Emilia Pérez: la espectacularización del cliché sobre lo mexicano
Tres mariachis con la cara blanca conforman la primera imagen de Emilia Pérez, la película más reciente del director francés Jacques Audiard, protagonizada por Zoe Saldaña, Karla Sofía Gascón, Selena Gomez y Adriana Paz.
Rita es una abogada que trabaja para un despacho que defiende criminales. Harta, decide aceptar un trato con un narcotraficante mexicano apodado “El manitas”, para ayudarle a encontrar un equipo médico que le realice operación de cambio de sexo.
En la película nos dibujan a un personaje violento que no escapa de las representaciones hollywoodenses; incluso, la negociación e intento de persuasión hacia la abogada para que le ayude es a través de mucho dinero y un ataque violento hacia su vida. “El manitas” se convierte en Emilia Pérez no porque quiera esconderse de la justicia, sino porque define su identidad como femenina.
A lo largo de la cinta, Emilia Pérez decide invertir sus ganancias como sicario en abrir una organización para la búsqueda de las personas desaparecidas en México. Fondea su organización con dinero de políticos, empresarios y criminales que fueron sus cómplices durante la época en que fue narcotraficante. Hasta ahora la historia ya se escucha compleja, y sin imaginar, que está contada en tono musical.
¿Puede un extranjero narrar situaciones complejas de violencia de un territorio que no es el suyo? Yo digo que sí. Un gran ejemplo me parece Los olvidados, de Luis Buñuel
¿Temas sensibles pueden contarse en tono de musical y desde el humor? Claro que sí, pienso en The Book of Mormon de Trey Parker, Matt Stone y Robert Lopez; en el ámbito musical y Jojo Rabbit de Taika Waititi, que toma al personaje más fácil de odiar de la historia contemporánea y lo vuelve, simplemente, ridículo. Sin embargo, “Emilia Pérez” me parece un ejemplo de malas prácticas que termina promoviendo estereotipos que me parecen peligrosos.
El primero de ellos es que ser trans tiene que ver con la genitalidad. El personaje de Emilia Pérez no parece reconocerse como mujer solo a través de la operación de cambio de sexo.
Si bien, por supuesto que las personas trans deben tener el derecho a decidir acceder a los procedimientos quirúrgicos que crean necesarios para el desarrollo de su identidad. Solo no hay que olvidar que la comunidad trans está luchando por ser reconocida más allá de la genitalidad. Entre estos esfuerzos podemos encontrar a Infancias trans.
Emilia Pérez parece promover una identidad trans que sólo es posible a través del cambio de la genitalidad. ¿Puede ser de otra manera? Si, Sebastián Lelio nos lo muestra en Una mujer fantástica.
Todo lo cliché sobre lo que es ser mexicano parece ser aventado a una licuadora: mariachis, la virgen, el tianguis, religiosidad católica. Y no estoy diciendo que en México las personas no vivamos tales expresiones culturales, sino que la forma en que Audriard las espectaculariza provoca que se sientan falsas, como esos tours que ofrecen a los turistas gringos para conocer “el verdadero Tepito”.
En México, de acuerdo con el Centro Prodh ,en su informe Nos llaman las locas de las palas, 97% de las personas que buscan a los desaparecidos son mujeres, generalmente, madres pero también, hermanas, tías, etc.
Las tareas de búsqueda son prácticamente autogestivas, acompañadas a veces por ciertos organismos de defensa de Derechos Humanos, pero siempre a contracorriente del gobierno que, en vez de ayudar obstaculiza, y muchas veces es cómplice en alguno de sus niveles.
La película muestra que Emilia Pérez construye prácticamente un emprendimiento de búsqueda de desaparecidos con modelos de financiación de grandes cenas de recaudación de fondos, convirtiendo al personaje de Pérez en una figura que hace beneficencia a través de un modelo empresarial.
Nada más alejado de la realidad y al hacerlo, invisibiliza las condiciones en que las personas que buscan a los desaparecidos han tomado la batuta, así como recurre a la figura de liderazgo individual -si me lo preguntan- un modelo muy patriarcal de entender la organización colectiva. Claro, y acá vendrá el contraargumento: ¡Es una ficción! Pero el director ha declarado en entrevistas que decidió México como lugar para esta historia porque: “ […] aquí la historia tenía sentido. Y ¿por qué tomar el tema de los desaparecidos?, porque es un tema que a mí me ha obsesionado durante mucho tiempo. Por ejemplo, sé que están los 43 estudiantes que desaparecieron. A lo mejor ustedes en México tienen a los desaparecidos más presentes, pero en Francia esto aparece y a los dos días está olvidado, pero yo dije: ‘A mí no se me va a olvidar, yo no olvido’”. Entonces, señor director, si está obsesionado con un tema, por favor: lea informes, conozca el contexto y que su ficción no produzca representaciones que invisibilizan las condiciones de quienes sufren y se hacen cargo de estos dolores. Su largometraje no hace ningún favor a estas realidades.
Y ojalá nos quedara una película de disfrute musical, pero no es así. La rítmica y la interpretación de las canciones no logran conectar, probablemente por un mal entendimiento del idioma español. Aunque no es la primera vez que el director francés dirige en un idioma que no conoce... por ejemplo, en The Sisters Brothers. Sin embargo, esta vez, simplemente no hay ritmo. Eso sí, los movimientos de cámara y las coreografías son impecables.
Ya sé, que esta crítoca está yendo contra 99% de las cosas que he leído sobre esta película, que alaban lo innovador y “mexicanísimo” de este filme. También sé que ganó el premio del jurado en el Festival de Cannes y el de mejor interpretación femenina, que Karla Sofía Gascón recogió en nombre del grupo de actrices formado por las estadounidenses Zoé Saldaña y Selena Gómez y la mexicana Adriana Paz.
Además, ganó a Mejor Película, Mejor Actriz, Mejor Dirección y Mejor Guion en la edición 37 del Cine Europeo, y que será la cinta que representará a Francia en los Premios Oscar, sin mencionar las diez nominaciones en los Golden Globes de la cinta. Lo siento, los premios, a mi parecer, no garantizan nada.
El cine es el maravilloso mundo de la ficción, en el que podemos crear otras lógicas. Solo quisiera recordar la preocupación de Walter Benjamín sobre esta técnica de representación: hay una posibilidad de estetizar la política; es decir, encubrir entre grandes efectos, encuadres, movimientos de cámara y una audaz edición la legitimación de estereotipos que encuadran a otrxs e invisibilizan sus opresiones; y yo solo diré que a veces la maravilla estética y la buena intención, no bastan.
Pero, no me crean. Véanla, se estrenará en México a inicios de 2025.
Si quieres leer a alguien que cree que esta es una gran peli y sus razones, da clic aquí..