Balas fantasma: Trauma, narcotráfico y política

Balas fantasma: Trauma, narcotráfico y política

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“Si no confías en la gente, la gente pierde su confianza”.

Tao Te Ching, Lao Tzu

En el precipicio de la década de los sesenta, un lunes 14 de julio del 1969, el entonces presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, dio un mensaje especial al congreso. Identificó al abuso de estupefacientes ilegales como una “sería amenaza nacional” y clamó por una política internacional antidrogas. Dos años más tarde, en un acto de aparente amnesia política, Nixon le declaró oficialmente la guerra a las drogas, olvidando las desastrosas consecuencias que la era de la prohibición norteamericana trajo consigo en el 1920. Hasta la fecha, se sigue pagando con cadáveres el haber reprimido el síntoma de una enfermedad mayor.

Tres décadas después, el manto político de Nixon en contra de las drogas, que hasta entonces había sido retomado por los subsecuentes mandatarios de ese país, encontró un nuevo asilo en México. El 11 de diciembre del 2006 el Gobierno Federal del expresidente Felipe Calderón desplegó un operativo contra el crimen organizado en Michoacán, porque ahí se habían registrado alrededor de 500 asesinatos, producto de los conflictos entre miembros de distintos cárteles. Desde entonces, la guerra contra el narcotráfico en México ha cobrado las vidas de 250 mil personas, de acuerdo con el periodista José Luis Pardo Veiras. Haciendo eco de lo que Luis Villoro había dicho en una entrevista para la BBC: “México se ha convertido en una necrópolis gigantesca”.

En la teoría freudiana el trauma, a diferencia del entendimiento coloquial que se le ha dado con el paso de los años, es comprendido como la huella que deja un evento profundamente displacentero. Es gracias a esta cualidad que se le busca olvidar o reprimir. De acuerdo con Darío Paez en su artículo Trauma Político y memoria colectiva, las comunidades, al igual que los individuos, afrontan los traumas a través de la represión y el olvido. No obstante, como nos diría el filósofo Jorge Santayana “quien olvida su historia está condenado a repetirla”. Páez, también explica que si no hay un trabajo cognitivo de asimilación de las causas del trauma a nivel comunitario y político, estaremos condenados a ser asediados por fantasmas cuyos retornos se repetirán por siempre.

“Quien olvida su historia está condenado a repetirla”.

Jorge Santayana

Dos sexenios después, se repite la amnesia política de lidiar con balazos los problemas endémicos al sistema económico. El ahora presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, al inicio de su sexenio le declaró la guerra al huachicoleo. No más de cuatro meses después el mandatario declaró victoria atribuyéndole a sus operativos belicosos el éxito. Sin embargo, muchos analistas y testimonios recopilados en un reportaje del New York Times apuntan a que el crimen organizado sólo está esperando a un cambio en la agenda política para reanudar sus operaciones. Desde que se comenzaron a desplegar las fuerzas militares del gobierno mexicano en contra del huachicoleo y el narcotráfico en el Estado de Guanajuato, en donde el robo de combustible es una actividad regular,  la violencia ha seguido en incremento, tal y como sucedió con las estrategias políticas de Nixon y Calderón

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Por ello, desde la reciente captura de José Antonio Yépez Ortíz, narcotraficante, huachicolero y mejor conocido como “El Marro”, la violencia y la inseguridad en el estado de Guanajuato ha escalado velozmente. Al comienzo de octubre, en un plazo de cinco días se han asesinado a mínimo 92 de personas en el estado. En 2019 se registraron 3,558 asesinatos y en el 2020 se ha contabilizado un incremento del 28% en relación con la primera mitad del año pasado. La organización no gubernamental Causa en Común explica en su boletín número 40 que, desde el año pasado, este estado ocupa el primer lugar nacional de homicidios dolosos. Asimismo, considera que dicha crisis se debe, entre otras cosas, a la compleja red de impunidad y complicidad con la que operan grupos delictivos en el estado. La polarización y la guerra como estrategias políticas destruyen el tejido social

Un país que marcó la diferencia en su tratamiento hacia los problemas socio-políticos fue Portugal. Con el fin de la dictadura del Estado Novo, el país se enfrentó a una fuerte crisis de narcotráfico y consumo. A diferencia de las estrategias de tolerancia cero con traficantes y consumidores que se popularizaron con Nixon, el gobierno portugués optó por un programa cuya aproximación era, de acuerdo con su director Jose Queiroz, “una humanista que no juzga y se basa en la confianza y en la relación con la gente”. Se incluyeron a quienes padecían de adicciones en el sistema de salud mientras, de manera simultánea, se aplicaban programas de atención a nivel nacional. Las soluciones a los problemas sociales son complejas por la multiplicidad de variantes demográficas, culturales y geopolíticas.

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