Festival Cordillera, la chispa que alumbra desde el Sur

Por Juan Esteban López Jaramillo

Para homenajear los sonidos que atraviesan nuestro continente, una parada obligatoria es el Festival Cordillera.

Realizado en Bogotá, Colombia, reúne tanto a las propuestas nuevas como a las clásicas de Iberoamérica.
El 14 y 15 de septiembre me di a la tarea de adentrarme en él. Con Los Fabulosos Cadillacs, Babasónicos, Bándalos Chinos y más, me dispusimos a bailar merengue, poguear un rato y cantar a grito herido las canciones que nos unen.

Cantantes colombianos

Era imposible pasar por este país y no disfrutar sus propuestas. Por un lado, Canalón de Timbiquí, un grupo de música regional del pacífico colombiano logró que, al ritmo de la marimba de chonta (un instrumento típico de las comunidades afrodescendientes), uno se transportara al lado del mar. Sensación similar a la de la cantante Juliana, quien, con su propuesta de pop con tintes de géneros tradicionales de Colombia, hizo que más de uno de los asistentes se emocionara con sus conmovedoras letras.

Fonseca, por su parte, ofreció uno de los mejores shows del Festival Cordillera. Con fuegos artificiales, un coro a capela y su sonido tropical, tocó las fibras amorosas de los asistentes, quienes, en pareja (o recordando amores perdidos), vieron cómo afloraban sus sentimientos. Con Systema Solar, el baile no fue problema, pues hicieron mover las caderas hasta del más tímido, implantando el lema de su canción "Me quedo en mi Kolombia bailando la cumbia" y dejando en todos la sensación de no querer irse del concierto.

Un paseo a la nostalgia

Uno de mis momentos favoritos fue comerme un perro caliente mientras veía a Vilma Palma cantar "La Pachanga" a lo lejos. Y es que cuando se trata de vibrar con las canciones que bailaban mis papás, soy el primero en apuntarme. Hombres G cantando "El ataque de las chicas cocodrilo", mientras todos gritábamos queriendo ser una de ellas; poguear con Molotov, como si estuviera en una lata de sardinas de lo lleno que estaba; o cantar al unísono "Vasos vacíos" con Vicentico, sintiendo que estábamos escuchando a Los Fabulosos Cadillacs por primera vez, reafirmó ese poder que tiene la música para unir la memoria de todos los iberoamericanos en cuestión de segundos.

Pero si de añorar se trata, Omara Portuondo fue un abrazo al corazón para quienes crecimos escuchando a Buena Vista Social Club en la casa de los abuelos mientras jugábamos dominó.

Ya quisieran muchos artistas llegar a los 93 años y seguir en una tarima deleitando al público. Tal fue su conmoción al vernos tan emocionados que le pasaron un pañuelo para limpiarse las lágrimas (como las "Lágrimas negras", que lleva cantando desde que tiene memoria). Acompañada de la Orquesta La Falide, nos llevó en un viaje a La Habana, dándonos a quienes la vimos el regalo de poder decir que estuvimos en el concierto de su última gira.

Cuando las luces se apaguen, recuérdenme lo lindas que son las cordilleras

Sin duda, este es un evento que todo amante de la música latina no se puede perder.

Reunir en un mismo lugar a artistas de la talla de Babasónicos, The Skatalites, Juan Luis Guerra, León Larregui o La Maldita Vecindad, y juntarlos con propuestas más recientes como Zoe Gotusso, Trueno, José Madero y Nicolle Jadad, habla de las posibilidades de este Festival.

Sin duda, me quedé con una sensación de orgullo al ver las propuestas tan increíbles que estamos haciendo en Latinoamérica, y que debemos seguir apoyando. Y aunque una de las mayores decepciones de este año fue la cancelación del concierto de Fito Páez, él ya prometió que se presentará en el Festival Cordillera 2025, así que tenemos una nueva excusa para regresar.

Más que nada y nadie: Sérgio Mendes

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