Sueños infantiles y lisérgicos. Un ciclo completo: Flaming Lips en Tag CDMX 2015 + FOTOGALERIA

Fotografía por Paulina LC, Isaí Alvarado y Yéred García

El cierre de la primera jornada de actividades en la 3ª Edición de Tag CDMX se convirtió en una fiesta dionosíaca que celebró el espíritu del desenfreno y la belleza del vida por sí misma. Los Flaming Lips se presentaron por segunda vez en este año en el país al que Wayne Coyne se mudaría si fuera sea expulsado de Estados Unidos por ser el pregonero no oficial de la catarsis en Oklahoma.

Después de un emotivo concierto en la Cumbre Tajín que no pudo atestiguar el encore en marzo pasado, los padres de Yoshimi desquitaron con todos los hits de su carrera. A través de 12 canciones los producidos por Dave Fridmann llevaron a más de 3 mil personas en el arca que Noe hubiera construido de haber conocido a Albert Hofmann.

El show inició como inician los ciclos trascendetales, con iluminación, con la concepción de un terreno más allá del que los ojos miran. Inició con la apertura de la mente y de los cráneos presentes.

Ataviados con una tabla de leds de 30 metros cuadros, tres guitarras Fender Jaguar y una de Dora La Exploradora, los Flaming presentaron un primer acto de canciones de cuna y lisergia. "The Abandoned Ship", "Fight Test" y "She Don't Use Jelly" fueron las primeras piezas de la noche. Una lluvia de confeti anunció la explosión del ácido: "The Yeah, Yeah, Yeah Song". Todo era estimulación sensorial positiva.

 

 

 

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Después de la primera cresta de la onda sucede, naturalmente, el primer valle. Una bajada proporcional a la subida tan drástica. El ciclo de revaloración de la existencia se convierte en una ruta metabólica. En una serie de reacciones químicas en cadena donde una es el gatillo de la anterior. La banda realiza una exploración psiquiátrica de los fetos presentes con una aguja que sale directamente del cráneo de Coyne.

La pantalla se convierte en una extensión visual de los sonidos. Oliver Hibert es el diseñador oficial detrás de la banda. Los motivos circulares y oculares integran cada veinte imágenes una vagina. Los pantalones verde fluorescente del frontman son hechos a mano con duck tape. La parafernalia de la banda prueba su legitimidad como el viaje de un genio en constante catarsis.

El segundo acto se vuelve cada nota más obscuro. Es el mal viaje. Representa lo que puede salir mal en un proceso alucinatiorio. Las imágenes con las que deciden anclar los sonidos parecen muestras histológicas de eritrocitos (glóbulos rojos de la sangre) preparadas para su observación al microscopio. "Feeling You Desintegrate" y "Vein Of Stars" son el declive del optimismo natural y curioso. Ahora se vive una reflexión sombría de la lejanía entre un espíritu y otro.

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El aislamiento se representa con una esfera de plástico que encierra al juglar fluorescente. La burbuja flota sobre las cabezas y se posa en un islote cuidadosamente preparado. La soledad que vivimos segundo tras segundo se exacerba con el lamento en cautiverio. La nave regresa al escenario y su tripulante escapa tras bambalinas. El momento más siniestro del recital cíclico pone a 5 músicos en escena, la ausencia del líder transmite el sentimiento.

 

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La ópera de la vida se convierte en una sinfonía inspirada en el krautrock con los evidentes tintes psicodélicos casi psicotrópicos. El morado es el nuevo rey de la cromolitografía en escena y el motorik es el ritmo perpetuo. Una rección sintetiza el precursor de la siguiente. Lava escurre de los parlantes.

Una campana con echo es activada por el miembro más joven de la banda. El sample del día final se mete por los poros. El kraut es ahora noise. Steve Dorzd saca una lira que originalmente era de doble brazo estilo Page, pero que ha pasado por el taller de customización DIY de la banda. El resultado es una guitarra intervenida por Sid Phillips, el villano de Toy Story.

"A Spoonful Weights A Ton" anuncia el regreso del rey del recreo. La onda se encuentra con una nueva escalada casi vertical. El ánimo comienza a florecer de nuevo y los colores florales regresan sus frecuencias a las retinas presentes. El tercer acto inicia con un mensaje muy claro: estar vivo es grandioso simplemente por el hecho de estar respirando.

El encore frustrado en Veracruz hace tres meses complementa el momento más esperado de la noche: "Do You Realize?". Las palabras no podrían ser más explícitas: "¿Te das cuenta que toda la gente que conoces morirá algún día?" El ciclo está completo.

La celebración de la vida por sí misma es un proceso dialéctico clásico que conllevó una fiesta en honor al desenfreno; su antitesis, en la obscuridad de la soledad absoluta e infinita del espíritu y una síntesis que valora y revalora la vida y el momento en que podemos convertir oxígeno en dióxido de carbono. Un proceso natural, automático y que nos mantiene vivos inconscientemente.

El outro del recital delata la concreción de un proceso circular: "What A Wonderful World" de Louis Armstrong. La bajada del tren de la Dietilamida de Ácido Lisérgico y la aprensión de la realidad tal cual es: hermosa.

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