Cada viaje es una historia: 50 años del Metro CDMX
Hemos escuchado innumerables historias sobre el Metro y hemos vivido unas cuantas más -aunque haya fresas que nunca se han transportado en él-. Historias de fantasmas, de sobrevivencia, peleas, romances. Para algunos es sinónimo de pobreza utilizar este transporte, para otros es lo más práctico, para cientos de personas es un espacio en el que se ganan la vida. Miles o, más bien, millones de anécdotas se pueden contar sobre el Sistema de Transporte Colectivo Metro y aquí te presentamos otra de ellas, aprovechando el 50 aniversario de este emblema de la Ciudad de México.
El plan era ambicioso pero realizable: recorrer varios kilómetros de la red del metro mientras pongo la playlist de Suena en Ibero 909 en shuffle e ir “mapeando” el recorrido. Sencillo. Había que realizar unos nueve transbordos que me llevaran por unas 51 estaciones de 10 líneas, yendo de poniente a oriente y de norte a sur de la ciudad. Sólo se necesitarían un par de boletos, agua, tenis cómodos, visión periférica y resistencia a la claustrofobia.
Con todo listo, el primer destino fue la estación Mixcoac, la cual se ubica a la altura de Av. Extremadura esquina con las Avenidas Revolución y Patriotismo. Es la estación terminal de la línea 12, la de más reciente construcción. En esta estación pasé a visitar el Museo del Metro, un espacio que expone memorabilia relacionada a la historia de la red, desde planos de construcción, uniformes y la historia de los boletos.
Hora de subirse al vagón y ponerle play a la música, la canción que abre el recorrido es “I BEEN BORN AGAIN” de BROCKHAMPTON. Son las 12:30 del día y la cantidad de gente es mayor a la que hubiera pensado. Se pone “Going Norway” de Girl Band llegando a Hospital 20 de Noviembre y con sus sonidos estridentes, nos avisa que hay que ir preparándose para bajar en la siguiente estación.
El transbordo es algo aglomerado pero logro recorrer un poco de la exposición dedicada al revolucionario Emiliano Zapata, la Librería Rius (en donde se encuentra material del caricaturista), y también un lugar dedicado a un cine club (aunque la función era unas horas después). A pesar de la cantidad de personas, todo transcurrió mejor con “Departamento” de los Bándalos Chinos feat. Adán Jodorowsky.
Hubo que apretarse un poco en el vagón, pero sólo sería una estación para visitar el karaoke que está instalado, junto a un homenaje a compositores mexicanos, en División del Norte. En esta estación había un cuate que, con mucho sentimiento y muy buena voz, entonaba “Hermoso Cariño”. Seguimos con la playlist que queda perfecto con el fade in de “Eat, Sleep, Wake (Nothing But You)” de Bombay Bicycle Club. Llego a Etiopía y sus ladrillos con leoncitos al ritmo de “Show and Tell” de Brijean, en Centro Médico transbordo a la línea que para muchos es café pero para mí es negra. Me van llevando los coros infantiles de “All I Know” de GoldStone por la estación cuando, de la nada, me encuentro con un crush de hace unos años. Mientras la saludo pienso: creo que está más guapa que antes… creí que andaba en Inglaterra… debería stalkearla más… Después del tradicional “pues hay que hacer algo”, cada quien sigue su camino. Espero que la playlist me dé una señal con la siguiente canción pero se pone “Let You Know” de Flume, el remix de Ross from Friends. No sé qué pensar de eso.
Ya en la línea 9 -número de buena suerte- y llegando a Velódromo, la playlist decide poner “The Revolution” de Ross from Friends. Definitivamente había una señal por ahí. Lástima que nunca me gustó Friends. Ya con luz natural y desde las alturas, “El Curandero“ de QUITAPENAS anuncia, con muy buen ritmo, que hemos cruzado la ciudad: llegamos a Pantitlán. Esta estación es una verdadera prueba para el usuario del metro, aquí se hace la división entre hombres y niños (o mujeres y niñas, sólo es un decir). En este auténtico laberinto que pone a prueba la teoría del caos se debe tener una pericia particular para no perder ni la razón, ni la orientación, ni el teléfono. Entra entonces “Rocket Fuel” de DJ Shadow feat. De La Soul -que me recuerda al Príncipe del Rap- mientras recorro Blvd. Puerto Aéreo sobre la línea amarilla. Esta línea se dirige a Politécnico, creo que eso explica la cantidad de veinteañeros que ocupan estos vagones. Antes del siguiente transbordo suenan “Sick” de Vivian Girls, en Aragón, y “Blue Sky” de Page Sounds, en Eduardo Molina.
