Por Salvador Nito (@nito_wong)
La industria de la música y del entretenimiento es un campo de alta competitividad, donde sus miembros tienen que pelear por posicionarse en lo más alto de la escalera mental del consumidor. Ésta batalla de mercadotecnia ha promovido la implementación de distintas técnicas para lograr una mayor publicidad. Como parte de este movimiento mediático, la banda YACHT se ha sumergido en una marea de controversia debido a una supuesta sex tape en la que estaban involucrados.
YACHT, conformada por la pareja de Jona Bechtolt y Claire L. Evans, subió un post a su página de Facebook el pasado 9 de mayo de 2016. En él, los músicos denunciaban que un video privado que los involucraba de una forma sexual había sido filtrado al público. Con un tono de indignación, los miembros de la banda se presentaban como víctimas de un caso que atentaba contra su vida personal.
La respuesta del público fue en su mayoría empática y de simpatía. Los fans y amigos de la banda mostraron su apoyo hacia YACHT a través de las redes sociales. Twits como el del actor Eric Wareheim defendían a los músicos con mensajes como “Deberían de castrar a aquel que haya hackeado y filtrado el sex tape de @YACHT”.
https://twitter.com/ericwareheim/status/729755308856246273
Con la sorpresiva empatía demostrada en la respuesta del público en general, YACHT declaró que tomarían control de la situación al vender el video por $5 dólares. Los fans aclamaron la decisión y el valor de la banda de tomar acción; pero para el desconcierto de muchos, la mañana del 10 de mayo de 2016, varios medios habían confirmado que la supuesta cinta era un truco publicitario. Ante esta revelación, la respuesta general fue negativa. Por ejemplo, Brandon Stosuy, director editorial del portal Pitchfork, declaró en un twit que “cuando le dices a la gente que fuiste explotado, ellos muestran simpatía, y resulta que tú abusaste de ellos por publicidad, no estás siendo transgresivo”
https://twitter.com/brandonstosuy/status/730072837105553413
Éstos son trucos utilizados con el único fin de llamar la atención del público. Pero a diferencia de otras acciones con el mismo propósito, el escándalo de YACHT entró en el delicado campo de los derechos de privacidad y sexualidad.
Lo que fue ampliamente criticado es la falsa victimización sexual de los miembros de YACHT. En las redes sociales, muchos han señalado que al realizar esta acción, Jona Bechtolt y Claire L. Evans han restado importancia y credibilidad a las verdaderas víctimas de abusos sexuales de casos como la revenge porn o pornografía de venganza y la publicación de imágenes íntimas hacia el público.
En Twitter, múltiples personas han publicado declaraciones en relación a este tema. Jes Skolnik directora editorial de Bandcamp y escritora de Pitchfork declaró que “La pornografía de venganza es una forma de violencia sexual. Tomar ventaja del trabajo que hemos hecho por un truco de publicidad es realmente malo”.
https://twitter.com/modernistwitch/status/730071364917460996
El caso de YACHT es solo uno de la nueva oleada de gimmicks publicitarios en los medios de comunicación. Quizá el más conocido, aunque en el ámbito político (convertido en entretenimiento), es el de Donald Trump, quien a través de la guerra sucia de mercadotecnia y con la utilización de noticias escandalosas como los insultos sexuales a la esposa del candidato Ted Cruz, ha alcanzado una popularidad superior a la de sus contrincantes.