Fotografías por Oscar Villanueva Dorantes (@theozcorp)

Los franceses son perfeccionistas, y, cuando se habla de música francesa sólo podemos esperar un golpe auditivo, elegante y sensual. En los ochenta los franceses se apoderaron del house, lo revolucionaron como french house y el baile se volvió obligatorio. Mucho ha pasado desde entonces, las barreras entre géneros se van desdibujando pero la corona francesa sigue en alto y su peculiar sonido sigue siendo un referente que hace voltear más de un par de oídos.

L’Impératrice nace en el 2012 con el propósito de transformar el french house en un clásico y desde entonces se han empeñado en enaltecer esa corona. Con más de cuatro EPs bajo el brazo y su debut que apenas vio la luz el año pasado –Matahari (2018)– han tenido la oportunidad de crearse un gran número de adeptos de todos los gustos musicales. Escuchar a la gente corear sus canciones sin la importancia de una barrera lingüística nos habla de que no han pasado desapercibidos y de la existencia de una esperanza latente porque un día cruzaran el charco con destino a México. La primera visita de la banda agotó sus shows en Monterrey y la CDMX, con una presentación extra en Guadalajara como parte del festival Akamba.

El Auditorio Black Berry fue el espacio para la segunda fecha de L’Impératrice; desde temprano habían personas fuera del recinto con el corazón de la mano en busca de una entrada que les permitiera el paso a un show imperdible. Dentro no cabía ni un alma más al pasar las nueve de la noche, hora en que empezó Mylko, el dúo de Pato y Jopa que está por lanzar su disco debut Fractures. Escuchamos “XO”, su más reciente sencillo.

La espera siempre vale la pena. Una alineación impecable de seis músicos, uniformados en blanco y azul tomaron sus posiciones. Charles de Boisseguin y Hagni Gwon en los teclados y sintes, David Gaugué en el bajo y Achille Trocellier en la guitarra, Tom Daveau en las percusiones y por supuesto, su última adición y parte indispensable, Flore Benguigui en la voz. Como cualquier banda que visita por primera vez un país desconocido se vislumbraba en sus rostros una sonrisa enorme, una emoción conjunta por dejarnos con la boca abierta y pelos de punta. Comenzaron su show con “Ma Starlight”, se abrió la pista de baile y el funk corrió por nuestras venas; desde ese momento el beat nunca cayó hasta que terminó su presentación tocando sólo las versiones francesas de sus canciones.

¡Son unas estrellas! Es lo único que cruzaba en mi cabeza mientras dominaban el escenario. Por una hora y media nos encontramos en una de las mejores fiestas de París con uno de los sets más frescos que hay, un set que no dejó su destino en la tecnología; un set perfectamente ejecutado por músicos excepcionales. Me encontré atónita e hipnotizada ante su destreza; a mi alrededor el Auditorio Blackberry echaba fuego y mostraba su mejores pasos mientras las bolas disco iluminaban nuestros rostros terminando así con lo que definitivamente fue una brillante noche de L’Imperatrice, esperemos no sea la última.