¿Por qué es importante seguir hablando del suicidio?

¿Por qué es importante seguir hablando del suicidio?

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“Entre tercero y cuarto de prepa […] tuve anorexia. La sigo teniendo pero en menor grado. Sigue ahí. Llegué a tal punto donde no pesaba nada, literal, pesaba como 38 kilos o menos… y pues mi corazón estaba a nada de dejar de  latir”.

Esta es la voz de Natalia Natalia —nombre que ha sido cambiado por protección de identidad. Han transcurrido 4 años desde que esta joven de 20 años, enfrentó uno de los procesos más difíciles de su vida: un contexto de depresión que la llevó a conductas suicidas.

El suicidio y los problemas mentales siempre tienen un vínculo, en particular los trastornos relacionados con la depresión y el consumo de alcohol. En algunas ocasiones, la depresión puede derivar en otros problemas, como la anorexia, que puede ser considerada una conducta autodestructiva que puede llevar a la muerte a quien llega a ella.

Existe una relación entre los trastornos de la alimentación y los fenómenos suicidas, explican Horacio Vargas y Javier Saavedra en su investigación “Factores asociados a las conducta suicida”.  El suicidio constituye la mayor causa de muerte en adolescentes con trastornos de alimentación, pues el porcentaje de muerte autoinflingida va desde 1.8% hasta 7.3 %. Esta es una realidad poco conocida.

En México, los epidemiólogos han reportado un aumento en las muertes por suicidio en las últimas cinco décadas y un cambio en el fenómeno. Mientras que en la década de los 70 el suicidio era considerado un fenómeno frecuente entre adultos mayores, ahora estudios en diferentes países indican incrementos importantes en adolescentes y jóvenes menores de 35 años. En 2016 fue la segunda causa de muerte en personas de 15 a 29 años a nivel mundial.

Aunque la decisión de quitarse puede estar relacionada con múltiples factores, en muchos casos los suicidios por trastornos mentales surgen por el desequilibrio de tres elementos: una condición adversa, la capacidad de adaptación y la resiliencia (capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas). Alejandro Molina López, responsable del Servicio de Atención Continua en el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRFM), comenta en una entrevista para la plataforma salud primero, que “una persona vulnerable con resiliencia deficiente y poca adaptación puede intentar suicidarse ante un estresor (situación o estímulo que puede llevar al estrés) menor, por ejemplo, reprobar un examen. Esta persona no puede contener la situación y opta por suicidarse”.

“Mi estrés se lo contagie a los demás. Hice que toda la familia se preocupara. Fue algo muy difícil… Intenté suicidarme”.

Natalia

Algunas situaciones que pueden llevar al suicidio son las experiencias relacionadas con conflictos, desastres, violencia, abusos, pérdidas y sensación de aislamiento. Muchos suicidios ocurren de forma impulsiva en momentos de crisis, como los problemas financieros, las rupturas de relaciones o los dolores y enfermedades crónicas. Un suicida potencial es una persona con un sufrimiento intenso y siempre es un paciente grave. Para él, por su desesperanza, las expectativas del futuro no superan un presente doloroso. Para la prevención de este fenómeno es necesario identificar a la población vulnerable. Por lo general, el género masculino es víctima del suicidio más a menudo, aunque prevalece la idea contraria.

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Sobre una recaída en pensamientos suicidas, Natalia cuenta: “No he tenido secuelas, pero en ocasiones cuando mi frustración es muy grande, pero de verdad algo que no puedo controlar, son como momentos de arrebato donde lo quieres hacer y no piensas las cosas. Sí me ha pasado, pero trato de pensar en que no sólo me voy hacer daño a mí, sino a los demás”.

En México, el doctor Guilherme Borges (2010) en su investigación “Suicidio y conductas suicidas en México: retrospectiva y situación actual”, aborda el proceso suicida y señala que las personas no intentan suicidarse solo una vez: a medida que la persona tiene más ideación, pensamientos y actos de suicidio, hay más probabilidad de que tenga un nuevo intento en el futuro próximo, y que éste sea más cercano a lo letal. Cada intento tiene la posibilidad de resultar en la muerte o en una lesión física de primera magnitud, que causa un gran desgaste psicológico en el individuo y en los familiares.

“Muchas personas pueden tener crisis suicidas y en uno o dos días ya no las tienen. Eso no significa que ya no las tendrán. Debemos estar preparados para una crisis, pero antes de esto, detectar el riesgo justo para evitarla y, si la hay, que sea lo más controlada posible”, comparte el doctor Alejandro Molina. Para este doctor, miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), la consumación del suicidio es el resultado de un problema mayor que debe ser abordado desde el punto de vista comunitario, social, legislativo y del sector salud.

Algunas señales verbales pueden indicar que alguien está pensando acabar con su vida. Hay que escuchar a quienes levantan la voz, ya que uno de los mitos más frecuentes en la conducta suicida que quienes manifiestan su deseo de morir sólo buscan “llamar la atención”. Muchas personas que han intentado suicidarse expresaron previamente su intención y la han concretado. Natalia cuenta que en su caso fue una época complicada en su relación con su madre. Contagiaba su estrés a toda su familia porque todo el tiempo peleaban, se gritaban, se enojaban. Su madre le reclamaba que no veía lo que se estaba haciendo, pero cuando trataba de fijarse en lo que comía, sólo alteraba más a Natalia.

