Fotografías: FIC En el marco del Festival Internacional Cervantino, el diablo nos visitó con su locuaz personalidad para encantarnos y persuadirnos. La orquesta Les Siecles presentó la ópera Historia del soldado de Igor Stravinski en el Teatro Juárez.

Historia del soldado cuenta el trayecto de un soldado en busca de ser el hombre que siempre ha soñado; lleno de carencias económicas e inseguridades inmerso en una guerra, su llamativa necesidad hace que en su camino conozca al diablo y logre hacer un trato con él; cambiar un violín viejo y barato, por un libro que predice el futuro.

Después de caer en la trampa, el soldado pasa tres días enseñándole al diablo cómo tocar el violín, lo que no se da cuenta es que en realidad pasaron tres años y a causa de eso, había perdido todo. La historia se va desarrollando en el intento del soldado por recuperar el violín y un poco de la vida que el diablo le arrebató.

Stravinsky, al idear esta puesta en escena, imaginó una cantidad mínima de instrumentos al cubrir varios rangos de tono con los instrumentos correctos. Economizando sus recursos auditivos, se puede distinguir la riqueza de cada instrumento; sólo fue necesario un contrabajo, una trompeta, un trombón, un fagot, un clarinete, percusiones y por supuesto la estrella de la historia, un violín. Sumándose a eso, el texto de Charles-Ferdinand Ramuz y la presencia de dos voces que la harán tanto de narradores como de cantos líricos.

Les Siecles de origen francés, destaca por ser ganador varios premios como el Edison Klassiek y el Editor’s Choice de Magazine y Gramophone de la BBC e interpretar cada pieza con los instrumentos históricos apropiados, bajo la batuta del director Geoffroy Jourdain quien, además de ser director de orquesta, es creador de espectáculos musicales fuera de lo común, en los cuales involucra actores, coreógrafos y artistas plásticos.

Honestamente nunca había ido a la ópera, esperaba una prima donna con maquillaje dramático, vestuario ostentoso y la constante lucha de no entender la lírica de la obra por la barrera del idioma; y no, para mi grata sorpresa fue una experiencia mucho más relajada, mucho más digerible, y completamente entendible.

Es extraño cómo uno se hace ideas premeditadas e increíblemente erróneas, no sabía qué esperar, entré al Teatro Juárez y sólo esperaba el momento en el que la gente me empezara a lanzar miradas desaprobatorias por la forma en la que iba vestida, no iba con vestido de gala ni con prismáticos elegantes; y no, había personas vestidas de forma muy casual y relajada, grupos de amigos y parejas. Muchos elementos que motivaron mis ganas de adentrarme en algo completamente nuevo.

Tocaron campanas en tres diferentes ocasiones para avisar de las llamadas que darian inicio al espectáculo, luego la oscuridad y la presencia en escenario de el director Geoffroy Jourdain y el grupo de músicos, dos narradores/actores que impresionaba con su mera presencia, y así el show dio inicio. Por fortuna, atrás de los músicos había una pantalla que subtitulaba al momento lo que iba sucediendo en escena, respiré de alivio y disfruté el show.

Nunca imaginé entretenerme tanto y sobretodo reírme con una ópera. La manera en la que uno de los narradores daba vida al diablo fue perfecta; un diablo burlón, travieso, con una cómica maldad que convencía; el otro narrador interpretando al soldado de forma más sobria, un hombre que de a poco va ganando seguridad, pero que aún así queda corto ante el diablo que, tanto en historia como en actuación, atrae atención y aplausos.

El director y los músicos por su parte, daban pie y acentos a la historia, a veces como un remate de frases y a veces como ambientación. Hubo una parte muy interesante en el que los músicos también se sumaron al aspecto narrado y contribuyeron con sus voces a darle forma y enmarcar la historia en un momento crítico.

Un espectáculo recomendable e ideal para adentrarse en el mundo de la ópera; ligero, divertido y con una temática atrayente; salí feliz e interesada por el mundo de la ópera.