Dentro de la edición número 47 del Festival Internacional Cervantino se presentó Algo en Fuenteovejuna, a cargo de la compañía Puño de Tierra, una representación teatral dirigida por Fernando Bonilla, que plantea una situación que quisiéramos que dejara de ser coyuntural; una historia que deseamos fuera un recuerdo y no un recordatorio constante que no deja que el dolor se asiente. Una ficción extremadamente parecida a la realidad que vivimos en México todos los días: el yugo del narcotráfico en la población civil.

En este contexto está planteada la obra, una re-imaginación de la pieza emblemática del autor español Lope De Vega, escrita en el siglo XVII. A pesar de una distancia de más de tres siglos, el imaginario poblado de Fuenteovejuna, aquí situado en un México del 2014, sirve de escenario ideal para retratar la cotidianidad nacional: civiles asediados por el narcotráfico y el crimen organizado ante la ausencia y/o complicidad del gobierno. El todopoderoso comendador, mandamás de sicarios e incluso políticos, infunde a la vez simpatía y miedo: realiza algunas benevolencias —disfrazadas de favores— para tener algún tipo de aceptación de la comunidad; pero a la vez secuestra, mata, viola, desaparece, cobra y desgarra a sus habitantes.

Después de protestas, llamado a las autoridades y rabia, la comunidad de Fuenteovejuna se ve rebasada por esta entidad poderosa y malévola de la que pareciera no haber escape ni refugio. Ante la desprotección total de las autoridades, deciden hacer el levantamiento de un grupo de autodefensa y policía comunitaria que por cuenta propia decide protegerse y hacer justicia. Por supuesto, esto en representación escénica a lo acontecido en Michoacán en el año 2014, ficcionando incluso a Mireles, sensiblemente interpretado por el actor Héctor Bonilla.

Como claroscuro, la obra también tiene brillantes y refrescantes momentos de humor negro y sátira. A manera de cartones de burla política, hace referencia a las cabezas enmascaradas y ciegas de los mandos del poder: su altiva indiferencia, su vacío espíritu ante la injusticia y sus prioridades más enfocadas en saciar sus gustos elitistas que en la seguridad de su pueblo. A la vez, hace una burla y despertar a todos los “expertos en política” que somos todos en las redes sociales, a toda la gente que prefiere comentar y publicar emojis; a los que prefieren grabar con sus celulares a hacer algo cuando se presenta alguna situación de peligro, pero se comprende...todos tenemos miedo de hacer algo.

Algo en Fuenteovejuna resulta crudo, realista y doliente, representación del México que somos. Un México que necesita empatía, solidaridad y apoyo al sector más vulnerable —que somos todos—, una población que no reprima la legítima autodefensa de los pueblos y la resistencia… y llega en un momento clave. Apenas hace unos días se nos demostró el poder que tienen los grupos delictivos, la magnitud de violencia que rebasa hasta nuestras propias fuerzas políticas. Hace falta que no le demos más poder a ninguno de los grupos del poder y ojalá esto se logre más temprano que tarde.