Por @AlanisMoon
Hay en la música quienes piensan que tener un registro vocal perfecto es la meta máxima de alguien que aspira a cantar. Hay otros a los que es lo menos que les interesa mientras tengan algo que decir y algunos cuantos seguidores que se amontonen en el bar de la colonia para que, al fluir los tragos en su garganta, sus voces se hagan una sola...
Y entre esas variedades, hay unas cuantas voces que se tornan inconfundibles. Tesituras que, en cuanto comienzan a cantar cualquier letra, te remiten inmediatamente al artista de las que emanan. Así pasa con Trostrigo. Un acento característico y una calidez particular en las palabras que profiere son los puntos claves para ubicarlo en el mapa sonoro.
Claro que sería muy injusto sólo reconocer a Trostrigo por su voz. El folk que ha construido significa una válvula de escape para la digitalización en la música que poco a poco nos abruma. La guitarra, la voz y un discurso siguen siendo un forma-y-fondo, siguen siendo el fin último para algunos que se guían por ciertas convicciones.
Trostrigo presenta un nuevo epé titulado Cajita de Pandora en donde continúa con su estilo simple pero poderoso. A la usanza de los viejos guerreros del folk, su meta máxima es poder llegar al corazón del escucha.