Por Arantza Vázquez @ara_vzg Hay música que sonroja exaltando el corazón y que al hacerlo, trasciende. Tal es el caso de Getz/Gilberto (Verve Music, 1964), álbum que cumple cincuenta años como la representación más importante de la mezcla entre el bossa nova de Brasil y el jazz estadounidense, gracias a la colaboración entre el guitarrista y cantante João Gilberto y el saxofonista Stan Getz.
Es un disco que, con una caipirinha en la mano,nos puede transportar a la playa de Ipanema, un lugar con mujeres altas de cuerpo dorado. Este sentimiento sale a flote desde la primera canción “Garota de Ipanema”, una de las canciones más conocidas y la segunda con más covers de la historia (ya que “Yesterday” de The Beatles, es la primera). Artistas como Madonna, Frank Sinatra, Amy Winehouse, entre muchos otros, han reproducido la melodía que ganó fama con la voz de Astrud Gilberto, esposa de João Gilberto.
También es importante resaltar a Helo Pinheiro, mejor conocida como “La chica de Ipanema” en la que la canción fue inspirada y que hoy, aún lo recuerda con estas palabras:
“Es eterna, cuando la escucho recuerdo mi juventud. Todo el mundo se quería enamorar. Era el espíritu del bossa nova”.
La canción también ha dado para sacar el lado creativo de las personas, como lo hace este personaje disfrazado de Darth Vader que toca “La Chica de Ipanema” al piano, mezclada con notas de “La Marcha Imperial”.
En el álbum se puede encontrar la colaboración de otros grandes artistas, entre ellos, la de uno de los mejores compositores de inicios del siglo veinte, Ary Barroso, quien compuso “P’ra Machucar Meu Coraçao”, la canción de una persona que cura la desilusión con una guitarra en el proceso de aprender la ciencia de vivir sin sufrir.
También, a excepción de “Doralice” y de “P’ra Machucar Meu Coraçao”, todas las canciones cuentan con la colaboración de Antônio Carlos Jobim, quien dejó la arquitectura por la música y se convirtió en pionero del bossa nova, género con el que ganó fama internacional a partir del disco.
El álbum tuvo, entre muchos otros logros, el premio de los Grammy Awards al mejor álbum del año (1964), categoría en la que también estuvieron nominados artistas como Henry Mancini y Barbra Streisand.
Fue la mezcla cultural, que no era muy utilizada en la época, lo que le dio un toque único al disco. Las canciones que combinan los ritmos de la samba con algunas notas melancólicas de jazz y letras de esperanza forman un álbum que reconforta de forma que muestra música que da luz de forma atemporal, en una playa de Brasil o en cualquier lugar donde el amor abunde.