“Yo literalmente le decía no me importa si muero y ella me decía ‘pero a mí sí me importa: si tú te mueres, yo me muero. Así sucedió…”.

Natalia

El sentimiento de culpa en los familiares es frecuente y es un tema que se puede tratar en terapia cuando consideran que no hicieron lo posible para salvar la vida del suicida. Simultáneamente, los familiares comienzan a buscar los motivos por los cuales la persona decidió quitarse la vida. Natalia comenta que es importante que los familiares tengan atención psicológica: “No es tu culpa que alguien haya tomado esa decisión, y pues no sé, ayudarlo a seguir adelante, porque yo se lo decía a mi mamá, a mí en ese entonces no me importaba morir”, afirma Natalia.

Por otra parte, Natalia expresa recomendaciones para los familiares que están pasando un duelo por suicidio:

  • Antes de que suceda algo hacer todo lo posible por ayudar al familiar.

  • Llevarlo a terapia.

  • Estar con él en todo momento.

  • Preguntarle qué siente y qué pasa.

  • Buscar formas de hacerlo, no siempre es tan fácil hablar o decir cómo te sientes, buscar alternativas y si se requiere apoyo médico, buscarlo.

Patricia, de 24 años, estudiante de medicina y familiar de un suicida, también considera necesaria la atención psiquiátrica de los familiares. Es muy importante “que todos los miembros de la familia reciban apoyo psicológico, porque uno solo no sabe lidiar con los sentimientos de culpa o de ira, con tus propios juicios. Es un proceso largo y diferente para cada persona, es mejor cuando estás acompañado de un profesional que te ayuda a rehabilitarte emocionalmente”.

De acuerdo con las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada 40 segundos una persona en alguna parte del mundo muere por suicidio. Las tasas de suicidio varían considerablemente entre los países, pero se estima que han aumentado en 60% en los últimos 50 años. Esto se debe en parte a que las personas que presentan conductas suicidas no reciben la atención psicológica o psiquiátrica adecuada. En el caso de Natalia, ella tenía una depresión por la ausencia de “un componente en mi cerebro […]. Porque no es algo que tú decidas hacer, no es que digas voy a estar triste, te falta algo que tu no te das cuenta qué es, es algo químico que requiere de especialistas”.

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Patricia considera que un porcentaje de las conductas suicidas se debe a una carencia económica, ya que su primo se encontraba en esas circunstancias. “Acababa de regresar de un intercambio de República Checa, estaba por egresar de la universidad e iba a graduarse como médico. Sé que en su familia empezaban a ver necesidades económicas a las que no estaba acostumbrado, por lo que tuvo que empezar a trabajar antes de que falleciera”.

En general, existe una correlación estadística entre la conducta suicida y el desempleo, de forma que las tentativas de suicidio son más frecuentes entre los desempleados que en la población general, dice Subiria Zemper. Un trabajo multicéntrico de tentativa suicida en 13 países europeos, publicado en 1996, que dirigió Schmidtke, halló que quienes intentaron suicidarse provenían más de las clases sociales con menos recursos económicos.

El suicidio no sólo se produce en los países de altos ingresos, es un fenómeno global que afecta a todas las regiones del mundo. En el 2016 más del 79% de los suicidios en todo el mundo tuvieron lugar en países de ingresos bajos y medianos. Además, las tasas de suicidio también son elevadas entre los grupos vulnerables a la discriminación, por ejemplo, los refugiados y migrantes; las comunidades indígenas; las personas lesbianas, homosexuales, bisexuales, transexuales, intersexuales y los reclusos.

Pero conforme el problema de salud pública ha ido en aumento, la diversidad de factores relacionados con el mismo, también se han apliado, como lo han señalado diversos especialistas en Ibero 90.9.

Arte: Aleks Phoenix / Ibero 90.9.

Arte: Aleks Phoenix / Ibero 90.9.

Cada año, cerca de 800 mil personas se quitan la vida. Muchas más intentan hacerlo. Cada suicidio es una tragedia y tiene efectos emocionales para las personas de su círculo cercano. El suicidio se puede producir a cualquier edad, por causas y de formas diversas en cualquier estrato socio económico. Pero lo importante es que recordar que puede prevenirse si es tratada adecuadamente, por eso es primordial destacar la necesidad de sensibilizar a padres, maestros y médicos familiares sobre la importancia de detectar a tiempo los factores de riesgo del suicidio (como ansiedad, depresión o abuso de drogas) para poder establecer un diagnóstico y un tratamiento correcto y oportuno.

Si te sientes identificado con alguno de estos síntomas, te sugerimos hablar con personas cercanas (familiares o amigos) y acudir con un especialista que seguramente pordrá brindarte el apoyo adecuado.


*Daniela Cruz es alumna de 6o. semestre de la carrera de Comunicación de La Ibero. Los nombres de los testimonios citados fueron cambiados por protección de identidad.

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