“Tepito existe porque resiste”: la gentrificación que amenaza al barrio bravo de la CDMX
Hace algunas semanas se viralizó una imagen en la que se publicita un desarrollo inmobiliario en la calle Gorostiza, colonia Cuauhtémoc, en Tepito. En la imagen se anuncian las propiedades bajo el nombre de “Reforma Norte”, como parte de una estrategia que se está utilizando por inmobiliarias para poder aumentar los precios de venta y renta de propiedades.
Luis Alberto Salinas, un experto en procesos urbanos y gentrificación, afirmó para Ibero 90.9 que “Reforma Norte” sirve para alejar al barrio de Tepito de la estigmatización que ha recibido a través de los años.
Están empezando a haber nuevos edificios y construcciones en los que los costos de renta se comparan a los de otras colonias, residenciales, y no a los habituales de la zona que se considera popular.
La gentrificación en la Ciudad de México, que ha ocasionado el desplazamiento de algunos capitalinos y se ha visto exacerbada durante este último par de años. El fenómeno se ha acentuado desde el inicio de la pandemia por la llegada de “nómadas digitales”, extranjeros que llegan a la Ciudad de México impulsados por el teletrabajo y la calidad de vida que encuentran en la capital.
Estas viviendas que rebasan el millón y medio de pesos sobrepasan también los salarios mínimos de interés social y de vivienda media. Con este tipo de desarrollos inmobiliarios se busca atraer a un extracto de la población que sí pueda pagar esos costos. Esto ocasiona un alza de precios en la zona, que obliga a la gente local a vender sus propiedades o a mudarse por no poder costear el nuevo estilo de vida que adquieren ciertas zonas.
La gentrificación resulta en la expulsión de locales, así como más desigualdad económica y social por el estatus que comienzan a adquirir las zonas. En el 2022, por ejemplo, la capital alcanzó un récord histórico con 4 mil requerimientos de desalojo y mil 67 desalojos, de acuerdo con los datos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México.
Esto no ha llegado a Tepito aún, pero la viralización del anuncio de Gorostiza 57 generó preocupación ya que indica el avance de las inmobiliarias más allá de las colonias que están de moda y hacia zonas más vulnerables. En otras zonas de la alcaldía Cuauhtémoc, sin embargo, los precios de vivienda han subido drásticamente y han habido varios casos de desalojos. En colonias como la Juárez y la Condesa se han visto muy afectadas, con desalojos y alzas en las rentas. De 2018 a 2023, los precios promedios de las rentas subieron de 16.100 pesos mensuales a 20.426 pesos mensuales en la Ciudad de México, según datos de la página web propiedades.com.
Las ciudades existen para darle permanencia y posibilidades a las personas que la mantienen viva y funcional, no para que estas se vean obligadas a hacer horas de ida y de regreso para poder encontrar un lugar dónde vivir.
En el boletín estadístico de marzo del 2022, de la Fiscalía General de Justicia, sobre la incidencia delictiva en la ciudad de México, la cifra de los delitos ocurridos por kilómetro cuadrado en la alcaldía Cuauhtémoc fue la más alta con 95.5. A pesar de tener la fama de ser muy peligroso, Tepito es uno de los barrios más antiguos en la CDMX y ha tenido un impacto cultural y económico enorme en la capital.
Tepito y su historia
Tepito es un barrio de la colonia Cuauhtémoc que tiene una identidad propia forjada por un sector olvidado de la población que ha tenido que resistir y perdurar en el abandono.
Esta zona fue uno de los últimos puntos de resistencia durante la colonización y durante la época de la colonia fue marginalizado de la “Nueva Ciudad de México” fundada por Hernán Cortés. Durante ese momento, lo que es hoy Tepito era habitado principalmente por tlatelolcas, por lo que el área recibió la categorización de “República de indios”. Esto le otorgó a los habitantes cierta autonomía, así como el respeto a sus usos y costumbres.
Tras la Independencia, Tepito fue abandonado y privado de servicios y atenciones sociales: se convirtió en la guarida de todos aquellos que se escondían de la ley -trabajadoras sexuales, criminales, fugitivos-.
Para finales del siglo 19, albergaba más que nada a personas y familias obreras. Es en esta época que se empieza a dar el comercio informal que culminaría en lo que hoy conocemos como el mercado de Tepito.
Como lo indica su historia, Tepito ha sido desde siempre una zona marginalizada. Hoy el barrio funciona como un universo completo y cerrado, orillado por las circunstancias a buscar permanencia.
Tepito es un “barrio bravo”: es un sistema social con una identidad, reglas, figuras de autoridad y nociones de moralidad propias, que operan de forma casi independiente al resto de la ciudad. Es una comunidad ya que ha albergado a familias que llevan viviendo ahí a lo largo de varias generaciones, heredando oficios y negocios.
Algo propio de este barrio son sus marcas de pertenencia, que incluyen transformaciones sociolingüísticas particulares a la cultura local, las tribus urbanas, los sonideros y mariachis de la plaza Garibaldi, el culto a la Santa Muerte y colectivos de arte como “Arte Acá”.
Tepito es una comunidad, una vecindad que a través de los años se convirtió en un universo particular que solo experimentan los locales y en los que existen mecanismos de preservación de la comunidad, que necesita mantener cierta cohesión para subsistir. El barrio bravo ha ganado la fama de ser peligroso e inseguro porque no le da entrada a la autoridad: es una zona en la que los locales resisten, algunas veces violentamente, a operativos policiales y a la autoridad en general. La cultura de la ilegalidad, que va desde la distribución de mercancía pirata hasta narcomenudeo, ha sido igualmente uno de los sustentos económicos más importantes para su población.
Los locales se cuidan entre ellos, tienen normas y reglas propias que existen para la preservación de la comunidad, así como una economía informal a través de la cual subsiste. En la comunidad, la lealtad al barrio es crucial: existe un sentimiento de unidad y apoyo al prójimo (“el barrio no roba al barrio”).
Con la popularización de las licuachelas y la ropa vintage y de segunda mano, la cultura de Tepito ha comenzado a atraer a un público distinto del que suele habitar el barrio. Las pacas de la Lagunilla y las distintas presentaciones de micheladas han atraído a sectores de la población más favorecidos, que empiezan a frecuentar cada vez más el barrio, que poco a poco adquiere la peligrosa fama de “aesthetic” o “trendy”.
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