La tierra es de quien la trabaja y Zapata de quienes lo invocan

La tierra es de quien la trabaja y Zapata de quienes lo invocan

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Nos transportamos al 10 de abril: 1919. Emiliano Zapata fue asesinado en la Hacienda de Chinameca, Morelos, tras la imperdonable traición. Al ser su cuerpo transportado a Cuautla, su fiel séquito se reuniría alrededor de él. Incrédulos mientras se congregan para ocupar un lugar en la imagen que enmarca la cámara que apuntaba hacia ellos. Entonces se emitirá el estallido de luz que grabará a su cuerpo inerte en la memoria nacional por el resto de los días.

Murió un hombre y nació la leyenda, como bien se dice. Dicha fotografía, sin embargo, no es el primer registro visual que tenemos de Emiliano Zapata, ni de su legado como cabeza de la resistencia campesina y la reforma agraria en México. Así pues, después de su muerte o como lo plantea la exposición en el Palacio de Bellas Artes titulada Emiliano. Zapata después de Zapata, tampoco sería la última representación de la cual gozará la memoria del Caudillo del Sur.

Con este montaje, de al menos 10 años de investigación y compilación de obra por detrás, la galería de arte Aura, en conjunto con el Palacio de Bellas Artes, nos abre un montaje imperdible sobre los distintos movimientos sociales, producciones cinematográficas, esculturas, murales, estampas, fotografías y pinturas en done Zapata pervive, a más de 100 años de su muerte. 

“La Revolución”, obra del pintor Fabián Cháirez, que suscitó polémica a raíz de la apertura de la muestra en Bellas Artes.

La Revolución”, obra del pintor Fabián Cháirez, que suscitó polémica a raíz de la apertura de la muestra en Bellas Artes.

Difícilmente uno pudo haber escapado de la controversia en la que se fundían los medios después de que la célebre obra del artista plástico Fabián Cháirez adquiriera tanta difusión. Una pieza sin duda polémica. Dentro de las temáticas tendenciosas y, sobre todo, tratándose de una figura tan emblemática en el imaginario mexicano, es fácil perder de vista la larga historia que sustenta a una tradición de modificaciones y reapropiaciones de dicho ícono, tradición que está presente desde Guadalupe Posada, así como Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Pasando además por interpretaciones de Hollywood y Marlon Brando, hasta llegar a las huelgas agrarias en California lideradas por la población chicana y siendo avivada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), hasta llegar a la contemporaneidad, en donde se ha hecho uso extensivo de él como símbolo de la subversión y disidencia de género.

Es evidente a lo largo del recorrido, que Emiliano Zapata tal y como se inmortalizó (con vestimenta de charro, inconfundible bigote, sombrero, penetrante mirada, montado a caballo con pistola y Plan de Ayala en mano), no ha sido relevado de sus deberes revolucionarios. En la actualidad, así como a lo largo del siglo XX, se ha convertido en una imagen de fácil exportación a distintas causas, fuesen el llamado a la unión de la clase obrera retratado por Rivera, las protestas estudiantiles de 1968, diversas guerrillas rurales y urbanas, el intercambio bicultural expresado en la cruzada estudiantil de Denver o el movimiento agrario en Nuevo México, hasta llegar a desembocar en la oportunidad de subvertir los ideales estandarizados de la masculinidad mexicana.

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Lo que es sin duda notable de este símbolo revolucionario, es la frescura y vivacidad con la cual se sigue desenvolviendo en el entorno de la expresión artística, política y cultural de varios países, no sólo el nuestro. Es al tiempo un grato recordatorio del camino que aún tenemos por delante como sociedad en cuanto a “reforma, justicia y ley”, tal como lo propuso el Ejército Liberador del Sur hace tantos años y después convertido en el célebre “Tierra y Libertad” por el político y escritor Ricardo Flores Magón. La lucha por la reivindicación del campesinado, por la visibilización indígena y por una vida libre de opresión y violencia estructural son temas que jamás en la historia de nuestro país han cesado de comprobar su urgencia de ser reconocidos, así como su importancia en la formación de la cultura.

Pues bien, la tierra es de quien la trabaja y Zapata de quienes lo invocan.

¿Puede una representación ser tan influencial y relevante como la persona a la que retrata? Si nos guiamos levemente por un análisis etimológico de la palabra “representar”, en donde “re” es la reiteración de algo, mientras que el prefijo “pre” hace alusión a estar por delante o detrás, al mismo tiempo que ser “mucho” o ser “más”, es claro que una figura o signo puede, en el lugar de la persona a la cual hace alusión, seguir hablándonos mediante la repetición e interpretación de otros. 

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Puedes visitar la exposición “Emiliano. Zapata. Después de Zapata” en el Museo del Palacio de Bellas Artes. Además te recomendamos que si eres fan de la historia de este personaje, vayas por el libro homónimo.

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