Equilibrio de sonidos y silencios en ‘White Blood Cells’ de The White Stripes
Año 2001, año en que George W. Bush asume la presidencia de los Estados Unidos; año en que surge Wikipedia en español; año en que Microsoft lanza su primera consola XBOX; año en que fallece George Harrison; se estrena Shrek, Donnie Darko, y El Señor de los Anillos: La Comunidad del anillo. 2001 también es el año en el que la escena del Post-Punk Revival puede presumir la adquisición de uno de los mejores álbumes de su movimiento, el White Blood Cells de la pareja musical, The White Stripes.
Ya con dos discos bajo el brazo, Meg White (baterista) y John Anthony Gillis (guitarra y voz), mejor conocido como Jack White, toman la decisión de cambiar un poco el sonido ya presentado a su público y adoptan una identidad que ya era conocida como garage, donde seis cuerdas alteradas por el overdrive y una actitud agresiva implementa a los parches y platillos, que es todo lo que necesitas para poder crear este estilo musical.
Gracias al cambio auditivo, la banda pudo desempolvar varias ideas musicales e incluso canciones completas que no pudieron ser incluidas en los primeros álbumes, tal vez por ser algo descuidadas en los riffs que rompían con la onda blues de los primeros dos discos, pero lo que buscaban en esta ocasión estaba lejos de un sonido perfecto así que este álbum era perfecto para agregarlas a la lista. Cabe destacar que la falta de recursos tecnológicos no fue problema alguno, sino todo lo contrario; aunque antes resolvieron sus grabaciones con equipo más limitado, en esta ocasión, los recursos a su disposición superaban en calidad a lo antes disponible para el dúo originario de Michigan, lo que daba lugar a más creatividad y experimentación para este tercer material discográfico; sin embargo, una idea impulsada por la personalidad punk de Jack retumbaba la cabeza de Stuart Strikes, quien se encargó de que el audio de White Blood Cells no sonara demasiado bien, característica que nos queda clara desde el primer tema “Dead leaves and the dirty ground”, donde algunas pisadas de los arpegios no son del todo seguras y mucho menos limpias.
16 temas son los que forman este Células blancas de la Sangre (Traducido al español), donde la estructura concisa aplica para la mayoría de ellos, pues ninguna canción llega a la duración de cuatro minutos y hay un gran número de temas que llegan a su fin pasados los 120 segundos, sin mencionar que el track 6 del disco, “Little Room”, solamente dura 50 segundos; además, la participación musical de Jack en el tema se limita únicamente a su voz, la música de esta canción es realizada en su totalidad por las percusiones de Meg.
Es necesario dejar en claro que no por ser un disco garage la monotonía está presente en este. Hay una gran variedad de sensaciones, estilos y contrastes entre los tracks. Para llegar al “Hotel Yorba” solo necesitas tres acordes (Sol, Do y Re) tocados en una guitarra acústica y el estilo country aparecerá por sí solo, género que también tiene presencia en la canción “Now Mary”.
“Aluminun” es el tema que le permite a la banda tachar de la lista de cosas que no podían faltar en este disco, el apartado de “Rola instrumental o sin letra”, que aunque sí tiene voces, o mejor dicho gritos, no hay una sola palabra en ella, cosa distinta al motor que da lugar a “The Union Forever” donde la letra se compone por diálogos de la película que hasta hace poco era la mejor obra cinematográfica de todos los tiempos, según Rotten Tomatoes, Ciudadano Kane de Orson Wells.
Pero no podemos dejar de lado la función que tiene el color en la carrera de los White y principalmente de este White Blood Cells que los coloca bajo los reflectores. Jack comentó que la combinación de colores más poderosa que existe es el rojo, negro y blanco, paleta que podemos ver en la portada del álbum donde el dúo se encuentra acorralado por unas siluetas humanas complementamente oscuras donde, a espaldas, tienen una pared de ladrillos roja sobre un piso que parece estar cubierto de nieve; incluso la ropa de la pareja es blanca y roja, y la playera de Jack apenas hace distinción con el blanco de su piel.
El recurso visual de White Blood Cells se repite en portadas de sencillos que vendrían después y en casi todos sus otros materiales discográficos, así como en el vestuario que The White Stripes elegiría tanto para presentaciones en vivo como para algunos de sus videos musicales (“We’re Going To Be Friends, Dead Lives And The Dirty Ground").
No es un secreto la gran influencia que este álbum tuvo en la manera en que otras bandas contemporáneas a The White Stripes, luego de ver el gigantesco éxito del álbum, volvieran a colocar a las guitarras distorsionadas como elementos protagónicos en sus canciones.
Si tuviéramos que describir un poco el estilo de The White Stripes en este disco, una buena forma de resumirlo es decir que hay un buen equilibrio de sonidos y silencios en el tiempo donde Jack explota al máximo el recurso de los parones y muteos en sus seis cuerdas distorsionadas, además de dejar más que claro con la filosofía de Meg al momento de componer, que en muchas ocasiones, menos es más.
Para celebrar los 20 años de esta obra maestra, ha salido al mercado, por Third Man Records, la edición Deluxe del álbum donde hay una remasterización de los 16 temas en audio HD y una versión en vivo del disco, interpretada por el dúo en Detroit, en junio del mismo año que vio nacer al disco, 2001.