The Wall Tour: a 40 años de una gira que marcó el antes y después de los conciertos
Era la noche del 7 de febrero de 1980, y en el Memorial Sports Arena de Los Ángeles se hacía escuchar “In The Flesh”, sin embargo, el público ignoraba que los músicos frente a ellos no eran los miembros originales de la banda. Estos músicos portaban máscaras con los rostros de Waters, Gilmour, Mason y Wright. Nos referimos al inicio de la gira con la producción mas ambiciosa que se haya realizado hasta ese momento: “The Wall Tour”, una gira que pretendía superar a la anterior “Animals Tour” y que lograrían con creces, sin imaginarse el gran daño que traería consigo.
Tres años antes, Pink Floyd había presentado “Animals”, obra maestra en donde ya se dejaba ver las diferencias entre Roger Waters y el resto de la banda, a quienes consideraba sin talento para componer, por lo que escribió casi en su totalidad la obra, con excepción de “Dogs”, que tenía la rúbrica de Gilmour.
Al finalizar la gira “Animals”, Roger inició dos proyectos, “Bricks In The Wall” y “The Pros And Cons Of Hitch Hiking”, mismos que dio a escoger a la banda para que uno de ellos fuera la siguiente producción de Pink Floyd. “The Wall”, la ganadora y con un nombre mas corto, vio la luz en noviembre de 1979 en el Reino Unido y en diciembre en los Estados Unidos. Esta obra fue escrita nuevamente casi en su totalidad por Waters, quien ya se auto-proclamaba como líder y dueño de Pink Floyd. “The Wall”, disco doble, era en esencia, una pieza conceptual, una autobiografía de Waters, donde se “desnuda” completamente y nos muestra que el desamor, la soledad, los excesos, la ira, la melancolía y la muerte han sido parte fundamental de su existencia. Se trataba de una verdadera obra maestra que ni el mismo Waters pudo dimensionar en aquellos tiempos.
Al año siguiente, en el mes de febrero se inició la gira y fue concebida como una producción sublime, que incluía muñecos inflables de varios metros de altura, sonido cuadrafónico, un avión que se estrellaba en el escenario y un muro de ladrillos de cartón que se erigía conforme avanzaba el show y al finalizar el evento era derribado. Para su desgracia, este montaje y su presentación implicaba un enorme gasto, por lo que únicamente se ofrecieron 31 shows en 3 países, Estados Unidos, Inglaterra y Alemania.
Durante la gira, la relación de la banda ya se encontraba fracturada, por un lado, Gilmour y Mason, y por otro lado Waters. Richard Wright ya había sido despedido de Pink Floyd y fue contratado como músico externo para continuar con la gira. Un ejemplo de esta ruptura, era que Waters se hospedaba en hoteles distintos al resto de la banda y el único momento donde estaban juntos era en el escenario.
A pesar de todo, las presentaciones fueron épicas, con una experiencia que no tenía precedente. Se interpretaban 28 temas, siguiendo estrictamente el orden del disco.
No se sabe con certeza si hay una grabación íntegra del show, lo único que se puede encontrar son algunos fragmentos con mala calidad en sitios de Internet, por lo que también le da a la gira un toque de leyenda.
Dos años más tarde y para cerrar con broche de oro todo el universo de “The Wall”, se lanzó la película homónima, dirigida por Alan Parker y con la magnífica actuación de Bob Geldof en el papel de “Pinky”, el alter ego de Waters. La película recibió muy buenas críticas y logró inmortalizar y cerrar de una vez por todas con el tema. Para entonces, Roger Waters iniciaría un proceso legal para hacerse dueño del nombre del grupo y tras cansadas batallas legales, Mason y Gilmour se quedaron con él. Waters ganó los derechos de “The Wall” y del cerdo inflable que aparecía en las presentaciones.
Cuarenta años han pasado y sólo nos queda dar gracias al grupo que abrió las puertas para que otras bandas utilizaran todo este tipo de recursos en sus presentaciones y pudieran lograr resultados de tal magnitud, como los Rolling Stones o U2.