Texto de Edgar Aldape Morales, colaboración de la Cineteca Nacional.
"¿Por qué los negros no son optimistas?", se escucha decir a un sereno Dick Cavett como parte de su pregunta al escritor y activista político James Baldwin en un show emitido en 1968. Años más tarde, el propio Baldwin dirá que «la historia del negro en Estados Unidos es la [misma] historia de Estados Unidos». Y no es un relato por el cual se deba sentir optimismo. El cine, la publicidad y la fotografía son testigos de esa historia turbulenta, vigente hasta el día de hoy y que se resume en esta premisa: se sigue pagando un gran costo para lograr la prosperidad del american way of life, y es difícil entender cuando las víctimas de esto apelan a la protesta.
Ése es el eje que articula No soy tu negro, el documental de Raoul Peck basado en Remember This House, un manuscrito de treinta páginas elaborado por Baldwin en 1979 para intentar contar la historia de su país a través de la vida de Medgar Evers, Malcolm X y Martin Luther King Jr., sus amigos asesinados. Poco a poco, la película muestra la indignación que Baldwin expresa en su texto a partir de material de archivo que hace analogía a los recuerdos, denuncias y sentimientos encontrados sobre la realidad que le tocó vivir. Desde la profesora a la cual le aprendió el no odiar a los blancos, hasta aquellos actores que denigraban el mundo que conocía, el documental también hace un repaso por la violencia racial en Estados Unidos, con enfrentamientos feroces como los de Birmingham en 1963. La apatía y la supremacía blanca se convierten en el emblema de un poder hueco pero cruel.
No obstante, conforme pasa el metraje, el relato se convierte en una reflexión filosófica en torno a la cultura estadounidense. Una cultura que se ve reflejada en el cine. Y para ello, Peck se vale de fragmentos de películas para forjar una metáfora de un país sumergido en una fantasía perpetuada en el nulo reconocimiento hacia el otro. Los ideales de Malcolm X y Martin Luther King Jr. (que también aparecen en la cinta) son confrontados en el texto de Baldwin, quien prefiere abogar por un discurso humanista, no necesariamente afiliado a una religión u organización política. El escritor apela a la libertad como fundamento para escribir la Historia mientras alude a la segregación como «no querer saber lo que hay del otro lado». Peck combina el material de archivo con imágenes recientes, como las protestas en Misuri en 2014, para anclar los fundamentos teóricos de Baldwin con la realidad actual.
Pero son las elocuentes apariciones de Baldwin las que resumen la historia de Estados Unidos. «Me veo obligado a ser optimista, a creer que podemos sobrevivir», dice. «Si el otro me define como negro, es porque lo necesita». Y esa es la premisa de este trabajo. Porque el pasado nos enseña, con toda la herencia audiovisual, que la construcción ideológica del humano se basa en la idealización de un poder que no necesariamente permite escuchar al otro, que no da cabida a un humanismo porque éste se corrompe gracias a la edificación de mitos y estereotipos. Peck entiende así el discurso de Baldwin y traduce sus pensamientos en imágenes y paisajes sonoros donde lo “blanco” y lo “negro” son una terrible metáfora de los tiempos que hemos vivido, y en los cuales no se puede ser optimista.