Por Eduardo de Gortari
Agradezco ampliamente el apoyo de Telecápita para realizar esta entrevista
En la terraza del Hotel Catedral, en el Centro Histórico he acordado con los organizadores del encuentro anual Telecápita entrevistar a Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967), poeta, novelista y ensayista, conocido por ser el autor de la trilogía Nocilla, un conjunto de novelas que ha sido un completo terremoto en la literatura hispanoamericana reciente. Durante su estancia en México, por medio de Telecápita (www.telecapita.org), Fernández Mallo dio un taller en el Museo del Chopo y ofreció, junto con Eloy Fernández Porta, una presentación de Afterpop Fernández & Fernández, un acto de spokenword que junta con tino música, videos y poemas.
Ahora bien, lo primero que habría que reconocerle a Agustín Fernández Mallo es su decisión: como dice Rafael Lemus en su nota sobre Nocilla Experience (Alfaguara, 2008), en un momento en el que todos dudan qué escribir, Fernández Mallo lanza una respuesta, incierta como todas, pero respuesta al fin. De ahí que mi primera pregunta vaya encaminada a conocer su proceso de escritura; la apropiación y reinterpretación de obras ajenas es un sello en su obra como demostró con El hacedor, un remake (Alfaguara, 2011), libro donde recrea el emblemático libro de Borges y que tuvo que ser retirado de librerías por obra y gracia de la maligna viuda de Borges, María Kodama.
Al respecto dice: “Todo creador consistente recoge una genética cultural, la violenta, introduce un error y genera un nuevo producto cultural. La copia es la base de la transmisión y evolución del conocimiento”. Le pregunto si nuestra visión del arte no es más cercana a la del Renacimiento, donde la noción de autoría y propiedad era muy distinta, a la que hasta hace muy poco enfrentábamos: “Por supuesto”, dice. “Las obras se hacen siempre a partir de obras anteriores. Esa visión romántica del creador, de alguien que crea desde la nada no tiene sentido”.
“El creador violenta estéticamente; coge elementos distintos, los mezcla y crea tesis que unen lo popular y la alta cultura”, dice un autor que para hacer sus “investigaciones estéticas” recurre a elementos tan dispares como el video, la música pop y el collage. Ciertamente, el origen de la obra de Fernández Mallo está en su formación como científico. Algunos de sus versos más memorables, por ejemplo, provienen de la observación de hechos físicos: “Hay una aparente paradoja en todo esto:/ el agua es transparente pero oscurece la ropa.” No menos memorables son los capítulos de Nocilla Experience donde un autor reinventa Rayuela de Cortázar convirtiendo algunos pasajes en fórmulas matemáticas. En relación a la aparente división entre ciencias y artes responde: “Todo gran científico es un gran creador”.
Y explica: “Debemos entender que la realidad, como se le enuncia clásicamente, no existe. Los científicos creen que no crean la realidad, que sólo la investigan. Los artistas creen por su parte que crean algo que no estaba allí. Todos estamos creando un mundo que es el mismo mundo para todos; ambas disciplinas investigan cómo armar, construir una realidad. Empecé a pensar en esto cuando me di cuenta de que lo que yo estudiaba, física, no era la realidad sino una representación de la realidad y por lo tanto una ficción.”
“La realidad es una cosa que se crea. No está antes de nosotros. Nosotros la creamos”, remata.
Le pongo como ejemplo otro personaje de Nocilla Experience, que es un escritor vanguardista que utiliza a Chanel para promocionar su obra. ¿Es posible aún conectar con tanta gente a través de la literatura? Aunque aclara que las intenciones de su personaje son otros (en el libro este escritor sólo quería pasear en su vespa contemplando su obra en las mamparas de la ciudad) es categórico al respecto:
“Ya no es posible conectar con tanta gente. La literatura ya no vale para nada, pero matizo: su importancia es inferior a lo que ocurría antes. Esas operaciones las ha legado al cine y otras artes, principalmente visuales”. Examina lo que ha dicho, mientras fuma y contempla la catedral detrás de nosotros y añade: “La literatura en parte ha queda para una transformación personal (el lector), pero los grandes cambios sociales ya no los hace la literatura”.
