A lo largo de su carrera, Roger Waters ha explorado la delgada línea entre lo político, lo público y lo personal. Desde los inicios sesenteros de Pink Floyd hasta sus numerosos álbumes como solista a partir de 1984, Waters ha enfocado su atención en conceptos que abarcan esa dualidad y toman la extensión de una discografía. Ahora, con un compromiso personal mayor, con una visualización más real de lo político y un cuarto de siglo desde su último disco desde 1992, Roger Waters nos presenta Is This The Life We Really Want?, producido por Nigel Godrich, genio detrás de Radiohead. Un trabajo que pretende ensimismarse en el clima y ambiente político para sacar a la luz la “mierda y las mentiras”; “Aunque la pizarra nunca se ha limpiado, pudimos haberles recogido huesos rotos”, menciona en la canción “Broken Bones”.
Aunque se mantiene lejos de lo lineal y lo explícito, el concepto de Waters explota fuerte y claro, manteniéndose con las bases floydianas de sus discos como solista, con una furia verdadera. Solos de guitarra desgarradores, atmósferas espaciadas, y teclados que crean estados dramáticos, se pueden ver en “Smell The Roses”, altamente alusiva a “Pigs (Three Different Ones)”. Waters nos enseña que no mucho ha cambiado en 40 años. Como debía de esperarse, el músico no llega a una resolución o respuesta al final del álbum. Conclusiones limpias y concretas nunca han sido parte del modus operandi de Waters, entonces, ¿para qué empezar ahora?
En pocas palabras, hay poca esperanza para Waters. Para el final de los 54 minutos, se siente como la vivencia del apocalipsis que recién empieza y que Waters nos ha descrito. “Imagínate a un líder sin cerebro”, exclama en “Picture That”. Pero sabes que ya está decidido, nada necesita ser imaginado, ese futuro sin salida ya se encuentra aquí. Y Waters, cortante y pesimista como siempre, se encuentra al frente, marchando junto al desfile de almas condenadas a un fin último. La pregunta se convierte en, ¿es esta la vida que realmente queremos?