¿El TLCAN tiene los días contados?

Durante su campaña, Donald Trump, el primer plutócrata en ocupar la presidencia de los Estados Unidos, prometió  a sus seguidores, una serie de medidas que apuntaban al proteccionismo económico, al cierre de sus fronteras comerciales. El blanco de sus promesas -las cuales se convirtieron en ataques-, ha sido el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Muy en específico, las operaciones realizadas en México, en determinadas industrias, que son cruciales para las exportaciones nacionales, en particular la industria automotriz armadora, que se instala en nuestro territorio.

 

“En materia de tratados internacionales, se dice que una de las partes puede denunciar un tratado signado, es decir, que se desliga de la aplicabilidad de éste. Así, el TLCAN prevé en el Artículo 2205, que el país que quiera denunciar el Tratado, debe previamente hacer una notificación a los otros Estados contratantes con un mínimo de seis meses. Después de ello, se entendería que Estados Unidos se han retirado del TLCAN. Este esquema sí traería importantes cambios para los tres países, pero EUA es miembro de la OMC -Organización Mundial de Comercio-, , por lo que en esos términos, aun así debería conceder beneficios arancelarios a México como parte de esa misma organización”. Este es el panorama que nos planteó José Antonio Álvarez Méndez, miembro de la Barra Mexicana Colegio de Abogados y del Instituto Mexicano de Arbitraje.

Entendiendo lo anterior, la amenaza de Donald Trump de abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y de aplicar aranceles con altas tasas ad valorem a las exportaciones mexicanas de automóviles, se vislumbra difícil desde el punto de vista del TLCAN y por ser miembro de la OMC: “de igual forma, el que EUA denuncie el TLCAN, no implica que pueda abandonar sus compromisos previamente adquiridos antes de la denuncia, es decir, si ya había aceptado el ingreso de una cierta cantidad de una determinada mercancía, no puede en medio de dicha operación señalar que las cosas han cambiado”.

 

En noviembre de 2016, luego de saberse el resultado de las elecciones del martes ocho, Trump, amenazó con imponer una tasa del 35% a las exportaciones mexicanas no petroleras, las que se estiman en 25% del Producto Interno Bruto del país. Hasta los primeros días de 2017, su dedo apuntaba de manera general a todas estas importaciones “no fabricadas dentro de los Estados Unidos”, hasta que de manera abierta, el magnate, advirtió a la compañía alemana BMW, con imponer esta tasa a sus autos fabricados en nuestro país. “El artículo 302.1 del TLCAN señala claramente que no se pueden establecer nuevos aranceles, pero si los EUA primero denuncian el TLCAN, esa restricción ya no existiría y se tendría que acudir a la OMC. Jurídicamente para que pudiera existir ese impuesto sin consecuencias para EUA dentro de una organización internacional de comercio, debería denunciar el TLCAN y salir de la OMC. Eso no es contrario a lo que ha declarado Donald Trump, no sé si realmente lo vaya a hacer, eso implicaría que los EUA den un giro a los pilares de su estructura económica, se aislaría de buena parte del mundo, y no dudo que muchos países a pesar de la imposición de altos aranceles por parte de EUA siguieran comerciando con ese país, pero otros seguramente iniciarían una política de reciprocidad, es decir, igualmente elevarían los aranceles a productos estadounidenses”.

Las respuestas a las promesas -ahora amenazas-, de Donald Trump no se han hecho esperar: Ford, la automotriz de Detroit, decidió cancelar su línea de montaje que se instalaría en San Luis Potosí en 2019. Ahora los 1.600 millones de dólares que se invertirían en nuestro país, serán destinados a una planta en Michigan, con una inversión de 700 millones que prospectan la creación de unos 700 empleos. General Motors también ha respondido en el mismo sentido de Ford, y ha decidido trasladar empleos en México de una planta de ejes y muelles a Estados Unidos, hecho que celebró Trump en su cuenta de Twitter:

 

Sin embargo las empresas de automoción no estadounidenses han respondido al presidente Trump con posturas firmes: “es 40% más barato construir el modelo Corola en México, que en Estados Unidos”, es la postura de Toyota, empresa japonesa con operaciones en nuestro país; la ya mencionada BMW, a través de Ludwigh Willisch, presidente de BMW Norteamérica, la empresa alemana respondió al impuesto del 35% propuesto por Donald Trump: “Desde allí -México-,  vamos a exportar a todo el mundo”.