Cuando le digo que los personajes de sus novelas parecen realizar un performance involuntario, aborda nuevamente al personaje antes señalado de Nocilla Experience: “Él no lo sabe que realiza un performance. Para mí como creador los personajes de Nocilla realizan una vida performática, para ellos es cotidiano”, para luego comparar la trilogía Nocilla con el arte documental, pues, le señalo, lo que para el lector es un hecho estético, para el personaje es ética, es su propia vida: “Hay un filtro estético en la vida de las personas que aparecen en los documentales. Nos sorprende la vida de esa personas por el componente estético, que lo hay, porque no hay ética sin estética”.
Recuerdo un ejemplo sobre la recepción de su obra: en una clase sobre literatura y sociedad donde generalmente mis compañeros y yo salíamos casi siempre abatidos (la teoría posmoderna mueve a la depresión) extrañamente Nocilla Experience fue recibido como un libro optimista, aunque no ingenuo. Aunque le agrada que aclare que el libro no es ingenuo, está a gusto con esa percepción:
“La humanidad nunca va hacia atrás. Si va hacia atrás durante un periodo muy largo, desaparece. Hay que tener mucho cuidado con los discursos apocalípticos porque sólo intentan meterte miedo, y cuando a ti te meten miedo eres un esclavo del sistema y yo me niego. Desde que el ser humano es ser humano dicen que esto se va a acabar y no se acaba. No sé si la palabra optimista sea correcta, pero desde luego intento ver lo positivo de las cosas. Los libros que me parecen malos ni los comentos porque creo que hay muchos buenos qué comentar.”
Lo cierto es que la trilogía Nocilla ha sido catalogada como una obra experimental, capaz de representar por medio de la literatura al mundo moderno donde casi nada es lineal y todo se conecta como los links del Internet: “A veces se dice que mis libros son experimentales y a mí me parecen realismo puro; para mí lo experimental sería hacer una novela decimonónica, porque ya nadie habla así, ya nadie es así”. Aunque aclara: “La trilogía Nocilla no es un puzzle de trozos al azar, no es un collage. Tiene una coherencia interna y ésta proviene de la poesía.”
A lado de la ciencia, el otro gran componente de la obra de Fernández Mallo es la música a través de la cual llegó a la literatura: “Escribía letras para las canciones para los grupos en los que estaba. Luego empecé a hacer poesía. Nunca pensé en escribir novelas.” Ahora mismo tiene un grupo llamado Frida Laponia (www.fridalaponia.com) que combina con tino rock y spokenword.
Sobre sus gustos musicales, declara que son tan heterogéneos como sus novelas: “Beach House, últimamente, o clásicos como Radiohead y Bach; Bach para mí es el padre de la música, juro en su nombre”. Si acaso sólo hay una característica que hermana tan diversos gustos: “En general me gusta la música fría”, me dice para luego preguntarme entre risas si no es atentado esa declaración en México. Le digo que sí, pero que muchos en México compartimos su opinión. “Me interesa la música teóricamente fría, que luego de fría no tiene nada.”
En Nocilla Experience aparecen fragmentos de entrevistas con músicos como Eddie Vedder o Bjork. No dudé, para finalizar, hacerle algunas de esas mismas preguntas aunque enfocadas hacia la literatura. En el capítulo 78, por ejemplo, a Thom Yorke le preguntan qué es lo más importante que ha hecho con su música. Ante la misma cuestión, Agustín sonríe y afirma que en relación a su literatura no discrepa del vocalista de Radiohead:
“Creo que lo más importante es lo que dejas en la gente. Parece naif pero es real: cuando una obra entra en tu vida, esa obra está en ti para siempre. Es lo máximo que se puede decir de una obra. Esto tiene una consecuencia filosófica: al hacer eso construyes realidad. Aunque, eso sí, nunca pienso en eso cuando escribo. Yo sólo escribo para mí”.
Antes de despedirnos, le pregunto si aún es un punk; no sólo porque tocó en una banda sino porque esa misma pregunta se la hacen al vocalista de Primal Scream en Nocilla.
“Hay dos cosas que quedaron en mí del punk. Primero, la radicalidad, que hay que ser un radical no en un sentido violento sino en un sentido etimológico: agarrar las cosas por la raíz. En segundo lugar el ‘hazlo tú mismo’. La independencia para mí es fundamental. En El hacedor, remake hice mis propios videos con una cámara peor que la de un iPhone. Me daba igual. Había una investigación estética que quería hacer yo. Podría haber encargado los videos a alguien más pero no serían míos y no podría investigar mi estética a través de la imagen. Eso para mí es el hazlo tú mismo. Todo lo que pueda hacer yo prefiero hacerlo yo”.