Por Diana Mártínez Fotos por Luis Alberto Vargas
Sabía de los riesgos en México al cruzar la frontera: fosas clandestinas, masacre de San Fernando, secuestros, trata de personas y agresiones en el tren conocido como La Bestia, pero cualquier peligro era menor al que vivía Mía en su país, Honduras. La joven de 22 años de edad es transexual, viste short y blusa blanca, camina con seguridad en el albergue donde ahora vive, y aunque se siente a salvo, no olvida lo que tuvo que pasar para obtener la calidad de refugiada en México.
En esta casa, ubicada en la Ciudad de México, es constante ver llegar a personas de origen centroamericano que necesitan un lugar para vivir o pasar la noche y que comparten historias de abuso por parte de autoridades migratorias. En el caso de Mía, huyó de Honduras por los ataques a integrantes de la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Travesti, Transgénero e Intersexual (LGBTTTI), que se incrementaron con el golpe de estado ocurrido en su país en 2009.
Mía desconoce la cifra exacta de integrantes de esta comunidad asesinados desde entonces, pero estima que suman muchos, más del 50 por ciento, ya que el país era un caos, había toque de queda. Como la mayoría ejercía el comercio sexual, perdían la vida en manos de militares. Eso la motivó a volverse defensora de los derechos de esta comunidad, pero antes debió enfrentar el rechazo de sus familiares cuando les dijo a los 17 años de edad, al terminar el bachillerato, que era homosexual y la corrieron de su casa.
Trabajó de cajera en un supermercado, donde la despidieron por ser gay, por lo que decidió volverse travesti y ejercer el sexoservicio, después, optó por ser transexual para vivir como mujer. Al ejercer la prostitución, Mía comenzó a ser agredida y extorsionada por maras, y se vio en la necesidad de huir en enero pasado a Estados Unidos, tras ahorrar aproximadamente 2 mil pesos mexicanos.
Llegó a Guatemala, después a Tapachula, Chiapas, donde se quedó en un albergue, y al ver lo difícil que era cruzar a Estados Unidos, inició el trámite ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) para obtener el estatus de refugiada en México. Pero no podía quedarse más en el albergue, y al no conseguir trabajo, recurrió nuevamente al trabajo sexual , pero nuevamente fue amenazada por un mara que tuvo problemas con una migrante con la que Mía rentaba un espacio para vivir.
Así que decidió entregarse a las autoridades, quienes le negaron medidas de protección y le pedían que conciliara con el agresor, además que la única forma de garantizar su integridad era que se entregara al Instituto Nacional de Migración.
Fue trasladada a una estación para migrantes en Tapachula, y en marzo, a la estación conocida como Las Agujas, en Iztapalapa, donde recuerda, a diferencia de la de Chiapas, “es la estación migratoria más horrible de todo México". Según Mía, el personal de seguridad agrede a los migrantes de la comunidad LGBTTTI y los discriminan, incluso ella, después de protagonizar una riña con su compañero de estancia, fue segregada en el área de hombres, donde no ingresaba la luz, además que estuvo tres días sin comer y sin beber agua. Cuando la sacaron del lugar, presentaba un fuerte dolor de estómago, por lo que presentó una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Habían pasado más de 45 días hábiles establecidos por la Comar para su trámite y Mía decidió enviar una carta para preguntar al respecto. “A finales de abril vienen a ver mi caso y según lo que me pudieron decir es que los de Migración no les habían comentado a la Comar que estaba detenida, prácticamente pasaron dos meses de días hábiles sin que me tomara en cuenta la Comar”, asegura.
Simón Hernández, representante legal de Mía, destacó que la Comar consideró que la joven abandonó el procedimiento al no tener información de ella e inició un procedimiento nuevo, aun cuando tenía una solicitud desde enero y el plazo de 45 días no fue tomado en cuenta. “Su caso pone en evidencia las dificultades que enfrentan las personas solicitantes de asilo en México, a su condición de vulnerabilidad se suma la incapacidad de las autoridades mexicanas para brindarles protección efectiva, la falta de información oportuna y celeridad en los trámites para concederles asilo”, enfatizó.
Finalmente, en mayo le notificaron que tenía la condición de refugiada. Ahora vive en un albergue de sociedad civil. Aunque Mía pudo ser reconocida como refugiada, aseguró que le preocupa la atención a migrantes en la estación Las Agujas, donde el personal de seguridad llama constantemente maricones o jotos a integrantes de esta comunidad. Una situación también grave es la de las personas originarias de India, quienes sufren de maltrato por hablar otro idioma. Son también discriminados, los roban y no reciben atención médica adecuada.
Mark Manly, representante en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), informó que en 2015, el 18 por ciento de las personas que atendió el ACNUR en su oficina de Tapachula fueron personas de la comunidad LGBTTTI, es decir, aproximadamente 144. Manly aseguró que las personas de la comunidad LGBTTTI enfrentan más riesgos debido a la discriminación, como violencia física y sexual, por lo que requieren acciones específicas para asegurar que pueden ejercer sus derechos, como tener espacios adecuados.
“Hay un vacío claramente frente a la necesidad de la comunidad LGBTTTI, también estamos trabajando en esa área, hemos trabajado con varios espacios de la sociedad civil para asegurar que hay espacios amigables”,
Dijo que en términos generales, y no con respecto a la comunidad LGBTTTI, hay una crisis de refugiados provenientes de Centroamérica, pues están llegando no sólo a México y a Estados Unidos como ocurría hace varios años, sino también a países del sur como Belice. En México, dijo, más del 90 por ciento de las personas que llegan son de Honduras, El Salvador y Guatemala y en muchos casos están amenazados por grupos del crimen organizado como maras.
De acuerdo con estadísticas de la Comar, en 2014, 2 mil 137 personas solicitaron la calidad de refugiados, y de las mil 370 que concluyeron el trámite, 455 fueron reconocidos. Para 2015, la cifra se incrementó a 3 mil 423 solicitantes y de los 2 mil 394 que concluyeron el trámite, 940 obtuvieron la calidad de refugiados.
Hasta el 30 de abril de 2016, 2 mil 100 personas solicitaron ser refugiados y de las mil 479 que terminaron el trámite, a 786 se les notificó la calidad de refugiado.