Un viaje,muchos viajes.Una de las ventajas de asistir a un festival de cine como el de Tesalónica es que al viajar hacia Grecia uno hace varios viajes.Después de llegar a otro país resulta que puedes ir a muchos más.Esa es una de las mil cosas que me encantan del cine. Hoy por ejemplo fui a Turquía, Finlandia, Estados Unidos, Alemania e Irán. Mañana me toca Rusia, Rumania, Francia y Grecia. Y así me podría seguir todo el festival, todos los días. De estos viajes fantásticos del día hoy me quedo con un par que me sorprendieron porque me llevaron a dos lugares desconocidos y rebasan lo meramente geográfico. El primero está en los recuerdos y pesadillas de un padre turco que vive esperando respuestas sobre el paradero de su hijo que desapareció hace años por motivos políticos.Mientras, trabaja como vigilante de una estación de ferrocarriles a la que no va nadie y recorriendo vías fantasmas por donde no pasan los trenes desde hace mucho tiempo.La película se llama Mold y su protagonista -que por si todo lo anterior no fuera suficiente también padece de epilepsia- es un personaje de carne y hueso que con sus matices y volúmenes se convierte en memorable.
El otro viaje, literal y metafórico, que arranca en Finlandia, recorre buena parte de los Estados Unidos y termina en el norte de nuestro país es el maravilloso road movie inclasificable "Los vaqueros de Leningrado vienen a América". Parte de la retrospectiva-homenaje que hace el festival al cineasta finés Aki Kaurismaki el recorrido de esta banda de locos que es capaz de aprender e interpretar todos los géneros musicales habidos y por haber, es también una brillante postal anti turística del sueño americano en clave de farsa. A las patillas y copetes desproporcionados de todos los integrantes de la banda se suman trajes obscuros y unas botas mega picudas como muestra inequívoca de la originalidad de un grupo musical tan especial como la mente del creador de la que salieron. Autor único que hoy es reconocido plenamente, ver el trabajo de hace años de Kaurismaki en un festival en 2013 nos recuerda que las buena películas no envejecen. Aquí le dejo un fragmento y nos leemos pronto.