Los planes de nuevos impuestos a las actividades económicas mexicanas, no frenan con las importaciones desde México, sino que han brincado a los terrenos de la fuerza laboral mexicana dentro de los Estados Unidos: los trabajadores mexicanos y sus remesas.Las remesas de connacionales enviadas a nuestros país, serían blanco de un gravamen, de un “impuesto fronterizo”, que haga pagar a la fuerza laboral mexicana, por un muro con nuestra frontera. “En el artículo 8, numeral 1 de la Constitución de los Estados Unidos se establece la facultad exclusiva del Congreso para establecer impuestos y cualquier clase de contribuciones, en un sentido estricto, Trump no puede establecer ese famoso “impuesto fronterizo” por una Orden ejecutiva, pero lo más relevante es la conformación actual del Congreso de los EUA, de mayoría republicana en ambas cámaras, lo cual le facilita establecer -siguiendo el procedimiento legal- ese o cualquier otro impuesto.”

https://www.youtube.com/watch?v=ANkGc2DsmpM

Mientras las promesas de campaña de Donald Trump van tomando fuerza, más allá de la realidad, sino dentro de lo posreal, el panorama de un cambio radical y sin consecuencias para los Estados Unidos se ve difícil: Xi Jinping, primer presidente chino en asistir al Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, se presenta al mundo como un líder fortalecido por las políticas proteccionistas de Trump. Un líder que deja en claro que una guerra comercial y de divisas, no conviene a nadie, que la globalización por sí misma no es la culpable de las crisis, sino los desfalcos, la sobre especulación y la falta de regulaciones para evitar éstas. Su mensaje al mundo fue contundente: “Hemos de promover la liberalización del comercio y la inversión diciendo no al proteccionismo. Porque nadie saldrá vencedor de una guerra comercial”.

Mientras tanto la dependencia de nuestro comercio internacional se antoja más como la consecuencia de la autocomplacencia eterna de los inversionistas nacionales y nuestros gobernantes, quienes permitieron que la dependencia -la cual alcanza el 88% de nuestras exportaciones hacia el mercado estadounidense-, nos trajera como resaca del TLCAN, un mercado interno olvidado, que somete a las PyMES a la dependencia del tipo de cambio con el dólar, y que nuestra diversificación de mercados sea una promesa de papel y negociación, que trajo beneficios a los 44 países con los que México tiene firmados acuerdos de alcance parcial o Tratados de Libre Comercio.

A pesar de que nuestro país es la economía con más instrumentos de libre comercio signados con otras economías del mundo, creemos en la crisis de la administración Trump y sus consecuencias falsamente vendidas en nuestros medios, como antesalas de la catástrofe. José Álvarez, cierra diciéndonos lo que sabemos obvio: “Yo realmente no sé qué va a pasar, creo que sí habrá deportaciones, pero no serán oleadas de migrantes. Las cancelaciones de contratos y repatriación de activos creo que es un hecho, y probablemente seguirá ocurriendo, lo que pienso es que si se denuncia el TLCAN, diversos productores agrícolas de EUA pronto alzarán la voz, pues México es uno de los principales consumidores de productos agrícolas (maíz, trigo, frijol, cebada, etc.). Yo esperaría que, si se denuncia el TLCAN, como un mínimo de dignidad por parte del Gobierno Mexicano, se impongan los aranceles -dentro de los límites OMC- más altos posibles. Si Trump renuncia al libre comercio, creo que uno de los ganadores será China, pues es más competitivo. El comercio México-China constituye la segunda relación comercial después de los EUA. El muro fronterizo es más bien mercadotecnia, ya existe toda una magna infraestructura para impedir el libre tránsito en la frontera, quien sabe cruzar la frontera, lo va a hacer por túneles, rendijas o como sea. El tráfico de humanos no se acabará con un muro de concreto”.


José A. Álvarez Méndez, abogado y economista, miembro de la Barra Mexicana Colegio de Abogados y del Instituto Mexicano del Arbitraje, profesor de Legislación de Comercio Exterior y Contratos y Arbitraje Internacional, en la Universidad Tecnológica de México.

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