¿Qué se necesita para ser un buen rockero? Indudablemente, talento musical y dedicación. Sin embargo, muchos dirían que parte fundamental del éxito en el rock es un actitud rebelde y audaz, lo que se traduce erróneamente en probar muchas drogas, tener una actitud insoportable y ser un fracaso en el amor. La vida personal de un músico tiene que ser un desastre para que esto se refleje en la brillante música que nos toca escuchar.
Los miembros de The War On Drugs resultan no caer en ese perfil, aunque clasifiquen como unos de los mejores rockeros de nuestros tiempos. Lost In The Dream, su tercer y más exitoso álbum, está basado en un fuerte desamor que el líder, Adam Granduciel sufrió durante la gira de su trabajo previo. Su rompimiento, no obstante, ocurrió después de varios años en una estable y sana relación. No fue cualquier drama adolescente.
La banda está compuesta por seis hombres de familia cuya filosofía es la moderación en todas las cosas. El bajista, Dave Hartley, aseguró en una entrevista, “Nadie está buscando cocaína o yendo a fiestas llenas de supermodelos...no caemos en estereotipos”. La única adicción del grupo es su música. Son una bola de obsesivos que, a través de los años, ha ido perfeccionando su sonido.
Ciertamente, sus esfuerzos dieron fruto. Aunque sus discos previos ya mostraban destellos de genialidad, Lost In The Dream, en toda su complejidad y fuerza narrativa, fue reconocido como uno de los mejores trabajos del 2014, si no es que el mejor. Cada canción, basada en una simple y agradable melodía, es elevada por ingeniosos detalles que cambian toda la jugada.
En conjunto, el álbum habla de la degradación de un hombre y su complejo proceso emocional. Mucha gente conectó con la sinceridad de Granduciel y sus humildes compañeros, quienes, inspirados por maestros ochenteros como Bruce Springsteen y Rod Stewart, están logrando grandes cosas. Ser muy cool no hace a un gran rockero, es al revés.
The War on Drugs se presentará en el festival más famoso de Chicago este 31 de julio.