Fotogalería de Humberto Prina y letras de Yéred García
La frontera nocturna entre el negro profundo y el morado crepuscular, aquella franja que disuelve los deseos de emancipación y los convierte en realidades posibles, fue ocupada este fin de semana por cuatro mentes y los impulsos eléctricos de sus beats promiscuos.
El proceso de cambio entre sábado y domingo fue homenajeado con bajas frecuencias, ritmos cuatro cuarteados y proyecciones cromáticas que transportaron a los casi mil asistentes al DFx by Axe a la superficie de Júpiter. Como bien ha de saber, letrado e informado lector, la composición del planeta más grande del Sistema Solar es gaseosa y presume de altísima gravedad. Los astronautas viajeros debieron contar con las botas indicadas para sortear la fuerza de atracción, porque la pista de Sala estaba llena.
La tarima fue intervenida en primer turno por Lao y su post-club lleno de bajos pesados e inesperados. El productor firmado en NAAFI y con cuartel en el Distrito Federal no ha encontrado problemas para aparecer en line-ups abultados o estrellados, hace casi cinco meses se presentó en la primera Undercovered Session de Boiler Room junto a Bostich + Fussible y la noche del sábado demostró que está para cosas grandes.
Henry Laufer, mejor conocido por usted como Shlohmo, arremetió contra los oidos presentes en segundo puesto a la mixer. Como el primer gran insitador de la noche lanzó las ondas de menor frecuencia del Hip-Hop. Descrito ambiguamente como avant-garde, el nativo de Los Ángeles añadió una ascepción más a la vanguardia pinchando un set de trap que mezcló el perreo de Juma con "Hookah" de Tyga para el tercer cuarto del acto. "Quiero ser rico, pero soy vulgar" o "Yo te quiero robar y tú, me quieres probar. Y con seguridad te haré volar" son frases que sin duda nunca estarán mejor musicalizadas que por el fundador del Wedidit Collective.
El año pasado los promotores del Festival Ceremonia amagaron con traerlo en su segunda edición como para darle vuelo a la hilacha ya que venía el maravilloso Flying Lotus. Incluso fue colocado en el cartel, sin embargo anunciaron que había cancelado. Shlohmo respondió en su cuenta de twitter que nunca lo bookearon, que los organizadores estaban timando a la gente (para vender más boletos en pre-venta).
En la primera mitad del año en curso, Laufer estuvo toureando con su más reciente álbum Dark Red (2015, True Panther Sounds) junto a un acto en vivo que incluía a miembros del ya citado colectivo. El lanzamiento y la prolongada gira interpretativa de un disco tan atrevido me emocionó bastante. El asombro fue mayor cuando el nombre de Shlohmo aparecía de nuevo en un flyer capitalino y no lo acompañaban las letras chiquitas que a veces son un indicio de mediocridad performativa: DJ Set. Sin embargo, tampoco decía Live act, y todos los que acudimos esperando escuchar alguno de los temas nuevos nos quedamos con las ganas.
Para combatir al prejuicio y aportar al debate sobre los set's de curaduría/mezcla de música y su valor artístico/histriónico, Totally Enormous Extinct Dinosaurs se subió a la una de la mañana al templete. Desde los primeros compases el tech-house impuso un regimen de zapateado en la pista. Los escépticos que se dieron cita para degustar a Shlohmo y se quedaron por puro placer dionisíaco obtuvieron una recompensa cuando el veinteañero, también conocido como Orlando Higginbottom, presentó una vasta colección de beats en 2-step y deep house.
TEED cumplió con su parte del contrato al aparecer en las letras más grandes del cartel y aportó el clímax de la celebración al espacio-tiempo sin dueño, aquel que ocurre entre la noche y el día. Terminó su selección mezclando "F For You" de los Disclosure y "Household Goods", su propio y ya clásico tema.
Cuando los ánimos menguaban y la pista se quedaba sin las aguas turbulentas que la inundron previamente, Christian Löffler y su metro noventa de células alemanas conectó el controlador midi a la mixer y encajó las USB's en los players. El flujo de electrones supervisado por el fundador de Ki Records creó una vía de alta velocidad entre los oídos trasnochados y su selección de down-tempo ambiental. Las frecuencias bajas se alojaban justo donde la lengua y las muelas se tocan discretamente, como quien no quiere la cosa.
La sonoridad introspectiva del europeo fue subiendo de intensidad mientras las manecillas giraban hasta el 5 y el 12. Los sintetizadores que acariciaron a la audiencia por dos horas con seda y terciopelo electrónico guardaron paz a los 120 minutos de sutil roce. Una celebración a la libertad del espíritu y al dominio humano sobre los impulsos eléctricos tomó lugar mientras los seres circadianos dormían esperando para volver a entregarse al fetiche solar. Los taciturnos rindieron su culto semanal a la luna y a la obscuridad que cobija sus errantes desiciones.