El Centenario del nacimiento de Juan Rulfo es motivo de celebración, y la mejor forma de celebrar a un escritor es con la lectura. El autor de El llano en llamas es uno de los más cercanos a la sociedad mexicana gracias al retrato fiel y atemporal que hace de nuestro país. Uno llega su obra llega tarde o temprano, fuera por la obligación escolar o por el simple gusto de la lectura misma.
Para ampliar el panorama de este gran autor, en Ibero 90.9 tuvimos la oportunidad de entrevistar a dos académicos que han dedicado su carrera al estudio de la obra de Juan Rulfo. Por una parte, el Dr. Alberto Vital, actual Coordinador de Humanidades de la UNAM, y autor de Noticias sobre Juan Rulfo (RM, 2004), la biografía más completa hasta el momento. Por otra, el Dr. Jorge Zepeda, doctor en Literatura Hispánica por el Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios del COLMEX, y autor de La recepción inicial de Pedro Páramo (1955-1963) (RM, 2005).
Ibero 90.9: ¿Rulfo entra en esta categoría de clásico como “obra que todo mundo cita pero pocos han leído”?
Alberto Vital: Depende un poco de la definición de clásico, si consideramos clásico a aquel que todos citan pero que pocos leen, pues en parte puede parecerá así. Pero si definimos clásico como un autor que siempre nos dice algo, en cualquier época en la que lo leamos, en cualquier coyuntura histórica en la cual nos toque vivir, pues en ese sentido también es un autor clásico. Fundamentalmente porque fue un escritor que se preparó muy bien para escribir lo que quería decir, lo que requiere de una gran tenacidad y constancia. Rulfo fue un lector voraz desde temprana edad. Además, trabajaba mucho, leía y corregía sin descanso. Podría citar a Picasso, “que vengan las musas pero que te encuentren trabajando”.
Ibero 90.9: Desde que nace México como nación en el Siglo XIX, siempre se ha buscado que nuestra literatura esté al nivel de la gran Literatura Universal, e incluso se llega a pensar que la meta se logrará copiando otros modelos como, por ejemplo, la literatura francesa, que es cosmopolita. Sin embargo, tanto Rulfo como uno de sus grandes amigos, João Guimarães Rosa, hacen un retrato regionalista de sus respectivas tierras, México y Brasil, y se erigen como clásicos, a partir de un gran estilo literario.
Jorge Zepeda: Desde luego, la conexión con Guimarães Rosa es importante: fueron amigos, realizaron un viaje a Jalisco en autobús, los dos más bien con una personalidad retraída. Es importante prestar atención a esas conexiones porque nos da una idea de que se debe trascender esa oposición entre lo nacional y lo universal. Precisamente, en mi libro La recepción inicial de Pedro Páramo comento que esta novela constituye una especie de síntesis conflictiva porque toma elementos del ambiente cosmopolita, de la narrativa de vanguardia norteamericana, pero al mismo tiempo trata temas muy mexicanos. Un buen libro lo puede escribir un escritor que haya viajado poco, quizás, pero que tenga una profunda vida interior, muchas lecturas. Rulfo fue un hombre que leyó muchísimo. Esa experiencia lectora, para mí, pesa mucho más que esa idea de que el asesinato de su padre y luego la muerte de su madre lo marcaron para siempre. Desde luego que tuvieron su peso en la vida personal de Juan Rulfo, pero lo que lo lleva a convertirse en escritor son ese conjunto de lecturas tempranas.
Ibero 90.9: ¿Es trillado hablar sobre la actualidad que tiene la obra de Juan Rulfo en el México contemporáneo? México como tierra de muertos y fantasmas.
AV: Pensémoslo de esta forma. Yo ahora lo estoy estudiando en términos de cómo razonan los personajes, cómo argumentan. El comienzo de Pedro Páramo es “Vine a Comala porque…”, desde un principio es una novela que se plantea como una argumentación, una explicación de los actos humanos, y en ese sentido es un enfoque nuevo, pero que también puede tener muchos otros. En mi caso, llego a la conclusión de que Rulfo creó personajes que razonan como nosotros, sean campesinos en apariencia muy elementales y básicos, pero que en realidad tienen estrategias argumentativas muy parecidas a las que nosotros tenemos. La universalidad de Juan Rulfo está en que creó historias en las que nos vemos reflejados no sólo porque hay sequías como en “Nos han dado la tierra” o lluvias espantosas e inundaciones como en “Es que somos muy pobres”, sino también porque nuestra condición humana se ve reflejada, más allá del estado de angustia en el que se menciona la muerte.
