.
Éxito, prestigio social, medrar en la sociedad capitalista son las aspiraciones de una amplía mayoría de la población que camina todos los días hacia sus trabajos, lamentablemente, pocos son los que desarrollan con plenitud sus talentos, por ende sus fines. Will Good Hunting escarba dentro de los estereotipos y dilemas de la sociedad contemporánea, a pesar de tener veinte años continúa conectando con el público que se aventura en ella.
Van Sant pregunta implícitamente: ¿Qué hacer cuando se posee un don que nos pone en ventaja sobre los demás? hay muchas respuestas y demasiadas lecturas, el tiempo (ese cruel tirano) pone en perspectiva a cualquier obra de arte, el devenir hace que las cosas se miren desde diferentes puntos de vista enriqueciendo nuestra primera lectura, en este caso, mirada.
¿Evolución o Inmutabilidad? Eso es cuestión de cada individuo, sería la respuesta adecuada y simple, no obstante, hay factores que inciden directamente en el desarrollo de las sociedades y por lo tanto de los individuos. El indomable Will Hunting es una muestra clara que mantiene su poderío histriónico y frescura temática. Vale la pena volver a visitarla como a un viejo amigo al que hace mucho tiempo no se ve.