Texto y fotografías: David Ovando Algunas luces apenas iluminaron su cuerpo, difuminaban su silueta con unos cuantos hilos morados, rojos, uno que otro blanco. Aquellas sombras semi-imperceptibles se dispersaban a lo largo del templete montado en la Alhóndiga, un recinto atiborrado para las 20:00 Hrs del sábado.
La noche de Mutek dentro de las celebraciones del Festival Cervantino estuvo puesta, ante un auditorio difícil por lo multitudinario, un arma de doble filo que marca la diferencia entre la aceptación o el rechazo absoluto de un artista. Niños, adolescentes, adultos, en fin, público de toda índole acumulada en el lugar. Mucho reto para los artistas en escena.
Desde ese punto NSDOS, jugó con lo que tenía y no reparó en deducciones en torno al público, básicamente hizo lo que mejor sabe. Con una pantalla que dibujaba diagramas, y uno que otro espectro de audio a sus espaldas, el parisino comenzó a tirar una pista cobijada con una especie de wobble muy del estilo dubstep actual, sin que se tratará del éste genero.
A partir de ese punto comenzó un vuelo entre lo lisérgico, incluso con sonidos poco digeribles para uno que otro oído. Breaks en la mayorías de sus producciones, intervenidos por una serie de sonidos resultantes de sus midis formados en hileras, todos con luces de colores. El complemento para generar una experiencia bajo el yugo de la innovación digital.
Su apariencia estética representa una suerte de vengador sonoro del futuro. Grandes aretes, pantaloncillos a las espinillas y lentes de carcasa transparente con una forma muy rasgada. El cierre de su set es álgido, beats marcados entre capas de sonidos que acuchillan los timpanos, no tan legible en armonía, aunque fiel que responde a una razón de ser más experimental.
El segundo set de la noche anunciaba a Chloé, DJ francesa cuya carrera parece reflejar la consistencia de mucha de la escena en su país. Con un sello a su cargo -Lumière Noire- esta chica comanda un movimiento de nueva generación de productores de música electrónica en Francia.
Su set comenzó despacio y con una textura lúgubre, tranquila y rítmica. Su trabajo parece ser más dúctil para los oídos de los ahí presentes. Es más armonioso, menos experimentación y reconfiguración sonora. Beats fuertes, marcados remitentes a la genealogía del tech, aunque si se tratase de techno, el de ella persigue algunas otras posibilidades rítmicas. Todas sus piezas manejan ese aire sombrío, y anárquico para con la misma música.
Para ese punto los focos en rojo ayudaron a escenificar una actuación menos sobria, es decir, se construyó una atmósfera que disonó de la realidad fuera de la Alhóndiga, ante lo que se vio y se escuchó al interior de la misma Alhóndiga de Granaditas. Sin duda la música de esta artista hace bailar, pero también repensar sobre las posibilidades que otorga la electrónica actual.