Si te falta barrio… viaja al centro de la CDMX con Armando Ramírez
Por: Dalia Morquecho
Estamos a unas semanas del aniversario luctuoso de Armando Ramírez, un escritor y cronista mexicano que falleció el año pasado, un 10 de julio, a los 67 años. Originario de Tepito y sin una formación literaria, dedicó su vida a plasmar y describir cómo es vivir en los barrios de la Ciudad de México, adoptando su lenguaje común a las narrativas de sus textos. Tuvo una participación muy activa en el movimiento estudiantil de 1968, así como en programas de radio y televisión. Es conocido, además, por ser uno de los fundadores del colectivo Tepito Arte Acá, proyecto que, al principio, intentaba producir manifestaciones de artes plásticas y que con el paso del tiempo fue incluyendo actividades literarias, teatrales y sociológicas también.
Chin Chin el Teporocho es, quizás, el libro más conocido de Armando Ramírez; una novela que describe el contexto social y económico de un joven de 21 años llamado Rogelio, que vive en Tepito —uno de los barrios más famosos y populares de la Ciudad de México— y que termina por enamorarse de Michelle, la hija de un rico abarrotero.
Narrada en los años 60, la narración sigue un estilo de crónica muy peculiar y poco ortodoxa que relata cómo era la vida en el barrio de Tepito, en un contexto en el que la venta de droga, la prostitución, la corrupción policiaca y la vida de las personas en situación de calle son comunes, los personajes intentan salir de la pobreza y se enfrentan con problemáticas como la discriminación.
Un hombre que ha perdido todo en la vida, incluso, su humanidad. Dejó de ser persona, pareja, amigo o familiar, ahora es un “teporocho”. Las personas lo evitan por ser un cuerpo cubierto de suciedad y mal olor, ahora arrastra sus cosas de una esquina a otra y frenéticamente consume alcohol de 90 grados y ofrece su historia a cambio de un cigarro. Contar su historia es devolverle lo perdido, es dejar de considerarlo un bulto en las banquetas, es verlo como un hombre cuya historia de marginación lo sitúa en el infierno mexicano.
Quinceañera es otra obra de Armando Ramírez, también se sitúa en Tepito. Sus temáticas principales son juventud y sexualidad. Cecilia, “está en edad de merecer” llena de ilusiones y deseos. Cuando uno se es joven en una sociedad de barrio, uno envejece demasiado pronto.
Los “quince años” son un ritual de iniciación social, una celebración muy especial para miles de mujeres mexicanas. Aquí, se proyectan los sueños, los anhelos de una joven que está convirtiéndose en adulta, aguardando por su despertar sexual. Para los jóvenes del barrio, las quinceañeras se convierten en una “cancha oficial” y tratan de enamorarlas, como Alejo, un personaje que está prendado de Cecilia y que, en el marco de su celebración de XV años, terminan involucrándola en un triangulo amoroso que se gesta en el patio de una vecindad en la Ciudad de México.
Mostrando la riqueza de la cultura popular, Armando Ramírez recupera en sus historias situaciones cotidianas que permiten un atisbo a lo que para él, como para muchos, es la realidad inmediata. Tal es el caso de su otro libro ¡Pantaletas! done aborda los conflictos de los estudiantes que egresan de carreras en Ciencias Sociales y Humanidades en México, y la dificultad que tienen para permanecer en el campo laboral o conseguir un empleo. No hay espacio para algunos en los puestos de gobierno y el sector privado parece no interesarse por sus conocimientos. Maciosare y Chancla, son estudiantes de sociología en los ochenta y comparten un sueño: disfrutar de los frutos de haber tenido una educación superior. La propia madre de Maciosare desea con ahínco que su hijo estudie una carrera, que llegue a ser “El licenciado”. A pesar de que nos encontramos en un país donde “el influyentismo” es el pan de cada día, tiene confianza en que él podrá lograrlo, iluminado por la Virgen de Guadalupe. Sin embargo, al notar que la vida recta no es lo que esperaba, Maciosare decide no ejercer su profesión y dedicarse al comercio en las calles, patentando su propia marca de ropa interior, ropa íntima hecha para “gorditas” que comercializará en los mercados ambulantes, en los barrios de la Ciudad de México, como lo es Tepito.
¡Pantaletas! recoge los sentimientos de una generación de jóvenes que aspiran a mejorar su calidad de vida asistiendo a la universidad, que se ven presionados por sus carencias económicas y que, al encontrar el amor con la persona equivocada, se ven arrastrados a lidiar con batallas como triángulos románticos y embarazos no deseados, todo enmarcado por un contexto de narcomenudeo, religión, pobreza y discriminación.
Otro de sus libros, La Tepiteada, puede interpretarse como una referencia argumental de La Iliada de Homero, en el sentido en que cuenta la caída de un imperio. En él, se relata la vida de “El Diablo”, un personaje cuyo nombre jamás se menciona —como si fuera la única forma de identificarse en el barrio fuera con un alias—, hijo de una costurera y un radiotécnico, criado por la “Señora de las tienditas”. Su padre era un hombre que se negaba a formar parte de la corrupción, se rehusa a vender robado, a vender piratería o fayuca; no daba mordidas, ni quería vender en las banquetas, le quería enseñar a vivir diferente. Pero por “andar derecho, se lo enchuecaron”, es decir, lo asesinaron, de manera que ahora “El Diablo” comienza a trabajar como matón a sueldo para “El Comandante Saturno” o “Papá Diosito” y vive en concubinato con una joven salvadoreña indocumentada.
En una ocasión, cuando van a vender al tianguis de La Lagunilla algunos artefactos robados, entre ellos, una estatua, se encuentran en el camino con una “deidad” de las más pesadas de Tepito, “Tezcatlipoca el Oscuro”, quien queda obsesionado por la joven y ordena a “Saturno”, jefe de la policía capitalina que la secuestren junto con su hija. La novela se centra en las “aventuras” y vicisitudes que deben atravesar para recuperar a las dos mujeres que se encuentran presas entre el Antiguo Colegio de San Ildefonso y el Palacio Nacional, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. La idea central es la disputa del poder entre las plazas de narcotráfico en las colonias, el dominio de las rutas y el contrabando en el centro del país. Una lucha entre líderes y lideresas, que son representados como dioses en palabras de Ramírez, con un toque de mitología mesoamericana. La historia contiene elementos románticos, pasionales, mezclados con violencia, machismo, corrupción, y crímenes.
Armando Ramírez le dio voz a los que no tienen voz en México: “los teporochos”, las prostitutas, los vendedores ambulantes, los pequeños traficantes de las esquinas. Sus historias se distinguen por su particular tono cronista y, aunque criticado por el lenguaje que utilizaba para sus textos por considerarse “de barrio”, aporta una visión única, entretenida y relevante sobre contextos socioculturales poco explorados de esta forma en la literatura mexicana. A pesar de no tener una formación académica en literatura, el llamado “escritor de la onda naca” incomodó a más de uno con sus textos y leerlo se torna sumamente ligero. Entender las realidades de las que habla, es crudo y hasta trágico, pero es una lectura necesaria para adentrarnos a lo más profundo de lo que ocurre en los barrios de la capital del país y, por qué no, quizás reconocernos en alguna de sus problemáticas.