Amigos nuevos en Trópico 2024
En el mejor de los casos, las personas que nos rodean nos escogen porque les gusta nuestra personalidad.
Tu amiga ultrafresa, pero la más aventurada en gustos musicales; el pandillero que se ríe de tus chistes más ñoños, y esa bestie en quien siempre puedes confiar para que te diga las cosas como son. Todos ellos, si te va bien, están a tu lado porque lograron ver y apreciar las cualidades y excentricidades que viven al fondo de tu ser y te dan forma.
Se dice fácil. Dar el paso para realmente conocer gente nueva y experiencias nuevas puede ser complicado –¿De qué voy a hablar con el más orco del rave, si cuando yo esté despertando él va a estar buscando after? ¿Cómo voy a conectar con música que no conozco, lejos del familiar caos de la CDMX y en un festival completamente fuera de mi elemento? –.
Hay que esforzarse por ver más allá de las primeras impresiones para encontrar esa personalidad. También es importante dejar que esa personalidad -solita- se manifieste para poder apreciar sus diferentes facetas y detalles.
Por eso, uno que es flor de asfalto, no tuvo de otra mas que poner atención y escuchar qué nos quería decir el Festival Trópico entre bocanadas de vape de mango-naranja-melón, con su acento fresa chilango y a punto de derramar en la arena el cóctel que carga en la mano.
Así me imagino a Trópico. Un tipo recién entrado en los 30, de shorts y camisa de lino abierta hasta el abdomen. Lleva lentes de sol aunque sea de noche. Tal vez porque va durísimo en la fiesta y se la amaneció sacudiéndose con Pachanga Boys. Tal vez porque estuvo esperando desde temprano para ver a Helado Negro y no quiere que te des cuenta de que se conmovió hasta que le ganaron las lágrimas.
No es que le de lo mismo perrear en el piso con El Malilla reventando a darle traguitos a su gin & tonic escuchando a Laid Back en la playita... más bien sabe qué le gusta y que tiene espacio para disfrutarlo por igual.
Por eso el festival se siente más como una fiesta que como un espectáculo. Para los más relajados las presentaciones de Instituto Mexicano del Sonido, Buena Vista All Stars, Aluna y Helado Negro se sintieron más íntimas y cercanas al público.
Por otro lado, los más temerarios tenían en su arsenal a Channel Tres, Avalon Emerson, Aili y Chaos In The CBD asegurándose de que nadie se quedara inmóvil. Si bien es claro que hay una división de ambientes en cuanto al cartel, todo da un genuino aire de celebración, de calidez y, de alguna manera, de amistad.
Es un festival más bien pequeño. El espacio está concentrado en un hotel y una pequeña sección de la playa, apenas a un costado de Revolcadero.
Hay un escenario principal y dos más pequeños, uno sobre la playa. También hay una alberca, una palapa y un cuarto adaptados como discotecas chiquitas donde se presentan DJs. No es un evento masivo. La concurrencia no es tanta como uno hubiera imaginado: tiene sentido, pues se adivina de inmediato que es un festival dirigido a un público de mayor poder adquisitivo… probablemente son personas de otros estados que viajan a Acapulco para vacacionar, atender al festival y pasar la fiesta en la playa hasta el amanecer. Todo, con costo de entradas, hospedaje, traslados, consumos y más.
Tal vez por eso también me imagino a Trópico como el tipo al que no le preocupa el dinero, y en consecuencia a sus amigos les cuesta trabajo seguirle los planes. Hay que presupuestar la fiesta, o quedamos.
Tal vez no congeniamos del todo, pero así se hacen los amigos. Al final, estoy convencido de que es más refrescante conocer a quien lleva sus gustos y su personalidad por delante que a alguien que lo que quiere es caerle bien a todo mundo.
Un festival como Trópico que puede parecer ensimismado o poco accesible, resulta también increíblemente entusiasta, divertido, sensible y honesto. En contraste con algunos espectáculos que intentan abarcar todos los temas y ganar favor universal, Trópico se justifica por puritito carisma.