Crónicas bajo cero a la distancia: La despedida y el triunfo de 'Una película de policías' en el día 6
Si despedirse de la cobertura de un festival de cine siempre cuesta trabajo hacerlo, este año de la Berlinale resulta aún más complicado. No sólo porque la emergencia de salud global ha impuesto que el festival fuera más corto y el acceso a las películas del concurso se hiciera a distancia, sino porque no tuvimos la suerte de ser testigos en persona de un triunfo más del cine mexicano.
Igual que lo hiciera con sus dos largometrajes anteriores presentados en Berlín, Alonso Ruizpalacios volvió a meterse en el palmarés este año repitiendo los éxitos de Güeros (mejor ópera prima en 2014) y Museo (mejor guion en 2018).
El jueves pasado nos enterábamos a la distancia del merecido Oso de Plata a la contribución técnica que ganó Yibrán Asuad por la edición de Una película de policías. Entre sus razones, el jurado compuesto por Ildikó Enyedi, Adina Pintilie, Jasmila Zbanic, Mohammad Rasoulof, Nadav Lapid y Gianfranco Rosi reconoció en la edición de la cinta mexicana... "el magistral concepto de montaje de una obra cinematográfica atrevida e innovadora que diluye los límites entre la ficción y la realidad y explora con valentía las capacidades del lenguaje cinematográfico para cambiar nuestra visión del mundo".
Con ello, seis cineastas de orígenes tan distintos como Hungría, Rumania, Bosnia, Irán, Israel o Italia reconocían, no sólo la relevancia del montaje en la construcción de una narrativa inteligente y propositiva, sino también la continuación de un estilo que el director ya había dejado ver en sus largometrajes anteriores. Una vocación por contar desde varios lugares al mismo tiempo y una búsqueda por entender el cine como un oficio que no sabe de límites o fronteras.
Así, si parte de la apuesta en Güeros tenía que ver con juegos relacionados con el carácter diegético de la música y el rompimiento de la cuarta pared, y en Museo encontrábamos secuencias que dialogaban con el teatro y la repetición a manera de ensayo o representación, en Una película de policías los límites que no quedan claros son los del documental y la ficción. Esos y los que están relacionados con el trabajo de investigación de los actores en su búsqueda de elementos para construir un personaje. Con las verdades que se esconden detrás de la película que vemos y la realidad detrás de lo que se cuenta. Con lo que se pone en escena y lo que es.
Con la invisible línea que divide lo real y lo fílmico y que cuenta desde un humor muy particular la historia de amor y trabajo de Teresa y Montoya. Dos policías de la Ciudad México que viven en carne propia la lucha diaria que implica lidiar con la corrupción y el abandono de una institución en crisis.
De ahí que una gran idea filmada impecablemente, alternando la puesta en escena y el documental, se convierta a partir del trabajo de Asuad en un premio en un festival del prestigio del de Berlín.
Una propuesta narrativa que se compone de varios niveles que encuentran en cómo están articulados una estructura clara y poderosa para comunicar.
Tal vez por ello, en la declaración del jurado al entregar el premio a Una película de policías se agrega que... "el montaje desempeña un papel esencial en el apoyo de la visión única del cineasta al deconstruir de manera lograda las diversas capas de realidad y lenguaje para ofrecer una mirada detallada y que invita a la reflexión de una de las instituciones más controvertidas de México".
En suma, un éxito más a la sólida carrera de Ruizpalacios que no deja de experimentar, hacer buenas películas y asociarse con cómplices creativos tan talentosos como él. Construyendo proyectos cada vez más complejos y apostando por un comentario social y reflexión cada vez más incisivos.
Con este nuevo éxito del cine producido en nuestro país me despido de la edición más peculiar que he cubierto de la Berlinale, esperando que pronto nos volvamos a reunir en los cines de Potsdamer Platz, a tomar café o vino caliente para el frío, y a correr entre proyección y proyección.
Mientras tanto nos queda el consuelo de haber vivido una semana de películas espléndidas y saber que, aunque sea a distancia, el cine no se detiene.
Gracias por acompañarme.