Chilopolopolo: el adiós a una esperanza futbolística
Por: Omar García Cosío
Seúl 1988: Zambia, en un hecho improbable, goleó 4-0 a Italia en la actividad futbolística de aquella edición de Juegos Olímpicos y se vislumbraba el advenimiento de un periodo dorado para el futbol africano.
El proceso lógico. La misma oncena tenía que continuar el camino, primero a la Copa Africana de Naciones en 1993 y luego, por supuesto, el Mundial de Estados Unidos 1994.
Sin embargo, un 27 de abril de 1993, la historia cambió para el balompié de Zambia, cuando rumbo a un partido eliminatorio en Senegal, el avión que transportaba al seleccionado cayó, provocando la muerte de los 25 miembros del equipo más la tripulación.
La tragedia surgió a partir de que la aeronave que transportaba al equipo contaba con un gran número de defectos, que no fueron corregidos y que tampoco se prohibió el vuelo en dicho avión por parte de tráfico aéreo. Esto se agravó a partir de que el piloto de la nave, Fenton Mone, había volado al equipo desde la Isla Mauricio el día anterior y sin descanso tripuló de nuevo la nave, lo que al momento de incendiarse el motor, erró en el interruptor y se acabó con el poder de un motor en buenas condiciones.
Con la tristeza a cuestas y con el tiempo encima, Zambia armó un segundo equipo que los representaría en la Copa Africana de Naciones y aunque este equipo “Cenicienta” llegó al a final, fueron detenidos por Nigeria. Años después en Libreville, Gabón, a sólo unos metros del fatal accidente, en 2012, Zambia se alzó con el título africano derrotando a Costa de Marfil. Sin embargo, la cita de la Copa del Mundo sigue siendo la deuda.