Desde tiempos paganos se hicieron famosos los pactos demoníacos en los que se cambiaba el alma por la eterna juventud, conocimiento, riqueza, amor o poder. Dentro de la cultura popular también existen este tipo de intercambios, como cuando Bart Simpson le vendió su alma a Milhouse a cambio de 5 dólares con resultados catastróficos, o también está la increíble leyenda de Robert Johnson, quien supuestamente, se encontró con Satanás en un cruce de autopista en Mississippi para hacer un trueque con su alma por un extraordinario talento para tocar blues. También entre los asuntos musicales que involucran negocios turbios con almas como precio está Spoon, banda de Austin, Texas que ha formado parte del círculo indie desde 1993 y que ahora, al parecer forma parte de uno más abstracto, al menos en lo conceptual.
Aunque con su nuevo material la banda ya cuenta con ocho discos, se ha mantenido lejos del mainstream en casi todo momento, con sólo unas pocas apariciones en soundtracks de películas como 17 Again o Stranger Than Fiction. Fue cuatro años después del claustrofóbico Transference (2010) que aparece el octavo material de estos estadounidenses: They Want My Soul. Antes, Spoon era parte de Merge, pero Loma Vista (hogar de artistas como Rhye, St. Vincent y Little Dragon) fue la disquera detrás de este nuevo disco. Otro cambio importante en el alma de la banda fue una modificación a su alineación, pues Alex Fischel, tecladista/guitarrista de Divine Fits –el proyecto alterno de Britt Daniel– se unió a sus filas.
Los encargados de la producción del disco fueron Joe Chiccarelli –que ha tenido en sus manos a talentos tan variados entre sí como Frank Zappa, Mika o My Morning Jacket– y Dave Fridmann, bajista de Mercury Rev que además ha sido productor de The Flaming Lips en la mayoría de sus discos. El trabajo de ambos se hace notar mucho en la amplitud y profundidad de sonido que envuelve a They Want My Soul, detalle que lo hace diferente al trabajo anterior de Spoon.
Este disco abre de una manera brillante con “Rent to Pay”, con una lenta y precisa combinación de guitarras y percusiones a la que eventualmente se le añade una capa de bajos y un órgano un tanto escondido mientras que Britt Daniel adorna la pieza con su característica voz nasal. En otro extremo está “Inside Out”, canción suave y sexy a la vez que se aleja del garage rock para cambiarlo por unos dulces y soñadores sintetizadores que se mezclan con un mínimo uso de guitarras.
Para confundir a los sentidos aún más, “I Just Don’t Understand”, original de Ann-Margaret en 1961 y "coverada" varias veces en vivo por The Beatles, es una queja amorosa y "bluesera" con la que Spoon crea un hermoso homenaje al que sólo le llegarían a faltar los hipnóticos chillidos de una harmónica. Y justo cuando se piensa que cada track en el disco es completamente distinto al otro, “New York Kiss” cierra como la perfecta combinación de lo mejor de cada canción. Esta mezcla de sonidos entre familiares y extraños podría ser representada visualmente por la portada de They Want My Soul: una tentadora mano de mujer con uñas largas, letales y rojas que carga una luz blanca... un alma que ya le pertenece.
En su mundo de dualidades entre rojo y azul/bien y mal, Spoon logra balancear los instrumentos para que cada uno pueda brillar bajo una tétrica pero intensa luz en el momento preciso. Y a la vez, los cinco integrantes juegan su parte tan bien –tanto en el estudio como en vivo– que el resultado es un octavo álbum estéticamente oscuro pero musicalmente blanco y puro que básicamente, deja en claro por qué criaturas y demonios de uñas rojas querrían sus almas.
El disco físico del extracto lo pueden encontrar en la Roma Records, que se encuentra en Álvaro Obregón 200, Colonia Roma. Para más información visiten su sitio web: laromarecords.com