Por Carlos "El Santo" Domínguez (@elsanto85) Fotos por Cecilia Villverde
La emoción de un concierto nace en el momento que te enteras de la fecha. En ese instante el día cobra un significado de igual importancia que la de cualquier festividad nacional. El día: “Róller Güaters”
He escuchado a Pink Floyd desde que tengo memoria, he vivido con ellos experiencias únicas que marcaron mi vida; en cada uno de sus discos he encontrado detalles que los hacen únicos. The Wall no se queda atrás.
Un disco creado como salvavidas económico de los oriundos de Cambridge, en dónde quedaría expuesto el carácter pesado y difícil de Roger Waters. Daba entrevistas llenas de soberbia y hacía menos a sus compañeros de banda, en particular a Richard Wright, quién años más tarde confesaría que ese disco había sido una experiencia muy negativa.
The Wall es un show con más de 30 años de vida, que se mantiene con la misma fortaleza aún sin el resto de los integrantes de Pink Floyd y se convirtió, en este fin de semana de puente, en uno de los destinos más importantes en la Ciudad de México, aún con el tráfico vehicular al que ya estamos más que acostumbrados.
Confieso haber estado emocionado desde el primer momento que me enteré de la visita de Waters a México. Uno de mis discos favoritos es sin duda el Is There Anybody Out There (EMI, 2000) el concierto grabado durante la gira de 1981, donde incluso venían fotos y comentarios de los integrantes de Pink Floyd. Recuerdo bien la primera vez que lo abrí: tenía 10 años, era Domingo y me mantenía encerrado en la fría recámara de mis padres. El tiempo se encargo de irme enseñando detalles que a esa edad seguramente pasaron de largo, pero a primera instancia, siempre recordaré bien el golpe inmediato a las tripas.
El estar seguro de haber perdido toda oportunidad de disfrutar The Wall en un gigantesco escenario me acompañó hasta el 27 de Abril del 2012, el día que apareció, cómo hace años, aquel golpe certero a las tripas con “In the Flesh?”, manteniéndose constante conforme la Obra seguía su destino.
Roger Waters, a lo largo de su carrera, se ha visto preocupado por el mundo. País que visita, emplea sus conciertos para crear conciencia de todos los problemas en los que nos vemos rodeados, en México, expuso el problema del narcotráfico y su preocupación por las futuras generaciones, al leer un texto en español.
El concierto del año, sin duda: El audio fue insuperable, las proyecciones de la más alta calidad, la construcción del muro y la participación de la voz que lo acompañaría imitando de manera perfecta a Gilmour. El público: un mosaico de edades. Se trataba de un encuentro de generaciones, involucrados, incansables.
Un espectáculo que queda en mi memoria: El jabalí siendo devorado por la audiencia, metralletas funcionando como instrumentos, el olor característico de todo concierto, los títeres gigantes, la sonrisa de Waters… “Comfortably Numb”
De corazón lo digo: ojalá no regrese, este concierto ahora sí, es insuperable.