Con la energía de las guitarras que pone Sheer Mag en “The Killer”, cambio de línea en Consulado. Me dirijo a la estación Talismán y los restos de mamut que están en exhibición. Llego con buen ánimo, en gran medida gracias a “Pink Youth” de Yuna, al encuentro de aquellos fósiles que fueron descubiertos cuando se realizaban las obras de la línea 4. Después de unos pasillos, escaleras, y una oficial de malas, llegué al encuentro con el mamut. Gran decepción. Los restos están “protegidos” por una vitrina entre opaca y sucia, que realmente no te deja apreciar mucho. Retomo mi recorrido algo derrotado y la playlist me lo recuerda con “Fantasma” de Lasitud. Antes del siguiente transbordo, en Morelos, suenan “The Center Won’t Hold” de Sleater-Kinney y “You Ain’t The Problem” de Michael Kiwanuka.
Durante mi cambio a la línea B suena “Titanium 2 Step” de Battles. En la siguiente estación hago una parada para quitarme el mal sabor de boca que dejó el fiasco del mamut, así que, mientras suena “Freedom” de Sampa the Great, bajo en Tepito. Ahí a unos pasos se encuentra el espacio conocido como Martes de Arte, el cual tiene murales de Manrique y alberga distintas actividades culturales coordinadas por Casa Barrio Tepito, proyecto de Luis Arévalo.
Después de esta escala para tomar aire, continúo el recorrido con “El Camino” de Sei Still. La siguiente escala será la estación Bellas Artes de la línea 2 y su entrada al estilo del metro francés. A esta altura suena “Traffic” de Thom Yorke. Otra parada obligada es el Zócalo de la capital mexicana, en donde los edificios coloniales caracterizan el centro de esta ciudad y contrastan con una manifestación de choferes de autobuses. A esta altura la batería de mis audífonos comienza a terminarse, así como la de mi teléfono y la mía. Afortunadamente suena “Mondo” de Operator Music Band para continuar la misión.
Cerca de la estación Normal comienza a sonar “Polar Onion” de Allah-Las. Ya son casi cinco horas de trayecto y ahora estoy empezando a entender a todos esos que se hacen los dormidos para no ceder el asiento. Comienza a sonar “Change with the Sun” de Soviet Soviet al llegar a Normal y le sigue “I Dream Guillotine” de IDLES. Listo para hacer el último transbordo de este viaje.
Las oleadas de personas que realizan el mismo trayecto de la línea azul a la naranja, indican que ha comenzado la hora pico. Se ha terminado el día laboral para millones de personas y comienza el fin también de este recorrido. Voy ya en la línea que me llevará a casa pero, el metro me tiene una sorpresa. Mientras suena “Pressure Danger” de The Juan Maclean noto que la gente actúa con desconcierto, me bajo los audífonos y escucho que algo dice la voz del metro. No entiendo nada, pero me salgo del vagón como todos los demás. Una vez vacío, el tren comienza su recorrido solo. Parece que también fue todo por hoy para él. Después de unos minutos de incertidumbre llega otro tren, debido al incidente con el pasado, este se comienza a llenar en cada estación hasta saturarse. Justo cuando parece que reventará y que se ha olvidado el concepto de espacio personal, llegamos a Tacubaya.
Como música de celebración, comienza “Riverfest” de Nérija. Las últimas estaciones son como un epílogo del viaje, observar a tantas personas tan diferentes y otras tan iguales, hace volar la imaginación. Sin lugar a duda, el metro es un espacio de historias casi infinitas, algo que es mucho más que un transporte, es un ser que tiene espíritu propio.
Ya con lo último de batería, se pone la canción que me acompaña afuera de la estación Barranca del Muerto, “Sentir” de Ilse Hendrix: