A veces crecer es dejar de creer. Vas perdiendo ilusión por las cosas y las normalizas. Cada año llega el Vive Latino, para muchos, el mismo y aburrido de siempre, para los que aún no pierden la capacidad de asombro, el mejor festival del año. El que escribe en moretones y quemaduras de sol, historias inolvidables que regresan durante dos días la sensación de emoción y ganas de acabar con tu cuerpo como tributo a la música. No puedes disfrutar de un Vive si no terminas destrozado: la garganta debe doler por gritar, los ojos cansados, probablemente con moretones, la cara golpeada, quemada, unos cuantos rasguños, dolor de pies e inseguridad para seguir caminando; si no se tiene por lo menos la mitad de estos síntomas, es probable que hayan ido a otro festival, el que se realiza en la curva 4 del autódromo, el de las coronitas de flores y chavos panistas que abusan del MDMA y el alcohol.
Gracias Vive Latino por regresarnos la rabia a guitarrazos hasta que la sangre quedara en los instrumentos, gracias por traer a una de las bandas que nos hizo dar el mal paso y creer que el punk es música buena, gracias por las nubes de polvo que durarán semanas en nuestro cuerpo, por hacer el ambiente perfecto para abrazarnos con gente desconocida como si fuéramos los mejores amigos.
El Tiradero Santa Fe Iztacalco estuvo en el Vive y dejó algunas marcas en el festival, excepto tras bambalinas, lugar en el que sólo estuvo cuando el micrófono lo requirió. Ese lugar maldito en el que todo es pose y verse bien. Muy responsables y bonitos cuando hablan y aparecen en las pantallas de su medio pero incapaces de tirar las colillas de cigarro en su lugar. “Disfrutando” de lo mejor del Vive a través de las pantallas para no arruinar la piel con el sol o codearse con los ñeros sin playera sudorosos y malolientes. En fin, el Tiradero tampoco cree que su manera sea la correcta en la que se debe conocer el Vive para hablar de él, cree que es la mejor.
Cuando sucede el Vive Latino, el mundo se detiene por un fin de semana. Por lo menos para nosotros. No importa ser alcanzado por un líquido de dudosa procedencia, mucho menos el hecho de haber aspirado cantidades industriales de tierra, romper tu teléfono celular o perder tu cartera, todo vale la pena cuando estás experimentando esa sensación que te lleva a compartir con un extraño por el simple hecho de conocer la letra de una canción. A diferencia del egoísmo y la superficialidad que podríamos encontrar en otros eventos, el Vive no sólo se trata de pasarla bien, pues también hay que colaborar para que los demás se lleven una grata experiencia. Tal vez muchos dirán que aquellos que hacen slam son unos desconsiderados con los demás que están presenciando algún acto, nosotros pensamos todo lo contrario.
El sábado casi al inicio de esta celebración, la banda mexicana de ska Out of Control Army tomó la Carpa Intolerante por unos minutos y proporcionó toneladas de diversión a los asistentes. Como cualquiera supondría cuando se trata del mexska, el slam no se hizo esperar y aunque este mítico ritual consiste en encontrarse abruptamente con todo aquél que acceda a ingresar al círculo, fue esa misma gente que bailaba sin control, quienes decidieron abrir un espacio para que una niña de aproximadamente seis años, pudiera bailar un buen skanking. A pesar de la impresión que pueden tener los que nunca han asistido al Vive, este es un evento totalmente familiar.
Más tarde ese mismo día, toda la pandilla encargada de abarrotar la Carpa Intolerante durante Out Of Control Army, se dirigió al escenario Indio Pilsner Plata para ver el regreso de La Tremenda Korte al festival. Nos costó algo de trabajo llegar al slam, pues la asistencia para ver a Manueloko y compañía era impresionante. Aún así, poco a poco fuimos avanzando hasta que la tierra comenzó a volar, en ese momento supimos que habíamos llegado al lugar perfecto, se trata de ese punto específico en el que el baile se contagia y no importa si conoces o no a la banda que está tocando. El ambiente era tan agradable que decidimos poner en marcha una práctica que no realizábamos desde la adolescencia. La verdad desconozco si hay algún término para nombrar la acción en la que dos personas se toman de los brazos y se impulsan uno a otro para pasearse por el slam, eso fue lo que hicimos.
Ya cuando la noche de sábado se hizo presente en el Foro Sol, nuestro objetivo era muy claro, teníamos que prepararnos para ver el super combo argentino conformado por Los Caligaris y Los Fabulosos Cadillacs, dos viejos conocidos del Vive que de antemano tenían el compromiso de regalarnos una noche destinada al recuerdo. Como ya es costumbre, Los Caligaris cerraron su presentación con “Kilómetros”, algo que conlleva a un ritual más que no podíamos perder. Así como el resto de la gente que se dió cita en el escenario principal, nosotros nos quitamos las playeras y las agitamos en el aire, sin duda uno de los mejores momentos a lo largo de la historia de esta celebración.
Después de Los Caligaris era hora de Los Fabulosos Cadillacs. Aquellos a los que les parezca aburrido que esta banda argentina visite nuestro país por enésima vez, es probable que no entiendan muy bien de el significado de ver a Los Cadillacs, pues más que el concierto en sí, la diversión y la emotividad tiene mucho más que ver con la gente que te está acompañando. Es así como todos nos convertimos en hermanos por un momento y saltamos abrazados al ritmo de grandes clásicos.
Fabulosos Cadillacs, vuelvan las veces que quieran. Esta es su casa.
Otro gran momento fue durante la presentación de los Babasónicos cuando un borracho azotó contra el suelo, lo que causó la risa de todos nosotros volviendo a activar la noche para ir con ganas a ver a Prophets of Rage. El Vive Latino se caracteriza por tener los mejores borrachos, los cuales siempre son alegres y avientan sus vasos para generar la lluvia de vasos tan emblemática del evento.
Al día siguiente en la Carpa Intolerante se presentó el Chingadazo de Kung Fu, apoyados por miles de fanáticos que corearon sus canciones, entre ellos sus padres quienes los apoyaban desde la parte de atrás del slam. Tuvimos la oportunidad de platicar con la madre de Marino, vocalista del Chingadazo, quien nos contó sobre lo horrible que le parecen las letras que compone su hijo, pero de todas maneras se sentía orgullosa de poder verlo en el festival. En el momento en que empezó a sonar “Intento Fallido No. 7” la raza no perdió la oportunidad para aventar borax haciendo alusión a la cocaína. El crowd surfing no se hizo esperar y desde la primera canción algunos integrantes del Tiradero ya nadaban sobre las manos de la gente.
Entrevistamos a la Liran Roll una de las leyendas vivientes del urbano, a Driven que a pesar de su cercanía al ente maligno del Apparatus compartieron con nosotros su emoción por ver a Rancid. El Antidoping también compartió con nosotros unos minutos de su 25 aniversario, pocas veces se puede hablar con gente que ha estado tantos años haciendo música y levantando el reggae mexicano con esa carrera. Nos volvimos 10 años más morros para cotorrear con el Cuarteto de Nos. Esperamos a Mon Laferte pero nunca llegó a la cabina. Con esa decepción irónica y un celular de uno de los nuestros roto, creímos haber recibido ese toque de “mala suerte” para demostrar que el Vive no es perfecto, porque para ser el mejor hay que hacerle un par de maldades a tus seguidores. Sin embargo y a pesar de esos golpes, el más fuerte fue la presentación del A77AQUE, pero no queremos hablar de eso… Mejor pensar que cancelaron o algo. La noche se acercaba y el Tiradero estaba disperso, justo antes de Rancid, unos con Marky, otros haciendo las compras de última hora, otros recargando energía, de pronto el llamado del punk rock aglomeró a los que nos hicieron emocionar en el día y cuando las luces se apagaron y la voz de Tim cubrió al público, sentimos que el cansancio acumulado desaparecía como si hubiéramos muerto de un pasón. Acto seguido, nos abrazamos y fuimos bañados con cerveza.
Ver a Rancid junto con los miembros del Chingadazo de Kung Fu fue una gran experiencia, sus banderas se levantaron entre el público, lo que emocionó mucho a Marino y a su novia. La edad de Alex del Chingadazo se notó pues abandonó el lugar a la mitad de la presentación. Marino sin embargo nos regalaba tragos de su cerveza e incitaba el slam de principio a fin, “El Rancid es la verga” gritaba entre canción y canción.
Regresamos por última vez a la cabina de radio para despedirnos una vez más del spot que crearon para la Fórmula 1. Por último, corrimos para ver a una de las mejores bandas de este país, Dolores de Huevos quien terminó con nosotros además de enseñarnos a vivir cada instante como el último de nuestras vidas.
Así fueron este par de días, nos queda sólo regresar a la monotonía y a esperar que el siguiente año nuestra fiesta favorita vuelva a dejarnos inválidos, satisfechos y totalmente acabados. Gracias Vive Latino.