Darren Aronofsky –director de clásicos como Requiem for a Dream (2000), Black Swan (2010), y Pi (1998)– fue el encargado de cerrar el ciclo de conferencias de Tag DF. El cineasta fue recibido por una de las audiencias más grandes del festival, y una de las ovaciones más estruendosas. El norteamericano –quien bromeó y habló un poco de español a lo largo de su ponencia– fue entrevistado por el psicoterapeuta y experto en religión David Ramírez.
Durante su charla, Aronofsky enalteció al storytelling. Para el director, antes de la tecnología e incluso previo a su icónica musicalización, viene una buena narrativa; según Aronosfky, las buenas historias son las que se conectan profundamente con la gente y pueden ser contadas por solo una persona. Para el cineasta, contar historias es algo personal porque, para expresar ideas, hay que sentirlas. La inspiración, según el director, viene de personajes, ideas, imágenes o algo que realmente conduce o se siente en el estómago; la inspiración de Pi, por ejemplo, vino de un maestro de preparatoria y un matemático ambicioso.
Para el neoyorquino, hacer películas es un ritual; el director compartió cómo deja de rasurase o cortarse el cabello mientras graba sus filmes. Para Aronofsky, la atmósfera familiar y casi socialista –todos los miembros del crew de Pi ganaron lo mismo– es clave para conectarse mientras se realiza una cinta.
Darren coincide con Spike Lee en que la educación es valiosa; cosas que pueden parecer inútiles al momento, pueden contribuir a construir historias en el futuro. A los jóvenes cineastas, Aronofsky sugiere trabajar duro pero no tomarse muy en serio, experimentar y no ser perfeccionistas. Según el director, la escuela de cine sirve para conocer gente, desde cinematógrafos hasta productores. Desde la perspectiva del cineasta, los realizadores de películas son movidos por el instinto que les dice que contar historias es algo que deben hacer, y lo que plantean, algo digno de contar. La motivación debe ser siempre el arte, no las intensiones de ser un director rock star.
Las obras de Aronofsky siguen temáticas recurrentes: historias bíblicas, por ejemplo. Para el neoyorquino, la fuerza de las historias bíblicas está en su valor mitológico –no literal– independientemente de la verosimilitud. Para contestar una pregunta de los asistentes, Aronofsky dijo que para él, lo sagrado es lo que nos hace humanos, las similitudes que encuentra entre diferentes religiones.
Otro de sus temas favoritos es la adicción, la cual Aranofsky considera parte de la naturaleza humana, algo sin solución; según el director, debe reconocerse que las adicciones le ocurren a todos, y los que las padecen no deben abrumarse por las mismas. Cuando fue cuestionado respecto a la sombra –la parte oscura del hombre– Darren Aronofsky descartó la separación entre el bien y el mal en uno mismo. Para el cineasta, el lado oscuro es tan humano y empático como el lado amable.
Aronofsky le guiñó a México al contar cómo había visitado el país cuando tenía 18 o 19, y había encontrado espiritualidad en las ruinas mayas. Además, reconoció que el cine mexicano lo inspira y se encuentra en un buen momento. Para cerrar su ponencia, el director bromeó con el público, sosteniendo que la gente que había entendido The Fountain (2006) era la gente buena.
por Aurora Villafuerte (@AuroraVllfrt)