"Sendero Místico" - Sonido Gallo Negro

  En la selva amazónica aún vive la historia de un gallego que a finales del siglo XIX llegó a Brasil en busca de caucho, y que terminó siendo nombrado rey de los jíbaros, una tribu de la amazonia peruana. Se trata de Alfonso Graña, quien perdió a su compañero de expedición en su primer encuentro sangriento con los jíbaros, y cuya vida fue perdonada por que la hija de uno de los líderes se enamoró de él. Años más tarde, este hombre de occidente, proveniente de una zona pobre de Galicia, resultaría ser inmune a los peligros de la selva, como la malaria, o la fiebre amarilla, y tendría a mas de cinco mil indígenas siguiendo sus órdenes con una fiel devoción. Este rey –nombrado Alfonso I– es la figura al final del camino sonoro trazado en Sendero Místico, el segundo álbum de Sonido Gallo Negro.

 

El camino es inaugurado con una procesión religiosa. Escuchamos un rezo hecho en masa en “La Patrona”, primer track del disco, que después introduce una cumbia infestada de psicodelia nostálgica creada con un órgano tétrico e intervenciones de un theremin. Si el sonido del güiro no deja clara la fuerte identidad latina de esta agrupación mexicana, la grabación al principio de “El Ventarrón” elimina cualquier duda. Es la típica voz resonando en una feria, que anuncia un puñado de animales raros. El anuncio de un marrano cíclope nos da la bienvenida a un mercado extraterrestre. Guitarras de surfer con influencias peruanas, unidas a los órganos oscuros y místicos de Sonido Gallo Negro le imprimen un sabor alienígena a la cumbia que ninguna otra agrupación de chicha o cumbia amazónica logra. Y si hablamos de vida en otro planeta, seguramente las serenatas en marte suenan como la “Serenata Guajira”. Aquí la flauta toma un papel principal, y de pronto nos vemos transportados por una nave interplanetaria al Perú de los 70s y los inicios de la Chicha. Ya adentrados en la región andina, suena “Virgenes del Sol”, en donde una guitarra remitente a los charangos bolivianos dibuja un escenario en donde un explorador masca coca en la cima de alguna alta montaña. Pero tal vez no solo es la hoja de coca la que mastica, ya que el cielo de repente es de muchos colores… 

gallo negro

Sendero Místico es completamente instrumental, con algunas grabaciones de voces habladas, al igual que toda la música de Sonido Gallo Negro desde 2011. En este caso, las voces misteriosas, junto con la música, ayudan a trazar un camino abstracto por la selva amazónica, un sendero inspirado en la trayectoria de Alfonso Graña, el explorador gallego, el rey de la tribu de los jíbaros. A la mitad del disco encontramos la canción “Selvática ‘Alfonso Graña’” que hace alusión a la valentía de este hombre blanco inmune a los peligros de la selva con un ritmo frenético y lleno de adrenalina. Los aires surreales de esta historia son aún más enfatizados en “Tzantza Soul”, una cumbia psicodélica que musicaliza el no tan famoso ritual jíbaro de reducción de cabezas, que va por el nombre de la Tzantza. Sonido Gallo Negro se apodera de esta tradición al introducir guitarras que nos recuerdan al garage peruano de los sesentas. Este track carga con el mismo sonido que Gallo Negro traía en canciones como “Caballito Nocturno”, en donde si cerramos los ojos podemos ver aros de colores ondulando en el espacio, un efecto común de la música psicodélica. Pero no todo es psicodelia en Sendero Místico. El sonido andino también es enaltecido, y en “Valicha”, el diálogo es entre la guitarra eléctrica y la flauta transversal, dos instrumentos que reinterpretan el sonido del charango y de la quena peruana.  El sonido de este grupo se basa en la combinación de diversos ritmos latinos, o afrocubanos para construir una cumbia universal. Y utilizando la actitud rocanrolera de la chicha sesentera, su sonido se deslinda de la noción kitsch o popular que normalmente se tendría de la cumbia y logran entregarnos joyas como “Inca-A-Delic”, cuyo nombre lo dice todo: un peruano con estilo, probablemente bajo la influencia de algún alucinógeno.

 

La segunda entrega del conjunto mexicano conserva el sonido que presentaron en el 2011 con Cumbia Salvaje, lo cual habla bien de una propuesta que lleva a la cumbia a lares esotéricos y oscuros que no se escuchan frecuentemente. Esto lo logran cuidando su sonido, más que sus ideas, es decir, con la selección correcta de un órgano, de la distorsión para la guitarra, y con la imagen misteriosa que usan para presentarse en vivo. En el penúltimo tema, “Coup de Poudre”, queda claro este misticismo que define a Sonido Gallo Negro. De igual manera, a lo largo del disco resaltan las influencias amazónicas en el sonido de la banda. Sin embargo, en el último track se olvidan de la cumbia por un momento y deciden recordar los sonidos afrocubanos de los sesentas. En “Mistery of Zangbetos”, el ritmo y los solos de guitarra nos recuerdan a Santana, pero en esta ocasión, Woodstock se traslada a Jupiter y una masa de gente de color tornasol baila al ritmo de Sonido Gallo Negro.

 

http://youtu.be/s7CRn2BpX5I

 

 

Pulitzer: Gimnasia

Playlist 8 de Diciembre