Victoria's Secret no abandona su fantasía en la era de la inclusión
Victoria’s Secret es una marca famosa a nivel internacional, reconocida principalmente por sus seductoras piezas de lencería, pero también por su línea deportiva, de cosméticos, de trajes de baño, su colección juvenil PINK y por supuesto las famosas modelos que forman parte de su pasarela. Así, su atractivo principal a lo largo de los años ha sido nada menos que aquello concebido en 1995 conocido como Victoria’s Secret Fashion Show.
El primer show tuvo lugar en ese año, en el Hotel Plaza de Nueva York y contó con algunos de los rostros más importantes de la industria en ese momento: Stephanie Seymour, Tyra Banks, Naomi Campbell y Helena Cristensen. Desde entonces llevaban ya las modelos las famosas angel wings, características en la pasarela de la marca.
El evento fue bastante exitoso y de esta manera se consolidó como el show actual que conocemos hoy en día. Tan solo cuatro años más adelante, en 1999 se incorporaron Giselle Bündchen y Adriana Lima, dos de las modelos más icónicas en la actualidad, además de ser la primera vez que fue transmitido vía internet, aunque la pobre conexión con la que se contaba en 1999 hizo del show una experiencia fallida para los internautas que sintonizaron. Más adelante comenzó a ser transmitido por las cadenas CBS y ABC.
Lo que comenzó siendo una inteligente movida publicitaria para la marca –el elemento angélico del desfile– con espectaculares modelos y piezas de lencería de precios exorbitantes (el Sexy Splendor Fantasy Bra, portado por Gisele Bündchen en 2005 tenía un valor de 12,5 millones de dólares) hoy en día enfrenta reacciones negativas por parte de la población internacional. Ya no se trata de aglomerados ultra conservadores, organizaciones defensoras de los derechos de los animales (PETA) o de organizaciones religiosas en contra de la proyección televisiva de un desfile de mujeres en ropa interior; se trata de gente real y consciente de los estereotipos de belleza que ha impuesto la marca desde su creación.
Es sabido que Victoria’s Secret tiene un riguroso proceso de selección para las modelos que aparecen en sus pasarelas, y eso se refleja: mujeres de medidas y peso “perfectos”, en su mayoría rubias, altas y delgadas.
A pesar de los cambios en las actitudes en torno a la hipersexualización de las mujeres y la evidencia de que su imagen de marca super-sexy ya no resuena como antes en los consumidores, Victoria's Secret se ha negado en su mayor parte a realizar cambios significativos. En un contexto actual donde los jóvenes piden más self-acceptance y menos discriminación, la línea de lencería parece irse alejando cada día de lo que la sociedad demanda.
Si bien, a lo largo de los años se ha visto envuelta en numerosos escándalos y controversias, la más reciente decisión de nombrar a la modelo Barbara Palvin como su primera modelo plus size ha despertado el enojo de sus clientes, en su mayoría mujeres, quienes de nuevo acusan a la marca de imponer estándares de belleza poco realistas y que en general no envían un mensaje de body positivity; argumentando que si ella es considerada plus size, habría que imaginarse cómo cataloga Victoria’s Secret a las mujeres comunes y corrientes de tallas promedio. La modelo de origen húngaro de 25 años, mide 1,75 metros y pesa 55 kilos.
A finales del año pasado, el director de marketing, Ed Razek, enfrentó fuertes críticas seguido a declaraciones que hizo acerca de incluir modelos trans y plus size en la paserela, asegurando que no ejemplificaban la “fantasía” que Victoria’s Secret trataba de vender. Fue tanta la presión y los reclamos de lectores en redes sociales que Razek terminó por disculparse.
Cabe preguntarse entonces, si en el mundo que vivimos hoy; uno que transita hacia espacios más incluyentes, hay cabida para una marca que objetiviza abiertamente a las mujeres y las valora acorde a su cuerpo. ¿Ustedes qué opinan?