JZ: A mí me parece que hay muchos problemas que siguen existiendo: el abandono de los pueblos, la migración. Hay una entrevista de Rulfo con Máximo Simpson, un periodista argentino, donde desarrolla toda una interpretación histórica de Pedro Páramo: él dice que el personaje principal es un cacique, eso no lo puede negar, pero que tiene el caciquismo una larga historia que empieza en el mundo indígena, y cuando llega la conquista, los españoles simple y sencillamente toman el lugar de los caciques indígenas y continúan controlando la situación. A la fecha hay zonas del país en las que esto sigue ocurriendo, y Rulfo se plantea una interpretación de la novela donde la pregunta que queda sin contestar es de dónde viene toda esta miseria, todos estos problemas. Y propone que la única manera en que la sociedad mexicana va a trascender ese tipo de problemas es aceptando que su origen está en la violencia de la Conquista Española.
Ibero 90.9: ¿Por qué cuando se escriben grandes obras de la literatura, en ocasiones, se llega a dudar la autoría de quien firmó? Por ejemplo, se dice que Miguel de Cervantes no tuvo conciencia de la obra que escribió, que Shakespeare es Marlowe disfrazado o que Rulfo no pudo escribir por sí solo Pedro Páramo.
AV: Curiosamente es un elogio decir de alguien que tal vez no escribió la obra. Esa negación, por así decirlo, en realidad es un elogio disimulado, un elogio envidioso; es decir, tú obra es tan grande que me asombra, pero también me produce envidia y, por lo tanto, voy a alabar la obra pero voy a negar que tú la escribiste.
JZ: Lo que pasa con ese tipo de rumores y leyendas es que no tienen la información pertinente. ¿Por qué existen esos rumores? Bueno, porque tal vez a la gente le gusta recrear su relación con los libros y con los autores, por medio de explicaciones que le sugieren una vida más intensa, por llamarla de una forma. La gente siente que si tú le cuentas una anécdota sobre el escritor o la obra, se puede acercar a ella como si fuera un texto más atractivo, un tema más adaptable o asimilable. Yo invito al lector a que lea Pedro Páramo en 1954 con las reproducciones facsimilares de periódicos, los textos introductorios y, en especial, el estudio que viene después de los documentos donde se analizan, punto por punto y de manera cronológica, notas periodísticas, algunos testimonios y con un buen arco de tiempo todas esas leyendas y cuentos raros, que no ayudan a redescubrir la obra.
Ibero 90.9: ¿Cómo invitaría a la gente que está a punto de acercarse nuevamente a la obra de Juan Rulfo como pretexto del centenario?
AV: Yo les diría que se acerquen sin prejuicios, sin sentirse abrumados por el peso de un clásico, al contrario, un clásico es el que está cerca, no es el que está en las alturas en una estatua de yeso. A veces el acceso no es tan inmediato, nos hemos vuelto muy impacientes y queremos el mayor efecto especial en el menor tiempo posible, y tampoco es así. Hay que tener un poco de paciencia. Yo sugeriría empezar con la lectura de “El día del derrumbe” para después irse adentrando en los otros textos y así empezar a crear eslabones.
JZ: A mí me parece que si alguien va a leer por primera vez a Rulfo, quizás como tratamiento de choque, debería empezar con Pedro Páramo, por el texto que reta más al lector. Digo que me parecería acertado entrar por lo más difícil porque el público lector está muy preparado para leer una novela de estas características. También hay que recordar que Rulfo decía que es una novela complicada, pero a la tercera lectura todo queda muy claro, era uno de esos comentarios que le gustaba compartir con sus entrevistadores. Hablando por ejemplo de El llano en llamas, él dice que la escritura de “Luvina” le ayudó a encontrar la estructura de Pedro Páramo. Yo agregaría, además, que el cuento “El hombre”, que tiene una estructura muy compleja, es necesario leerlo con muchísima atención. Son los antecedentes más cercanos a la novela.